Meritxell Falgueras, de 'Mujeres del vino': "Si en el sector del vino eres hija de bodeguero ya no piensan que estás ahí por haberte f*... a alguien"
Entrevistamos a Meritxell Falgueras, sumiller, comunicadora, bodeguera y autora del libro 'Mujeres del vino'.

Meritxell Falgueras (Barcelona, 1981) sabe muy bien lo que es el mundo del vino. Es la quinta generación del Celler de Gelida, lo que le llevó a tener muy claro a lo que quería dedicarse. Su familia se lo puso fácil, pero no tanto un sector en el que el machismo ha estado muy presente. Falgueras sabe bien lo que es sufrirlo y por ello ha luchado contra esta lacra desde Mujeres del vino, un movimiento fundado por Anne-Joséphine Cannan que trabaja para lograr una igualdad real en el sector enológico.
La catalana también lo ha pasado mal por hacer las cosas a su manera, por tratar de innovar y por comunicar de una forma que no todos han visto bien. Lo ha pasado mal, sí, pero ya no se calla y quiere que otras alcen la voz y encuentren su sitio en un mundo apasionante que necesita a más mujeres. Por ello ha contado su historia y las de otras muchas en Mujeres del vino, un libro lanzado el 15 de octubre de 2025 que se presenta en Madrid el 20 del mismo mes. En este acto se celebra un showroom en el que se pueden catar más de 50 vinos y charlas con la autora y otras mujeres relevantes del mundo del vino.
¿Por qué escribiste el libro Mujeres del vino?
Mi familia lleva 130 años en el mundo del vino. Me he criado entre botellas y de pequeña quería ser María Isabel Mijares, que ha sido nuestra gran rompetechos, por eso hemos creado también los Premios Mijares cuando falleció el año pasado. Yo he sufrido el machismo en mis carnes y por ello ha sido también como terapéutico escribir el libro para hacer las paces o defender a esa niña que fui, que no tenía ni las armas, ni era el momento histórico, y que me he tenido que callar y aguantar muchas cosas. Aunque sé que soy una privilegiada porque ser hija de te exime de '¿a quién te has follado?'. Un 60 por ciento de las mujeres que nos dedicamos al vino es por legado familiar y es muy difícil denunciar las prácticas de machismo con alguien de tu familia. Y recordemos que muchas de ellas están en un entorno rural, que es muy difícil encontrar diferentes trabajos. Hay mucho silenciamiento en un sector que es muy patriarcado. Estos señoros están más pendientes de vender. Por ejemplo ahora se vende que todo es ecológico y que hay que ser los más sostenibles, pero la conciliación y el feminismo y tal, pues eso ya no. No he visto en una bodega presumir de ello. Muchos dicen que tienen muchas mujeres trabajando, pero de secretaria, de enoturismo, de comunicación. El titular es que solo un 20 por ciento de los bodegueros mundiales son mujeres.
Hablas de que un 60 por ciento de las mujeres que os dedicáis al vino os viene de familia. ¿Cómo se ve en el sector? ¿Os llaman nepo babies o algo similar?
No, para nosotros ser 'la hija de' te exime de que pregunten a quién te has follado. Ya tenemos bastante el síndrome de la impostora. Hay un capítulo en el que pongo de broma 'Las hijas de'. Por ejemplo Mireia Torres, que es superexperta en I+D, es la hija de Miguel Torres, quinta generación, me ha contado que cuando era pequeña, no en Torres, en otras bodegas, le preguntaban si tenía la regla, porque si era así no podía entrar en la sala de fermentación. Y es que esto nos ha pasado a todas. Pero mi tesis es que si a Mireia Torres o a mí, que mi hermano, mi padre y mi exmarido están en el sector, nos han pasado estas cosas, qué les habrá pasado a las demás. Que yo en teoría tenía y tengo dónde caerme de pie, tengo voz y cuento abusos muy fuertes en el libro, y eso ha ocurrido y parece que aquí no pasaba nada. Y me ha pasado a mí, que en teoría no era tan fácil meterse conmigo.
