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Investigadores descubren que la impresionante pila de piedra del dolmen de Matarrubilla viajó miles de kilómetros en balsa

Investigadores descubren que la impresionante pila de piedra del dolmen de Matarrubilla viajó miles de kilómetros en balsa

Es la primera evidencia de transporte fluvial de un megalito.

Dolmen de Matarrubilla.Europa Press

Un trabajo publicado recientemente en Journal of Archaeological Science desvela que la enorme pila de piedra que se halla en el interior del dolmen de Matarrubilla fue transportada hace unos 5.000 años desde la otra orilla del antiguo golfo del Guadalquivir, a bordo de embarcaciones primitivas. Tras varios kilómetros, terminó en su emplazamiento definitivo antes incluso de levantarse el tholos que la alberga.

El dolmen de Matarrubilla es una singular estructura megalítica que se alza en el yacimiento sevillano de Valencina de la Concepción, el mayor asentamiento de la Edad del Cobre en Europa. En su interior se encuentra una colosal losa de grandes dimensiones: 1,7 metros de largo, 1,2 metros de ancho y casi medio metro de alto. Con un peso superior a las dos toneladas, esta piedra fue descubierta en 1917 en el interior del dolmen.

Presenta en su cara superior una depresión labrada que sugiere que en un pasado tuvo un uso ritual o funcional. Además de por su excepcional tamaño, la piedra destaca por su material: la cataclasita yesífera, una roca con vetas de colores verdes, blancos y rojos que no se localiza en el entorno de Valencina, sino en afloramientos situados al otro lado del desaparecido golfo, cerca de Las Cabezas de San Juan, a unos 55 kilómetros en línea recta.

Un descubrimiento histórico

Según el estudio, la piedra viajó por agua en balsas o pequeñas barcas a lo largo del antiguo cauce del Guadalquivir, consolidándose como la primera evidencia de transporte fluvial o marítimo de un megalito durante la Prehistoria peninsular. Una vez alcanzada la orilla occidental, fue arrastrada o deslizada sobre trineos alrededor de 3 km de terreno cuesta arriba hasta Valencina, probablemente con la ayuda de decenas de trabajadores o cuadrillas de bueyes.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo liderado por Luis M. Cáceres Puro empleó análisis geoarqueológicos, morfométricos y dataciones por luminiscencia ópticamente estimulada (OSL), que permite medir cuándo los minerales fueron enterrados por última vez. De esta forma, se ha determinado que la pila fue colocada dentro de la cámara funeraria entre el 4544 y el 3227 a.C., mientras que el tholos se levantó entre 1.800 y 800 años más tarde.

Contrario a las hipótesis iniciales que apuntaban al uso de herramientas de cobre para tallar la pila, las marcas en la roca revelan huellas de hachas y azuelas de piedra pulida. El modelado desde múltiples ángulos sugiere un proceso de talla meticuloso. Los investigadores proponen que la elección de esta cataclasita yesífera se debía a su singularidad cromática y a su posible valor simbólico.