El pueblito de Asturias de gran tradición marinera que fue sitio de veraneo de un reconocido literato
Una pequeña parroquia llena de historia y encanto.

Asturias es una tierra de contrastes donde montañas imponentes se encuentran con costas salvajes y verdes valles que parecen infinitos. Conocida por su rica historia, cultura admirada y paisajes de ensueño, esta región es todo un paraíso natural en el norte de España. Aunque muchos turistas piensan en Cudillero o Llanes como los destinos predilectos, lo cierto es que hay un pequeño municipio que, aunque pase desapercibido, tiene mucho que ofrecer.
Se trata de Soto del Barco, un pintoresco pueblo asturiano con profundas raíces en la tradición marítima que se consolida hoy como un destino lleno de historia y encanto. Conocido por su conexión con el mar y su vibrante cultura costera, este enclave no solo destaca por su actividad portuaria, sino también por haber sido el lugar de veraneo de ilustres personalidades que acudían aquí tanto para descasar como para buscar una fuente de inspiración.
Es el caso de Rubén Darío, un escritor nacido en Nicaragua que llegó a quedarse hasta en tres ocasiones en Soto del Barco. Más concretamente, el poeta se quedó entre San Juan de la Arena y Riberas durante los veranos de 1905, 1908 y 1909. No obstante, este dramaturgo no fue la primera figura ilustre que pasó una temporada en esta localidad asturiana, ya que tres años antes el pintor Joaquín Sorolla pasó aquí el verano de 1902.
La magia del pueblo pesquero
Soto del Barco, a medio camino entre Oviedo y Gijón, despliega todo su encanto entre la desembocadura del Nalón y el bravío mar Cantábrico. Durante siglos, la actividad pesquera y las labores del pueblo han moldeado la identidad del pueblo, creando una comunidad unida y orgullosa de su legado. De hecho, la tradición pesquera todavía está presente en todos los rincones de esta pintoresca localidad.
La parroquia de Soto del Barco es una de las más grandes del municipio homónimo y en ella se pueden encontrar varios núcleos de población, como San Juan de la Arena y Riberas, en los que Rubén Darío veraneó durante tres años. Además en el primero de ellos, oficialmente conocido como L’Arena, se haya la playa de los Quebrantos, conocida por sus olas grandes y fuertes, lo que la convierte en el lugar favorito de los surfistas experimentados.
Hoy en día, Soto del Barco se erige como un destino imprescindible para quienes buscan sumergirse en la historia asturiana y disfrutar de la autenticidad de un pueblo que vive en armonía con el mar. Con la belleza de sus casas de piedra y las pequeñas tabernas que adornan las estrechas calles, este pueblo se presenta como un escenario único donde perderse y escapar del bullicio urbano.