Esto es lo que han aprendido los más pequeños del colegio
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Esto es lo que han aprendido los más pequeños del colegio

Nunca me gustaron las despedidas. Al decir adiós siempre añado un "bueno, estamos en contacto", o "seguro que coincidiremos", o el socorrido "tenemos que quedar". Quizá lo único que importe sea la intención. Estos días dejo atrás el colegio de mi hija que ya ha crecido lo suficiente como para ir "al de mayores". Recuerdo cuando la dejé con Carmela. Tenía nueve meses y echaba la siesta en una cuna acompañada por su gallo Claudio. Al otro lado de los barrotes estaban algunos de los que hoy son sus mejores amigos

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Nunca me gustaron las despedidas. Al decir adiós siempre añado un "bueno, estamos en contacto", o "seguro que coincidiremos", o el socorrido "tenemos que quedar". Quizá lo único que importe sea la intención. Estos días dejo atrás el colegio de mi hija que ya ha crecido lo suficiente como para ir "al de mayores".

Recuerdo cuando la dejé con Carmela. Tenía nueve meses y echaba la siesta en una cuna acompañada por su gallo Claudio. Al otro lado de los barrotes estaban algunos de los que hoy son sus mejores amigos. Con los que va al parque, a pintura, a nadar a la piscina o a dormir en sus casas. Amigos que se entienden porque llevan toda la vida juntos. Se pelean, se reconcilian, se disfrutan y, de paso, aprenden a vivir.

En las aulas están buena parte del día. ¿Qué se llevan de esa experiencia? ¿Con qué mochila de vivencias aterrizarán en Primaria? ¿Será entonces cuando tengan que estar calladitos y atendiendo sin decir ni mu al profesor? Pues, depende.

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Como estaba segura de que no iba a ser nada objetiva sobre la clase de mi hija, me he fijado en la de Raúl Bermejo, un maestro de Educación Infantil del que ya he hablado. Sus alumnos, con los que llevaba tres años, se han graduado este curso. "Lloré mucho ese día. Todos son buenos recuerdos. He crecido profesional y personalmente con ellos". Lo más complicado de gestionar suele ser lo que no miden las notas. "He intentado que analicen sus propios sentimientos, que resuelvan el conflicto mediante el dialogo. Es la forma de madurar y de entenderse entre ellos. La empatía es difícil en niños tan pequeños, pero no imposible". Potenciar el pensamiento crítico y autónomo, así como dejarles tomar algunas decisiones forma parte del currículo de Infantil, según Raúl. "Siempre quedan cosas en el tintero y no te da tiempo a profundizar en el proceso de niños con una personalidad más especial".

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Héctor tiene seis años y un hermano mellizo, Mario. No han ido a la misma clase porque ya en la guardería decidieron separarlos para que cada uno tuviera su propio espacio y sus amigos de forma independiente. Su padre Raúl, explica que Héctor, "es muy extrovertido, se lleva a todo el mundo de calle. Es bailón y valiente. Ve una cámara y se pone a hacer el tonto. Es la alegría de todas las fiestas". Le gusta mucho el fútbol y poco la piscina. Disfruta con un folio y lápices de colores.

Los dos han aprendido durante estos meses mucho más que a leer y a escribir. Respetan el uso de la palabra, dan las gracias y piden las cosas por favor y han descubierto el valor del diálogo para resolver los conflictos que surgen en el patio o en clase. El padre asegura que él también ha aprendido mucho en este tiempo, como "no castigar como nosotros lo entendíamos antes". Asegura que "los niños de ahora de seis años son como los de ocho o nueve de nuestra época: preguntan todo el rato, tienen muy claro el bien y el mal y adoran la tecnología".

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Jimena tiene cinco años y un hermano, Mateo, de uno. Es una niña muy prudente y le encanta ir al colegio, según explica su padre, José. Se adaptó muy rápido cuando llegó con sus tres años y en este tiempo ha aprendido a relacionarse con sus compañeros y su familia. "Ha desarrollado la empatía y si hay un conflicto interviene para solucionarlo". A Jimena le gusta practicar yudo y disfrazarse de Elsa. "Es muy exigente con ella misma y se puede frustrar porque quiere que le salga perfecto". En casa, a lo que más juega es a escribir en la pizarra y antes de dormir hacen juegos como decir animales en inglés. El que tarda más de cinco segundos pierde. A José le da "pena" dejar atrás esta etapa, "el año que viene será muy diferente con nuevos compañeros en clase y nuevas dinámicas".

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Asier tiene seis años y está diagnosticado como un niño hiperactivo. Le cuesta leer y escribir, pero su profesor Raúl ha hecho que le guste. Todas las mañana iba feliz al colegio". Lo dice su madre, Rebeca, que valora el hecho de que los padres hayan podido hacer talleres de forma habitual en las clases. "El grupo ha estado estos años súper unido, han conseguido respetarse entre ellos. Asier estaba en boca de todos y, sus compañeros han aprendido a conocerlo y aceptarlo tal cuál es". Pintar con manos y pies es su principal divertimento junto a modelar plastilina. "La enseñanza no es de cabeza sino de corazón", explica Rebeca que está "contenta por el pasado y temerosa del futuro". En Primaria comenzará otra aventura.

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