María Luisa Segoviano Astaburuaga, con ella llegamos todas...

María Luisa Segoviano Astaburuaga, con ella llegamos todas...

Se ha convertido en la primera mujer en 200 años en presidir una de las cinco Salas del Tribunal Supremo.

La autora del artículo (derecha) en un encuentro con María Luisa Segoviano Astaburuaga (centro). TVE

“Las mujeres pertenecen a todos los lugares desde donde se toman las decisiones”.

Ruth Bader Ginsburg (1933-2020)

El pasado 30 de septiembre fue un día grande para la igualdad (la real, no la formal) en la justicia española.

A media mañana una magistrada traspasó uno de los umbrales más infranqueables de la judicatura española, aunque solo si eres mujer.

Se llama María Luisa Segoviano y es pionera. Se ha convertido en la primera mujer en presidir una de las cinco Salas del Tribunal Supremo, la Social, en los más de 200 años de historia de esta alta judicatura.

El hito tiene una especial relevancia si tenemos en cuenta que la justicia en España ha sido históricamente un coto vedado a las mujeres, que tuvieron prohibido por ley el acceso a la carrera judicial y fiscal hasta 1966.

Juzgar ha sido siempre una disciplina racional, formalista y alejada de lo humano. Distanciamiento perfectamente calculado como elemento generador de “autoridad” por la vía del miedo a lo desconocido. Las mujeres no eran aptas para juzgar, como tampoco lo eran para el combate. El afecto, la ternura o el cuidado son un desafío a la aceptación incondicional de la autoridad, y por ello esos valores fueron erradicados y confinados a las esferas privadas y femeninas.

La Justicia es un estamento desconocido y muchas veces ininteligible en la aplicación e interpretación de un derecho con severas carencias de la perspectiva femenina, tanto en el fondo como en la forma, siendo un ejemplo muy visual la prevalencia constitucional del sexo masculino en la sucesión al trono de la corona española o el estándar de diligencia civil del “buen padre de familia” o el “ordenado empresario” en lo mercantil .

¿Y dónde están las juezas?

Las últimas estadísticas del Consejo General del Poder Judicial español nos recuerdan que en el Tribunal Supremo español solo hay 16 magistradas de un total de 80 integrantes. En las salas Militar y Civil solo hay una mujer, a pesar de que en esta última Sala se dirimen los asuntos de familia, donde las mujeres encabezamos las estadísticas en materia de cuidados en todos los países del mundo (OXFAM enero-2020).

Solo 2 de las 17 presidencias de tribunales superiores de justicia tienen nombre de mujer y solo 10 presidencias de audiencias provinciales, de un total de 50, son dirigidas por magistradas. Nunca se ha conocido una magistrada presidiendo el Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial.

  María Luisa Segoviano Astaburuaga.TVE

Idéntica estampa de inequidad se reproduce en el Tribunal Constitucional español, donde solo se han conocido seis magistradas de un total de 64 integrantes desde la creación de este Tribunal en 1981, y nunca han cohabitado más de dos magistradas en este órgano compuesto por 12 integrantes.

Los datos expuestos visibilizan las dimensiones de un robusto techo de cristal blindado para las juezas, que somos más del 53% de la judicatura. Pero en la justicia ese techo es especialmente grave porque lastra las experiencias, aspiraciones y preocupaciones de toda una mitad de la población, infrarrepresentada allá donde se toman las decisiones judiciales de enjundia. 

La ausencia de mujeres en la cúpula de la Justicia es una anomalía democrática que redunda en la calidad de la Justicia porque no representa la mirada completa de una sociedad compuesta por mujeres y hombres.  

Hay que acercar la justicia a la sociedad a la que se dirige, integrando los valores asociados a la feminidad históricamente despreciados.

El Derecho tiene género y no es el femenino, por ello es urgente feminizar la justicia desde arriba, cambiando la jurisprudencia vinculante para quienes juzgamos desde abajo. Es hora de promover cambios transformativos que caminen hacia una sociedad más realista, igualitaria y corresponsable. Hay que acercar la justicia a la sociedad a la que se dirige, integrando los valores asociados a la feminidad históricamente despreciados, como la inteligencia emocional o el valor de los cuidados, promoviendo una justicia más humana y menos mecánica.

Por todo ello, hoy estamos de enhorabuena.

El ascenso de la compañera María Luisa Segoviano es un gran avance en nuestra lucha asociativa por la igualdad de género desde la justicia. Ella es una brillante jurista y reconocida embajadora de la perspectiva de género desde las entrañas de la justicia.

Hoy es un gran día para la igualdad, la real no la formal, porque con ella, todas hemos coronado la cima de la justicia española.

Avanzamos, lentamente, pero avanzamos…