Pero en el sector se me ha criticado mucho por ejemplo por cómo comunico, que te puede gustar o no porque no soy una croqueta, no puedo gustar a todo el mundo, pero mucho ha sido también porque soy mujer, porque soy rubia, porque soy extrovertida, por esa necesidad que tenemos de gustar, de ser agradables o excesivamente simpáticas. Muchas veces dicen que como eres guapa sales en la tele; pues no, es porque soy muy buena comunicando. Pero te lo acabas creyendo. Y ahora que tengo 44 años digo que eso era machismo, pero no me daba cuenta, pero en su momento pensaba que quizás era porque no caía bien o que tendrían razón. Cuando lancé mi primer libro hace 14 años hablaba de un vino para tomar con tejanos, un vino para cuando te divorcias... Todo el mundo en el sector decía que era una tontería y ahora es lo que hacen en las redes.
Cuando estaba embarazada de mi hijo, hace ocho años, escribí un libro que se llama ¿Qué beber cuando no bebes? sobre bebidas sin alcohol y todo el mundo me llamaba loca porque hablaba de vinos sin alcohol y decían que les quería arruinar. Es que esto va a pasar y un sumiller tiene que saber de todo y también para la gente que no bebe, sea por un embarazo o para siempre. Lo estaba haciendo muy bien y me han machacado mucho. Había mucho machismo en eso y es ahora cuando me doy cuenta.

Dices que si eres hija de un bodeguero y te dedicas al sector ya no piensas que estás ahí por haberse acostado con alguien. ¿Qué ocurre con los hombres que siguen la tradición familiar, como por ejemplo tu hermano?
Con los hombres no pasa nada. En el caso de mi hermano está en la tienda y es quien se lo ha currado porque a mí lo que me gustaba era comunicar y me he ido, pero hay muchísimos casos en pleno 2025 en el que no hay mujeres. Y cuando digo las mujeres es verdad que con las hijas todavía, pero de las hermanas de muchos bodegueros famosísimos no sabes nada. Hay algunas a las que les pagan un sueldo vitalicio para que no vayan a trabajar allí. Resulta que algunos piensan que la mujer seguro que lía o hace discutir a la gente, o sea, arquetipos de mierda que aún se tienen, como el miedo a perder el apellido. Es superfeudal y nadie decía nada.
El mundo del vino va un poco más despacito en esto. Estamos hablando de señoros que ahora como todo es eco y sostenible, a ver quién es más eco y sostenible, pero ¿cuándo van a presumir de las mujeres que tienen en la bodega? Queremos poner luz no para señalar a las bodegas más machistas del sector, que ya cada uno sabe, sino para intentar construir y mostrar que hay muchas mujeres haciendo cosas interesantes. He visto fotos de congresos donde todos son hombres y te dicen que es porque no había mujeres que supieran sobre el tema. Pues yo en el colectivo Mujeres del vino tengo expertas en poda, en biodinámica... Si no has encontrado mujeres es que quizá no has buscado mucho. Yo también cuando hacía artículos pensaba siempre en los mismos para entrevistar y empecé a preguntar en un grupo de Whatsapp que tenemos y construía artículos donde las voces eran femeninas. Porque así es como cambias, con nuevos referentes y dando voz. Mi tesis vital es que no te cansas de hacer muchas cosas, de lo que te cansas es de no sentirte valorada.
¿El sector del vino en España es machista?
Por suerte esto va a cambiar y todos estos señores ya se están haciendo mayores. Es como lo de fumar, que dices ¡uff, que mal queda! Pues la gente que hacía estos comentarios de mierda ya no está. Para ponerte un ejemplo, cuando estaba dando el pecho a mi hijo hace 7 años (2018) me criticaron abiertamente en Facebook y la gente del sector ponía likes a cosas muy fuertes. Si se hubieran metido conmigo porque era bizca o gorda, la gente me hubiera defendido, pero como me decían que me gustaba enseñar pierna o que iba demasiado maquillada pues la gente ponía likes. Dijeron también que era experta en mamadas y la gente se reía. Y a mí se me cortó la leche. Esto fue hace siete años. Pero ya no era que salieran a defenderme por ser yo, sino porque no se puede decir eso. Es como antes que pegaban a la vecina y decías, 'bueno, cada uno en su casa', y ahora dirías que vas a llamar a la policía.
