El pueblo de Asturias que aún se siente orgulloso de haber presentado el Windows 7: "La gente venía preguntando por aquello"
Este hecho tuvo lugar hace dieciséis años.

Una pequeña parroquia del concejo de Villaviciosa, ubicado en el Principado de Asturias, celebra este otoño la memoria de un día que puso su nombre en titulares: Sietes fue elegido para la presentación mundial de Windows 7, organizada por Microsoft en 2009. Dieciséis años después, el recuerdo sigue vivo en fachadas pintadas, en una placa conmemorativa y en anécdotas que los vecinos cuentan con orgullo.
El impacto mediático comenzó en 2009 cuando Microsoft eligió esta aldea asturiana, casi vacía en número de habitantes y con el curioso guiño del nombre, para lanzar su nuevo sistema operativo. La elección buscaba subrayar la idea de que Windows 7 era lo suficientemente intuitivo como para ser adoptado por perfiles no habituados a la informática, una narrativa que la multinacional tradujo en imágenes y reportajes.
Aquella campaña transformó el paisaje de Sietes: las primeras casas a la entrada del pueblo recibieron los colores corporativos de Microsoft (rojo, azul, verde y amarillo) y se instalaron grandes letras con el logotipo de Windows que atrajeron a periodistas, curiosos y turistas. La presentación oficial tuvo lugar en la Casa L’Horreu, donde hoy todavía se puede ver una placa que recuerda el evento.
Una atracción turística
Los propios vecinos acabaron siendo los protagonistas de los materiales promocionales. Las grabaciones mostraban escenas cotidianas de gente en la calle, tareas del campo o la vida en la aldea, convirtiendo a muchos residentes en “actores” improvisados. Para Isidoro Granja, delegado de alcaldía, la jornada fue “algo muy ilusionante” porque significaba “darle protagonismo al pueblo”, según recoge La Voz de Asturias.
María Jesús Huernes, vecina, recuerda la expectación: “La gente venía preguntando por aquello”, cuenta al evocar las visitas de curiosos y viajeros. Además del efecto publicitario, la acción dejó un legado tangible: se instaló un telecentro con varios equipos para que los vecinos aprendieran informática, una iniciativa que popularizó el uso de ordenadores en la zona aunque cerró unos años después con la generalización de los dispositivos personales.
Pese al paso del tiempo y a que muchas casas quedaron deshabitadas, los recuerdos y algunos rastros físicos siguen narrando este hito local. Los pocos vecinos que residen admiten que las grandes letras ya no están y que la atención mediática se diluyó con los años, pero insisten en que el episodio les dejó algo más que fotos: una historia que cuentan con cariño y la esperanza de recuperar impulso demográfico y cultural.
