El imponente monte gallego que recuerda a figuras y animales es una joya para los senderistas
Sorprende tanto por sus panorámicas como por sus formaciones rocosas.

Para los apasionados de la mitología griega y de las actividades al aire libre, existe un lugar en A Coruña donde la roca parece contar historias propias: crestas y bloques graníticos que evocan dioses y bestias, senderos que ascienden entre antiguos bancales y matorrales atlánticos, y miradores que desafían al mar. Un pequeño ‘Olimpo’ costero que invita a la exploración, al asombro y a perderse entre leyenda y naturaleza.
Estamos hablando del Monte Pindo, una mole granítica cuya silueta ha alimentado durante siglos historias, símbolos y miradas curiosas. Con una cota que alcanza los 627 metros en su cima conocida como A Moa, este macizo se ubica junto al municipio de Carnota y es conocido como el ‘Olimpo celta’. Atrae a numerosos visitantes tanto por sus panorámicas sobre la inmensidad del Atlántico como por el magnetismo de sus formaciones rocosas.
El Pindo debe parte de su fama a las formas caprichosas que la erosión ha tallado en sus rocas: crestas, cavidades y perfiles que recuerdan animales y figuras humanas y que, desde la prehistoria, inspiraron mitos y cultos ligados al sol y a la naturaleza. Para los antiguos pueblos prerromanos que habitaron la región tuvo un carácter sagrado que ha sabido conservarse con el paso del tiempo. Esa carga mítica convive hoy con la atracción por el senderismo y el paisaje.
Un enclave privilegiado
Las rutas más transitadas conducen hasta A Moa y atraviesan antiguos cultivos, matorrales atlánticos y zonas graníticas. En el recorrido pueden verse restos arqueológicos como petroglifos y vestigios medievales, entre ellos las ruinas del castillo de San Xurxo, que recuerdan la larga presencia humana en el territorio. El ascenso recompensa al caminante con vistas que abarcan desde la ría de Muros y Noia hasta el cabo Finisterre.
El entorno que rodea al monte multiplica el interés del viaje: a pocos kilómetros se encuentra la fervenza do Ézaro, la cascada del río Xallas que precipita sus aguas hasta el mar, y la extensa playa de Carnota, considerada la más larga de Galicia con más de siete kilómetros de arenal. Esa combinación de monte, río y costa convierte la zona en un espacio natural de gran valor paisajístico y ecológico.
Además, el lugar está integrado en la Red Natura 2000 como ZEC Carnota-Monte Pindo y conserva una biodiversidad notable: fauna aérea como halcones y chovas, mamíferos y un sotobosque con especies propias del clima atlántico. Además, la singular geología del macizo ha hecho del Pindo un punto de interés geológico y cultural, aparte de un destino imprescindible para los amantes del senderismo y la historia.
