El arco de Granada que formó parte de un majestuoso castillo y resiste al paso del tiempo siendo una huella del pasado medieval
Uno de los pocos monumentos medievales intactos de la región.

Granada es un auténtico paraíso para los amantes del arte y la historia, con un rico patrimonio que abarca desde los azulejos nazaríes hasta el arte románico y renacentista. Cada rincón de la ciudad presume de una belleza y un legado cultural inigualable. Más allá de los emblemáticos recintos de la Alhambra y la Alcazaba, existe una joya de menor tamaño pero igual de fascinante que sus compañeros granadinos.
Estamos hablando del Arco de Somera, un vestigio monumental que evoca tiempos de fortalezas y asedios. Esta única puerta, construida en sillería, era parte de la muralla que protegía la antigua alquería de Al-Fajjar, nombre árabe que puede traducirse como “alquería del alfarero” y que da fe de la tradición ceramista de la zona. Ahora se puede visitar en el casco antiguo de la localidad de Alfacar, al norte de la provincia granadina.
Según recogen documentos antiguos, la Alquería de Alfacar disponía en la Edad Media de dos recintos fortificados, de los cuales apenas quedan hoy algunos fragmentos visibles. El primero, denominado “alcázar”, abarcaba la zona que hoy ocupan la Plaza de la Iglesia, las calles Cárcel y Zancanal, y el borde de la meseta al sur y al este. El segundo, más extenso, envolvía el resto del casco antiguo hasta el cercano baño árabe.
Una puerta al pasado
Del primer recinto apenas se conservan restos de muros en la calle de acceso a la iglesia y una torre de sillería en un huerto al final de la calle Zancanal. Sin embargo, el único vestigio visible del segundo cerco defensivo es el Arco de Somera, situado en uno de los laterales de la calle Cuba. Durante siglos, este arco ha servido no solo como punto de entrada, sino también, de forma sorprendente, como soporte para viviendas anexas.
Esta estructura fue concebida como puerta de acceso ordinario a la ciudad medieval. Está construida en sillería de piedra franca y presenta una bóveda de cañón rebajado con una luz de 2,40 metros de altura y 3,65 metros de longitud, dimensiones que ponen de manifiesto la solidez de la arquitectura militar medieval. Además, fue reconocida como Bien de Interés Cultural en 1985, constituyendo actualmente uno de los pocos monumentos medievales intactos.
Hasta hace pocas décadas, en su parte superior se levantaba un cobertizo habitado, cuyo acceso se abría a través de una puerta lateral en la estructura del arco. Hoy en día, estas modificaciones han desaparecido, y el Arco de Somera luce enlucido, aunque conserva a la vista sus sillares originales en algunos costados. Su pervivencia refuerza el compromiso de Alfacar con la recuperación del patrimonio local.