Pocos sabrán cuál es el licor italiano que tiene un sabor idéntico al de la piruleta
Una mezcla de sabores que crea una sensación sorprendentemente familiar.

Hay sabores capaces de atravesar el tiempo y llevarnos de vuelta a la infancia con un solo sorbo o un mordisco. Aromas dulces, notas frutales y ese punto inconfundible de caramelo que despiertan recuerdos casi olvidados. Son sabores que no solo se prueban, sino que se recuerdan y que a veces reaparecen donde menos se espera, camuflados en propuestas pensadas para adultos pero cargadas de pura nostalgia.
Detrás de esa sensación se encuentra el amaretto, un licor italiano que muchos describen como “idéntico al sabor de una piruleta”. Con un sabor dulce pero con carácter, con notas de almendra amarga, cereza y vainilla que se mezclan en boca hasta crear una sensación sorprendentemente familiar. No resulta empalagoso, sino envolvente, con ese equilibrio entre azúcar y amargor que recuerda a los caramelos clásicos de color rojo intenso.
La historia del amaretto arranca en la Lombardía renacentista, en el pequeño municipio de Saronno, donde una leyenda cuenta que en 1525 una posadera ofreció un licor casero al pintor Bernardino Luini, alumno de Leonardo da Vinci, como gesto de gratitud y cariño. Ese gesto humilde y romántico fue el origen de una bebida que, con el tiempo, se transformó en emblema de Italia.
¿Por qué recuerda a una piruleta?
La respuesta está en la química natural de sus ingredientes. No siempre se prepara solo con almendras, sino que muchas recetas tradicionales usan huesos de albaricoque, almendras amargas y otras frutas y esencias. Esos huesos contienen benzaldehído, el compuesto que aporta el aroma almendrado y que coincide con el responsable del aroma de muchas piruletas y caramelos. Azúcar, vainilla y notas frutales completan la mezcla y dan como resultado ese “caramelo líquido” tan identificable.
Marcas como Disaronno, Lazzaroni o Gagliano Marcati han profesionalizado y globalizado la receta. En el caso de Disaronno, su imagen es casi tan famosa como su líquido: la botella cuadrada y facetada fue concebida por un maestro soplador de Murano en el siglo XX y hoy es un símbolo reconocible en bares y hogares de todo el mundo. Esa estética inconfundible ha contribuido a convertir el amaretto en algo más que un licor.
En Italia este néctar se disfruta de muchas maneras: solo con hielo, en cafés, en repostería y en coctelería, donde clásicos como el Amaretto Sour han vuelto a cobrar prestigio gracias a la reinterpretación de bartenders contemporáneos. Su graduación, entre 25º y 30º, lo hace accesible y versátil. Aunque si lo que buscas es una experiencia que recuerde a la piruleta roja de la infancia, algunos aficionados recomiendan mezclar un chorrito de amaretto con un toque de granadina.
