La destrucción ecológica de los incendios, un desastre medioambiental con pocos precedentes que necesitará décadas para recuperarse
Hasta el viernes, los cálculos apuntaban a que las llamas han arrasado con 115.000 hectáreas de nuestro país, una ola de devastación natural con pocos precedentes en nuestro país. ¿Se podrán recuperar esos bosques?

Las imágenes de montes calcinados y columnas de humo visibles a kilómetros han copado la actualidad informativa esta semana. La ola de incendios forestales que asedia España, desde Galicia hasta Andalucía, pasando por Extremadura, Castilla y León, la Comunidad Valenciana y Madrid, está dejando un balance devastador: tres vidas perdidas, de momento, varios heridos, miles de personas evacuadas y decenas de miles de hectáreas arrasadas en apenas unos días.
Aunque todavía es pronto para hacer una una valoración con el suficiente nivel de conocimiento, Miguel Ángel Hernández, portavoz de Ecologistas en Acción, confirma que estamos ante "una ola de destrucción con pocos precedentes en la historia de España, de muchas cosas. La primera, de un patrimonio forestal que es un bien para todos y que nos hace mucha falta". Nos presta muchos "servicios ecosistémicos", ayuda a proteger el suelo, nos ayuda a conservar el agua y a proteger nuestra biodiversidad... "La destrucción, ante la persistencia de los fuegos y la intensidad con la que se han desarrollado en algunas zonas, por lo menos en este instante, va a ser total en todos esos niveles del patrimonio forestal y natural que albergan todos estos montes", analiza el portavoz de la organización.
Coincide con él Mónica Colmena, técnica del programa de Bosques de WWF España, que afirma que este desastre ecológico necesitará décadas para recuperarse: "Cuando ves el incendio, lo primero que nos llega son cuántas hectáreas se han quemado, pero no llegamos a hacer esa reflexión de cuánto daño ha hecho porque el fuego lo cambia todo: la estructura del bosque, el suelo, la forma en la que circula el agua, la capacidad del ecosistema para capturar CO2... y eso tarda mucho en recuperarse", reflexiona Mónica Colmena.
Como advierten los expertos, aún es pronto para sacar conclusiones inamovibles, pero lo que sí se puede afirmar es que estamos ante un desastre medioambiental de enorme magnitud. "Es algo que veía venir", señala Colmena. Aunque el número de incendios viene bajando año tras año, como afirma la experta, y se ha reducido hasta un 35% la superficie quemada, la tendencia ha cambiado y muy probablemente empiece a aumentar. "Los incendios a los que nos estamos enfrentando cada vez son más grandes, son grandes incendios forestales que son los que identificamos como superiores a 500 hectáreas, que en condiciones como la que tenemos ahora de tormenta perfecta —ola de calor, tormentas secas con muchos rayos y mucho viento— hacen que la propagación sea muy rápida", explica.

Y aunque las condiciones climáticas están detrás de la violencia de esos fuegos, no hay que obviar dónde realmente está el foco del origen del incendio. "Ahora mismo, la superficie forestal arbolada continúa creciendo año tras año y no hay inversión en gestión preventiva, pues el abandono rural hace que la gente que tradicionalmente estaba en el monte ya no esté. Ahora tenemos muchos bosques de repoblación, masas repobladas de los años 60-70, masas monoespecíficas que se extienden a lo largo de muchísimas hectáreas de especies altamente inflamables. Sin embargo, si tenemos lo que llamamos un paisaje mosaico, en el que se mezclan zonas más arboladas, zonas adehesadas, cultivos, ganadería extensiva, pues no adquieren la magnitud que adquieren ahora. El fuego encuentra corte", argumenta Colmena.
El poder regenerador de la naturaleza
En menos de una semana, gran parte del paisaje de nuestro país ha visto desaparecer el verde para transformarse en un apocalíptico escenario de destrucción humeante de color gris del que casi todos hemos sido testigos a través de la televisión, las redes sociales o en el propio lugar mientras nos preguntábamos si es posible la recuperación de esos bosques. "Sí, sí", afirma rotundo Hernández, aunque advierte que la intensificación de los fenómenos extremos, de lluvias intensas y calor, lo hace todo más complicado: "Los montes se pueden regenerar, tardarán mayor o menor tiempo, dependiendo de las condiciones, porque cada caso es diferente, tenemos un país muy diverso con tipos de montes y de bosques diferentes, pero generalizando, los montes saben regenerarse incluso por sí mismos, sin demasiada ayuda del hombre", concluye.
"Evidentemente, si tienes fuegos recurrentes y especies que no tienen una capacidad de regeneración, pues va a ser más difícil. Si a eso le sumas que, por un lado, puedes tener lluvias intensas que te arrastren el suelo y las cenizas, que normalmente sirven de fertilizante, y luego tienes sequías larguísimas que secan los retoños, pues peor aún", argumenta.
Incide en que lo importante es que no repitamos errores y explica que nuestro territorio se divide en tres modelos forestales. El natural, de especies autóctonas, en el que dominan las especies frondosas tipo tipo encina y alcornoque, que sí tienen poder de regenerarse. Luego tenemos una gran superficie de montes repoblados, monocultivos forestales, que suelen ser pinos y eucaliptos, que además son los que arden enseguida. Y por último, una cosa intermedia, que son bosques mixtos y matorrales. "Si se quema un encinar, con dejarlo, él solo se va a recuperar. Si es un pinar, los pinos no se regeneran, no son capaces de rebrotar de raíz. Si en ese territorio arrasado por el fuego, en vez de dejar que crezca una flora más natural, plantas pinos, pues es un círculo vicioso", detalla Miguel Ángel Hernández.

