El fascinante lago forjado en hielo y custodiado por cumbres imponentes que se oculta en los Pirineos
Uno de los mayores ibones naturales de la cordillera.
En el corazón de los Pirineos, un espejo de un azul tan puro que parece obra de verdaderos artistas se esconde entre circos de roca y cumbres que superan los 3.000 metros: es el Ibón de Cregüeña, uno de los lagos glaciares más impresionantes de España. Desde su orilla se aprecia el fruto de millones de años de evolución geológica, consolidando un contraste entre el azul intenso de su superficie y el gris de sus guardianes rocosos.
A simple vista, este lugar impresiona por sus grandes dimensiones: el ibón se prolonga alrededor de 1.500 metros y alcanza unos 500 metros en su parte más ancha, formando una cuenca que guarda aguas frías y tranquilas con una profundidad que roza los 100 metros y oculta la memoria de una antigua lengua de hielo que perforó el terreno con una fuerza descomunal. Estas cifras lo sitúan entre los mayores ibones naturales del Pirineo aragonés.
El hermoso anfiteatro de piedra que lo rodea está formado por algunas de las cumbres pirenaicas más imponentes, como los picos de Corona y Abadías, llegando a alcanzar altitudes de hasta 3.000 metros. Este paisaje lo dibujan morrenas, pendientes abruptas y formaciones de roca que contrasta con praderas y bosquetes en cotas inferiores. El Ibón de Cregüeña forma parte del entramado de lagos y circos que caracterizan el Parque Natural Posets-Maladeta.
¿Cómo llegar hasta aquí?
Llegar hasta este ibón no es tarea fácil, sino que requiere buena forma física y respeto por la montaña. La vía más transitada parte del valle de Benasque, pasando por Los Baños y el puente de Cregüeña, hasta ascender por el barranco homónimo. Son alrededor de diez kilómetros con un desnivel de algo más de 1.200 metros, un recorrido que demanda buena preparación física y precaución, especialmente fuera de la temporada estival.
Más allá del impacto visual, Cregüeña es también un territorio significativo desde el punto de vista ecológico: su cuenca muestra escasa huella humana y conserva buenas condiciones de calidad de aguas y hábitats propios de alta montaña. Además, el ibón alberga algunas de las joyas del Monumento Natural de los Glaciares Pirenaicos, una integridad paisajística que lo convierte en un destino reclamado por montañeros y naturalistas por igual.
En definitiva, Cregüeña sigue siendo uno de los grandes tesoros de la Cordillera: un lago forjado por el hielo, custodiado por colosos de roca y al alcance de quienes buscan la calma extrema y la grandiosidad de la alta montaña. Eso sí, los expertos recuerdan que esa experiencia pasa por la prudencia: comprobar el estado meteorológico, llevar equipo adecuado y respetar las normas del parque para minimizar el impacto humano en un paisaje vulnerable.