El escándalo de Sarah Ferguson provoca otro conflicto entre Carlos III y el príncipe Guillermo
La diferencia de criterios a la hora de actuar puede pasar factura a la relación entre padre e hijo, ya tensa por el acercamiento de Carlos III al príncipe Harry.
No hay paz para la familia real británica. Parece que cuando no es una cosa es otra, solo que hay asuntos más graves que otros. La muerte de la duquesa de Kent todavía está reciente, al igual que la visita del príncipe Harry, con todo lo que implica por aquello de que se habla de una reconciliación o un acercamiento que quiere Carlos III, pero rechaza el príncipe Guillermo.
Y por si fuera poco, ha vuelto la pesadilla York. Después de la polémica generada por la presencia del príncipe Andrés y Sarah Ferguson en el funeral de la duquesa de Kent, donde se quedaron a las puertas de la Catedral católica de Westminter de Londres como si tal cosa, tratando de hablar con unos y con otros, y con el príncipe de Gales ignorando lo máximo posible a su tío, ocurrió algo peor.
Daily Mail y The Sun revelaron que la duquesa de York había enviado un email en 2011 al pedófilo Jeffrey Epstein para disculparse tras una entrevista en la que renegó de él. Le calificó como un amigo fiel, generoso y supremo para ella y su familia, y lamentó haber tenido que desmarcarse de él. Si lo hizo fue para evitar escándalos a la monarquía y para proteger su carrera como escritora de libros infantiles y filántropa. Y si se disculpó, ha explicado que fue para evitar una posible demanda por difamación.
El caso es que ha sido un completo escándalo. Sarah Ferguson, que recibió dinero de Epstein para pagar sus deudas, mintió y siguió llamando fiel amigo al criminal sexual, y aunque hayan pasado 14 años desde el correo, y Epstein lleve seis muerto, la gravedad de los hechos es tan grande que su imagen pública ha quedado muy tocada. Tanto es así que las organizaciones con las que Sarah Ferguson estaba vinculada como patrocinadora o embajadora le han expulsado.
Por otro lado, está su papel en la familia real británica. Los caídos en desgracia York viven en el Royal Lodge, una de las residencias reales más icónicas de Windsor, de donde no logran moverles. Además, se les ha permitido acudir a funerales, misas de Pascua y navideñas. ¿Se va a acabar esto? El príncipe Guillermo quiere que sí, pero Carlos III no lo tiene tan claro.
Como señala Daily Mail citando a fuentes reales, el monarca no quiere repudiar completamente al príncipe Andrés y Sarah Ferguson porque siempre han sido leales a él y a la corona. Ellos nunca han criticado a la monarquía ni en público, ni en privado, y nunca se han planteado conceder entrevistas negativas, algo que sí han hecho el príncipe Harry y Meghan Markle.
De hecho, el miedo que tiene Carlos III es que si condena a la expareja al ostracismo, su excuñada salga a hablar y abandone su lealtad al rey y a la monarquía. Se entiende sin embargo que este extremo sería poco probable aunque solo fuera por sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia, que acabarían pagando los platos rotos.
El príncipe Guillermo quiere que su padre actúe
Aquí choca con su hijo. Si por un lado el príncipe Guillermo está en contra de acercamientos con su hermano, y tampoco ve con buenos ojos que su padre se reconcilie con el duque de Sussex, en el caso de los York también quiere ir con todo. Considera que sus tíos son dos oportunistas que ya le tenían harto antes de la filtración del correo, así que ahora todavía más.
La citada fuente asegura que el heredero siente que el príncipe Andrés y Sarah Ferguson son una vergüenza y quiere presionar a su padre para que actúe de una vez. Como mínimo, que les deje de invitar a los actos familiares para que no se les pueda fotografiar nunca más con ellos.
Y ya que estamos, que les desaloje de una vez del Royal Lodge. En su momento, el rey ofreció a su hermano Frogmore Cottage, una residencia más pequeña, pero más moderna, pero Andrés se hizo fuerte en la casa y se negó a mudarse. Ahora todo puede cambiar, pero esta nueva guerra ya ha provocado otro conflicto entre el indulgente Carlos III, y el más duro y firme Guillermo.