Un candidato a ingresar en la UE confía plenamente en Rusia y Moscú se la devuelve en forma de 'sopapo'
"Estoy muy decepcionado".
Serbia y Rusia han compartido durante años una relación muy buena, de apoyo y respeto mutuo. Hace un año, el viceprimer ministro serbio, Aleksandar Vulin, quien ha sido condecorado en dos ocasiones por Rusia, ratificó esta firme alianza durante un encuentro con el presidente ruso, Vladímir Putin.
En ese sentido, aseguró que su país nunca haría nada que perjudicara a Rusia: "Serbia jamás será miembro de la OTAN, jamás impondrá sanciones a la Federación Rusa y jamás permitirá que su territorio sea utilizado para ninguna actividad en contra de Rusia".
Sin embargo, la situación se tornó tensa en el último año, especialmente en mayo, cuando el Servicio de Espionaje Exterior (SVR, por sus siglas en ruso) de Rusia acusó a Serbia de suministrar "cientos de miles de proyectiles" y "millones de balas" a Ucrania a través de países de la OTAN.
El gas, la nueva decepción
Ahora, el presidente serbio, Aleksandar Vucic, ha mostrado su descontento con el Kremlin por su decisión de ofrecer un acuerdo de suministro de gas que se extiende solo hasta fin de año, pese a meses de negociaciones para lograr un contrato a largo plazo. "Estoy muy decepcionado", dijo el pasado fin de semana durante una entrevista con Informer, después de que fracasaran sus esfuerzos por asegurar un acuerdo de tres años con Gazprom.
El mandatario serbio había mantenido este año dos reuniones con Putin para garantizar la estabilidad energética a medio plazo. Sin embargo, sugiere que el retraso en el acuerdo podría estar vinculado a las sanciones impuestas recientemente por Estados Unidos a la refinería serbia Naftna Industrija Srbije (NIS), controlada mayoritariamente por la rusa Gazprom Neft. Las sanciones entraron en vigor a comienzos de mes, tras el vencimiento de exenciones temporales.
"Nos ofrecieron un contrato de gas hasta Año Nuevo y dije que era una noticia muy decepcionante para nosotros. Se suponía que cerraríamos el contrato en mayo. ¿Por qué hasta el Año Nuevo? Porque quieren decirnos que, si empiezan a nacionalizar el NIS o cualquier otra cosa, podemos cortar el gas el 31 de diciembre. Ese es un mal mensaje para mí en todos los sentidos", criticó en la entrevista.
Así, el presidente de Serbia señaló que las sanciones sólo habrían podido ser levantadas si él hubiera confirmado verbalmente que el NIS sería nacionalizado, algo que él rechazó de forma contundente.
"Los estadounidenses me dijeron: 'Señor presidente, fírmelo, no habrá sanciones, solo díganos que necesita tiempo para nacionalizar su industria petrolera'. Les dije: 'Eso me parece inaceptable. Nuestro país no es comunista ni fascista, y no nos gusta apropiarnos del capital ni de la propiedad ajena'", relató. "Me pidieron que diera su palabra, y yo les dije que, si la daba, tenía que cumplirla. Hay que agotar todos los recursos antes de pensar en algo así", añadió.
Una calma tensa
Gazprom Neft posee actualmente el 56% de NIS. Su director ejecutivo, Alexander Dyukov, viajó a Belgrado el lunes para reunirse con Vucic para calmar las aguas, algo que parece que logró, al menos temporalmente.
"Acabamos de concluir importantes conversaciones con la delegación rusa sobre el NIS y la energía en Serbia, y estoy satisfecho con la franqueza, el carácter constructivo y la sinceridad de las conversaciones", declaró Vucic en un vídeo dirigido a la nación. Según el mandatario, ambas partes mostraron disposición para encontrar soluciones equilibradas que beneficien a sus respectivos intereses.
"No son tiempos fáciles ni nos enfrentamos a una carga pequeña", reconoció, aunque prometió que "no habrá escasez de petróleo ni de derivados, ni ninguna crisis energética importante en Serbia". Por ello, instó a la tranquilidad: "Ciudadanos, mantengan la calma: el Estado está aquí para luchar por ustedes, en su nombre, por el futuro de Serbia, y seguiremos haciéndolo".
Vučić destacó que hubo un entendimiento mutuo entre Belgrado y Moscú: "Nuestros amigos rusos entendieron nuestro mensaje, nosotros comprendimos cuáles son sus intereses y haremos todo lo necesario en términos tácticos y estratégicos".
Pese a estas declaraciones tranquilizadoras, la tensión continúa latente. Además, el panorama energético se suma a la creciente presión interna sobre Vucic.
Desde noviembre del año pasado, decenas de miles de personas han salido a las calles impulsadas por el colapso de una marquesina de hormigón en una estación de tren en Novi Sad, donde murieron 13 personas. Los manifestantes culpan al Gobierno por corrupción y negligencia en las obras de renovación. Una posible escasez de gas en invierno no haría más que agravar la situación política del país.