La playa de Huelva que pertenece a cuatro municipios que fue deseada y saqueada por piratas
Una costa poco conocida pero con mucha historia.
España cuenta con algunas de las playas más espectaculares de Europa, convirtiéndose en un destino turístico de primera categoría, especialmente durante los meses de verano. Desde las aguas turquesas y las arenas doradas de las Islas Baleares y Canarias, hasta las soleadas costas del Mediterráneo. El país ofrece una gran variedad de playas que ofrecen una combinación única de naturaleza, ambiente y actividades para todos los públicos.
De todo el litoral español, tan solo Andalucía tiene un total de 581 kilómetros distribuidos en 263 playas. Entre todas estas, hay una que destaca por pertenecer a cuatro términos municipales de forma simultánea. Estamos hablando de la playa de la Torre del Río de Oro, también conocida como la playa de la Torre del Loro, ubicada en la provincia de Huelva. Al no ser tan popular, se ha convertido en uno de los tesoros mejor guardados de la costa onubense.
Con una peculiar ubicación, esta playa llega a pertenecer a cuatro municipios: Palos de Frontera, Lucena del Puerto, Moguer y Almonte. Más concretamente, se sitúa entre dos de las poblaciones más populares de la región, como lo son Matalascañas y Mazagón, enmarcándose en un paisaje lleno de dunas de arena y pinos. Hoy en día, la Playa de la Torre del Río de Oro es un destino turístico en auge gracias a su belleza natural y su rica herencia histórica.
Contra los ataques piratas
La playa debe su nombre a una construcción semiderruida que podemos encontrar en la desembocadura del Arroyo del Oro. Indicios de lo que fue una torre que se levantó en el siglo XVI bajo las órdenes del rey Felipe II, formando parte del amplio grupo de fortificaciones que se extendían a lo largo de toda la costa onubense. Una edificación que cumplía la función de puesto de observación estratégico con fines defensivos.
Concretamente, el objetivo principal de la llamada Torre del Río de Oro era proteger la costa española de los frecuentes ataques de piratas que llegaban desde el norte de la costa de África. Estos llegaban a la orilla onubense con intenciones de secuestrar a pescadores y saquear la zona, unas atrocidades que debían ser detenidas. Para ello se decidió que era necesaria la vigilancia desde un lugar alto que permitiese divisar a lo lejos posibles amenazas.
Los restos de esta torre defensiva son considerados hoy en día un Bien de Interés Cultural (BIC). No obstante, más allá de su riqueza histórica, esta playa también destaca por ser un espacio natural que no tiene nada que envidiar a otras costas más conocidas. Se consolida como una playa semivirgen de gran belleza que forma parte de la costa del Parque Natural de Doñana, ese extenso arenal paradisiaco por el que perderse en Huelva.
En definitiva, este rincón de la costa onubense, que una vez fue deseado y saqueado por piratas, hoy se convierte en un refugio de paz y belleza, donde los ecos del pasado se mezclan con el murmullo de las olas y el susurro del viento entre las dunas. Se trata del destino perfecto para aquellos que quieren disfrutar de lo mejor de un día de playa pero alejado de la marea turística que tanto baña estas costas en verano.