Magdalena de Suecia y la tiara que parece estar hecha para ella: la historia de la joya cuya primera dueña pudo ser reina de España en lugar de Victoria Eugenia
Una de las diademas más preciadas del joyero de la familia real sueca tuvo origen en una princesa británica de triste destino emparentada con la bisabuela de Felipe VI.

Mientras que la familia real noruega tiene un rol secundario en la entrega del Nobel de la Paz, donde ni el rey lo otorga, ni los royals se visten de gala, en Suecia es todo lo contrario. Los miembros principales de la casa real sueca se sientan en el escenario, el monarca es quien hace entrega a los distinguidos del preciado galardón, y después se ofrece un gran banquete en el Salón Azul del Ayuntamiento de Estocolmo con la presencia de los Bernadotte.
Por supuesto hay bandas, condecoraciones, trajes de gala y joyas, destacando las espectaculares tiaras procedentes del joyero de la familia real sueca. Hay varias piezas dignas de mención, pero hay una que llama la atención por su belleza y por lo bien que le queda a Magdalena de Suecia, tercera y última hija de los reyes Carlos XVI Gustavo y Silvia.

Se trata de la tiara Kokoshnik de aguamarinas, una de las diademas favoritas de la princesa. La ha utilizado en numerosas ocasiones, destacando un retrato oficial en el que dominaba el azul por el color de sus ojos, sus pendientes, el vestido, la banda de la Orden de los Serafines y por supuesto las aguamarinas que embellecen esta tiara. Y aunque ha sido llevada por otras mujeres de la familia real, nadie la luce como ella. Y para muestra, los Nobel 2025, cuando deslumbró con la Kokoshnik, combinada con los mismos pendientes del citado retrato real.
Casualidades de la vida, en la edición anterior de los Nobel quien se colocó la tiara de aguamarinas fue su cuñada, la princesa Sofia. Es habitual que la esposa de Carlos Felipe de Suecia prefiera usar su tiara nupcial en las cenas de gala, customizándola para que las piedras preciosas hagan juego con su vestido. Así lo hizo en la entrega, pero es tradición que la noche siguiente, la del 11 de diciembre, el rey de Suecia ofrezca un banquete en el Palacio Real de Estocolmo en el que vuelve a haber despliegue de joyas. Fue ahí cuando Sofia de Suecia debutó con la tiara de aguamarinas.

Y decía casualidades de la vida porque en estos Nobel ella ha sido la gran ausente. Oficialmente porque fue madre por cuarta vez en febrero de 2025 y tiene agenda reducida, pero a nadie se le escapa que esa mañana se había publicado que aparecía en los papeles de Epstein por haberse reunido en varias ocasiones con el criminal sexual 20 años atrás. La propia casa real sueca lo confirmó. ¿Sabían que se iba a publicar tiempo antes y por eso no se anunció su presencia? Tiene pinta de que fue así.
Margarita de Connaught, la primera dueña de la tiara
Pero dejemos de lado a la hija y la nuera de Carlos XVI Gustavo de Suecia y viajemos a un pasado mucho más remoto. En 1905 la princesa Margarita de Connaught, hija de los duques de Connaught y nieta de la reina Victoria de Reino Unido, se casó con el que sería Gustavo VI de Suecia. Ese mismo año se conocieron el rey Alfonso XIII de España y la princesa Victoria Eugenia de Battenberg durante la visita del monarca a Londres.

Alfonso XIII buscaba esposa entre las nietas de la reina Victoria, pero sobre todo entre las hijas del duque de Connaught. Tanto Margarita como Patricia, conocida como Patsy, eran firmes candidatas a ser reinas de España, pero no lo fueron ni la una ni la otra. La mayor, conocida como Daisy, conoció a Gustavo Adolfo de Suecia y enseguida se casaron. La pequeña no quiso saber nada de Alfonso XIII. No deseaba ser reina de España, ni de ningún otro sitio, y de hecho acabó casándose el almirante Alexander Ramsay y renunció a su título de princesa. Pero esa es otra historia.
Así fue como el rey se fijó en Ena, prima hermana de las Connaught, una princesa de segunda fila, hija de Beatriz de Reino Unido y Enrique de Battenberg, con la que Alfonso XIII se casó enamorado en 1906. Lamentablemente la felicidad del matrimonio no duró. La que sí fue feliz en su vida conyugal fue Margarita de Connaught, convertida en princesa de Suecia y primera dueña de la tiara de aguamarinas.
El origen de la joya apunta a dos versiones. Una es que fue un regalo nupcial de sus padres, algo habitual en la realeza. Otra, la que ofrece The Royal Watcher y parece más fiable, es que la diadema llegó más tarde al joyero de Daisy. Sea como fuere, ella fue la primera que adornó su cabeza con esta diadema compuesta por cinco aguamarinas ovaladas adosadas a un soporte de diamantes y platino con celosías verticales que son las que le dan el estilo kokoshnik, es decir, el estilo ruso. Y hasta ahí, porque de rusa la tiara no tiene nada.

La joya no fue demasiado utilizada por Margarita porque murió en 1920 cuando esperaba su sexto hijo. Tenia 38 años y nunca llegó a ser reina. 12 años más tarde su hijo mayor se casó con Sibylla de Sajonia-Coburgo y Gotha. Fue ella la que más veces llevaría esta diadema. La madre de Carlos Gustavo de Suecia murió en 1972 sin haber sido reina debido al trágico accidente de avión de su marido, el príncipe Gustavo Adolfo, en 1947.
La tiara se la quedó Margaretha de Suecia
Lo lógico podría haber sido que la tiara se la hubiera quedado Carlos Gustavo de Suecia, rey desde 1973, pero no. Sibylla se la legó a su hija mayor, la princesa Margaretha, casada en 1964 con el británico John Ambler y alejada de la corte. Llevó esta pieza en la boda de su sobrina, la princesa heredera Victoria, en 2010, y cinco años después en la de otro sobrino, el príncipe Carlos Felipe.

Fuera por necesidad económica o por tener pocas oportunidades para lucirla, parece que Margaretha acordó que si ella no podía usarla, cedía la tiara de aguamarinas al joyero de las Bernadotte, con más oportunidades para ponérsela. Fue así como se convirtió en una de las favoritas de la princesa Magdalena. Victoria de Suecia la ha llevado alguna vez, no así la reina Silvia. Teniendo en cuenta que parece una diadema reservada a princesas que nunca reinaron y que parece hecha a medida para la duquesa de Hälsingland y Gästrikland, la tiara de aguamarinas tiene ya su princesa favorita.
