María Pastor, psicóloga, muy franca sobre el caso de los padres que abandonaron a su hijo en el aeropuerto del Prat: "Se le va a quedar marcado de por vida"
Las secuelas del trauma pueden aparecer con el tiempo.

Hace tan solo unas semanas se vivió una de las situaciones más surrealistas jamás vistas en el aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat: unos padres abandonaron a su hijo de diez años en la terminal y continuaron el viaje sin él. El suceso salió a la luz cuando una coordinadora aérea, identificada como Lilian, contó en TikTok que el avión regresó a parking después de recibir aviso de que había un menor solo en la terminal.
El testimonio se difundió rápidamente y alcanzó cientos de miles de reproducciones, lo que multiplicó la indignación entre usuarios y medios. El padre y la madre alegaron que el niño no podía embarcar porque su documentación no estaba en regla y que no estaban dispuestos a perder el billete, por lo que optaron por llamar a un familiar para que fuera a recoger al menor mientras este esperaba solo en la terminal.
El personal del aeropuerto alertó a la Guardia Civil, que localizó a los progenitores y a su otro hijo y trasladó a los implicados a dependencias policiales para identificarles y tramitar las diligencias oportunas. Ante el caso, la psicóloga María Pastor, entrevistada en el programa YAS verano de Antena 3, calificó la situación como “una ruptura en toda regla del apego” y advirtió sobre las consecuencias emocionales.
Un hecho evitable
“Es una sensación de abandono. No solamente hay una falta de la ruptura del vínculo de seguridad que tienen que dar los padres, sino que se genera un sentimiento de desconfianza en la propia familia que son los que deben cuidar y proteger”, afirmó la psicóloga en la entrevista, subrayando que las secuelas del trauma pueden aparecer con el tiempo si no se gestionan adecuadamente. “Evidentemente, eso se va a quedar marcado de por vida”, añade.
Pastor explicó que, aunque el menor tenga cierta madurez, los diez años siguen siendo una edad vulnerable y que habría existido la alternativa de retrasar el vuelo o que uno de los progenitores permaneciera con él hasta la llegada de un familiar, en lugar de dejarle solo en la terminal. Añadió que el impacto emocional no siempre es visible de inmediato y que la claridad en la explicación y la presencia de un adulto de confianza son claves para minimizar daños a largo plazo.
El caso ha abierto además un debate público sobre la responsabilidad parental y los límites a la hora de priorizar un viaje frente a la protección de un menor. Familia, autoridades y especialistas coinciden en la necesidad de que hechos así se analicen no solo desde la justicia, sino desde la perspectiva del bienestar del niño: la intervención psicológica y el seguimiento por parte de los servicios sociales serán determinantes para determinar el alcance de las consecuencias.