He tenido muchísimas de estas cosas en redes y al final la unión de Mujeres del vino es porque no quiero que a mis compañeras les pase algo así y deseo que tengamos una red. En mi caso en ese momento no fui capaz de sacar pecho y decir que a mí así no se me trataba. Era más como 'mejor callarme' o que el mejor desprecio es no hacer aprecio, pero que no, que no se puede tratar así a alguien. Esto le pasa a una amiga y yo saldría a defenderla. ¿Y por qué a mí no? Pero ese momento mejor ser discreta, buena chica, las marcas con las que colaboro no quieren líos... Pero no podemos hacer eso porque así no cambiaríamos y las mujeres estaríamos aún sin votar. Es cierto que yo también hago mucha autocrítica de mí misma, de que tal vez ese problema de querer gustar demasiado y que yo he estado también mucho tiempo pues como retirada en casa, siendo la mujer de un bodeguero y criando. Con la depresión posparto de mi segundo hijo fue cuando Anne Cannan me pidió que les ayudara a llevar la comunicación. Y me lo dijo porque vio que estaba en casa con la sensación de que no servía para nada y que todo lo hacía mal. Tenía la autoestima por los suelos y empezar con ellas me empoderó muchísimo, me divorcié y mira qué feliz estoy.

¿Podemos decir entonces que el mundo del sector del vino en España ha sido machista y lo es pero cada vez menos?
Sí. Cuando yo estudié sumiller hace 25 años éramos dos tías en la clase. Ahora yo voy a dar clase y un 55 por ciento son mujeres. Eso me encanta porque quiere decir que algo estamos haciendo bien. Consulté si debíamos acabar con Mujeres del vino y me dijeron desde el Instituto Más Mujeres que no podíamos porque no estamos en un momento igualitario. Ojalá pudiera, pero aún no es el momento. Y luego hice un estudio porque pensé que quizá yo tenía la piel muy fina y quería saber la percepción de otras mujeres del sector. Fue anónimo porque si no nadie se juega su pan, así que las Mujeres del vino fueron generosas. Resultó que el 90 por ciento había tenido abusos machistas de todo tipo o que un 72 por ciento había ido a actos en los que era la única mujer o había pocas. Y allí encontré fuerza y eso me ayudó a encontrar las palabras para explicar un episodio muy desagradable. Fue un intento de violación cuando tenía 18 años. Pero antes el abuso no era abuso, te callas, te pueden decir que te lo habrás buscado, que si vistes sexy, que si habrás bebido... Yo en ese momento no lo denuncié, ahora no lo puedo demostrar, tampoco lo pongo por escrito. Piensas que a ver si pierde el trabajo y le deja su mujer, pero luego dices que ¡encima te preocupas de otro! Pero ser valiente también es ser buena.
¿Ves cantera entre las nuevas generaciones que se quieran dedicar al vino y que están empezando?
Sí, es una pasada. Las enólogas ahora están superpreparadas. Antes estaba Mijares, que era la única que tenía el título porque había ido a Burdeos, y ahora ya hay bodegas que pasan de padres a hijas sin drama o algunas veces de madres a hijas. Y me lo he pasado muy bien investigando porque yo soy licenciada en Humanidades con doctorado en comunicación y cuando intentas buscar literatura de vino y mujer hay poquísimo. Todo es de las viudas del champán, que eran inventoras pero pasaban a la historia como viudas de un hombre. Siempre es describirnos por el otro. Con este libro quiero visibilizar historias. Hablo de 200 mujeres en el libro y las voy entrelazando en mi relato personal, en mi ensayo, pero me siento fatal porque he hablado solo de 200 y hay 2.000 que se lo merecen y 20.000 que son anónimas que seguramente aún son más cracks. Y hay que seguir con el movimiento y que enseñen a las mujeres en las bodegas igual que presumen de que son los más ecofriendly. Solo un 15 por ciento de los CEOs en el mundo del vino son mujeres. Pues que todo esto vaya removiendo y cambiando conciencias y sobre todo perspectivas. Todavía hay mucho ‘cuñado’ que te dice que vas de feminista pero que te gusta arreglarte. Yo les digo que no han entendido nada. Es verdad que antes me sulfuraba y ahora he aprendido a pasar. Pero yo veo que el tiempo nos da la razón.
