Adrián, consultor en eficiencia energética, revela los mejores programas de la lavadora para ahorrar: "Depende lógicamente de cada familia"
Pequeños hábitos de consumo que pueden reducir la factura.

En los últimos años, con la factura eléctrica al alza, la lavadora ha pasado de ser un simple electrodoméstico cotidiano a uno de los aparatos más vigilados por los hogares. Aunque su uso es imprescindible, su consumo energético la ha convertido en una pieza clave para quienes buscan recortar gastos sin renunciar a una colada eficaz, de ahí la importancia de conocer ciertos trucos y ajustes que pueden marcar una gran diferencia.
Según el informe SPAHOUSEC del IDAE, el frigorífico sigue siendo el rey del consumo, con alrededor de un tercio del gasto de los electrodomésticos, pero la lavadora no se queda atrás y representa aproximadamente un 11% del consumo eléctrico de casa. “Depende lógicamente de cada familia”, resume Adrián Cifrián Gutiérrez, CEO de la consultora EficeCan, al explicar por qué no hay una regla única para todos los hogares.
“No es lo mismo cuando es una vivienda con dos personas, que ponen la lavadora una vez a la semana, o quien tiene una lavadora de hace 25 años”, apunta en declaraciones recogidas por El Diario. En su diagnóstico, los hábitos de uso (frecuencia, temperatura elegida y tamaño de la carga) marcan tanta diferencia como la propia antigüedad o eficiencia del aparato. Los expertos insisten en que gran parte de la energía de un ciclo se invierte en calentar agua.

¿Cómo reducir el gasto?
Entre el 80% y el 85% del consumo eléctrico de un lavado se destina únicamente a calentar el agua; el motor, el centrifugado y las bombas suponen la parte menor restante. Esa es la razón por la que bajar grados o apostar por ciclos en frío tiene un impacto directo en la factura. De la misma forma, la duración del programa de lavado es determinante, ya que los programas cortos y rápidos, paradójicamente, consumen más energía por minuto aunque duren menos tiempo.
Por el contrario, los programa ECO duran más y consumen menos, ya que están diseñados para optimizar el consumo usando menos electricidad. Cifrián destaca otros factores que influyen: la edad del equipo, la existencia de sensores de carga, la eficiencia del motor y, sobre todo, el uso que le da cada hogar. Una lavadora moderna con etiqueta energética alta y funciones inteligentes puede consumir mucho menos que una vieja, aunque inicialmente costara más.
La OCU cifra la vida media de una lavadora en torno a la docena de años y recuerda que los modelos más antiguos pueden duplicar el gasto respecto a los nuevos de alta eficiencia. Adrián añade una lista de hábitos de ahorro que pueden marcar la diferencia: llenar la lavadora hasta su capacidad óptima, usar centrifugados rápidos para reducir la humedad residual y evitar la secadora, limpiar filtros y descalcificar periódicamente.