Uno de los ejemplos más nefastos de esta destrucción medioambiental lo tenemos en el incendio de La Médulas, en León, un enclave que, además de estar declarado Patrimonio de la Humanidad, era Monumento Natural desde 2002 y cuyos centenarios castaños fueron devorados por el fuego en cuestión de horas. Los castaños son una de esas especies frondosas a las que nos referíamos antes y "aunque son menos inflamables, con la intensidad del incendio será difícil que haya sobrevivido alguno", señala Colmena. "Además, los castaños brotan más cuando son más jóvenes y estos eran centenarios", añade.
La realidad es que ese valorado espacio de El Bierzo leonés no se va a repoblar de castaños de aquí a unos años. "Primero se intentará recuperar la cubierta vegetal y fomentar la regeneración natural, pero hay que ver cómo está de dañado, si hay espacio para esa regeneración o si va a haber que hacer una regeneración más activa para ayudar a acortar plazos, y ver cómo está dañada también la capa del suelo, la fauna...", detalla la técnica del programa de Bosques de WWF España.
La difícil tarea de recuperar el paisaje
Lo ocurrido en el paisaje de Las Médulas tiene la réplica en cualquier otro incendio que se desarrolle con las mismas virulentas características. "En el caso de la vegetación, el calor mata los árboles y arbustos, pero es que también quema las semillas y el mantillo y deja el terreno pelado", señala. Insiste también en que hasta en terrenos arrasados puede haber rebrotes o germinación, que aparecen rápidamente después del fuego, pero pueden convertirse en matorrales y entrar especies invasoras, oportunistas, en zonas de plantaciones muy homogéneas como pinares o califales jóvenes, que son muy inflamables y el incendio puede volver a repetirse. "Si no hay una intervención humana y activa no va a ser el mismo bosque nunca", incide.
¿Y qué pasa con la fauna de esos ecosistemas destruídos? Esto también es muy dramático porque "los animales que no pueden moverse rápido, como reptiles, anfibios o pequeños mamíferos, mueren. También se destruyen nidos de aves y madrigueras. Y luego, los que consiguen sobrevivir se quedan sin comida ni refugio, y están expuestos a depredadores. Los que consiguen huir, mamíferos grandes como ciervos, zorros o lobos, como ocurrió en la Sierra de la Culebra, invaden el territorio de otras especies y ahí empieza la competencia. La recolonización por parte de la fauna puede tardar meses, años". Después, aclara la experta, hay algunas especies adaptadas a los incendios —"porque en la naturaleza hay de todo"—, que aprovechan este paisaje un poco abierto, a lo mejor aves insectívoras, para "conquistar" ese territorio y disfrutar de una despensa más libre.
La regeneración es posible. Volver al verde puede producirse de una manera natural y con la ayuda del hombre, pero eso no quiere decir que se haya recuperado, advierte Mónica Colmena. "Pues no, y sobre todo si estamos hablando de bosques maduros. A lo mejor, en los primeros 5-20 años se empieza ya a tener especias arbóreas, pero el hecho de que vuelvan a nacer árboles no quiere decir que tengas un bosque. La fauna va a tardar más en volver. A lo mejor hasta que no pasan 50-100 años no empiezas a tener un bosque más o menos maduro y lo que lleva aparejado: la vuelta de la fauna, insectos, polinizadores...", matiza la técnico de WWF/ADENA. "A lo mejor, en cinco años vuelves a tener cobertura arbórea. Pero bueno, eso no tiene nada que ver con el bosque que había antes", concluye.
