'No somos vasijas', o las 'doncellas de hierro'

'No somos vasijas', o las 'doncellas de hierro'

Si aceptamos reflexiones morales como normas sociales por parte de las feministas a las que yo llamo doncellas de hierro, no estaremos legitimados para rechazar, formalmente, las posiciones de la iglesia católica en cuestiones como el aborto o el matrimonio igualitario, que de igual modo son cuestiones morales. Si una persona quiere tener hijos biológicos y una mujer en libertad está dispuesta a donar su capacidad de gestación, ¿qué problema hay?

5c8b1656230000dd04241252

Ilustración: ALFONSO BLANCO

Una vez más, una polémica más a cuenta de la gestación subrogada; una vez más se usan argumentos desde un sector del feminismo que están más próximos a la jerarquía eclesiástica que al propio concepto y la propia historia del feminismo.

Empecemos por el principio. El feminismo, como tal, busca y persigue de un modo proactivo la igualdad real entre hombres y mujeres en el terreno sociocultural y todo lo que éste comprende: mercado laboral, dignidad, salario justo, preservación de la integridad física y psicológica de la mujer, etc. Aquí comienza el primer error de este sector del feminismo, al que llamaremos "doncellas de hierro" (más tarde explicaré por qué). Las doncellas de hierro se comportan de un modo reactivo, no proactivo: no buscan la igualdad real, buscan preservar un estatus en su imaginario; buscan, en definitiva, lo que ha buscado siempre el heteropatriarcado: una posición dominante. Y esto solo se consigue si uno se comporta de un modo reactivo. Primera dicotomía: reactividad vs. proactividad, o lo que es lo mismo, Victoria Kent vs. Clara Campoamor.

Todo lo que rodea a la gestación subrogada, para las doncellas de hierro, está impregnado de cuestiones morales, de reflexión; cuestiones, todas respetables, pero en definitiva personales, y que como tal, pertenecen a la esfera privada del individuo. Si nos dejamos llevar por la moral y por cuestiones de reflexión propia que debe ser impuesta a la colectividad, además de actuar de un modo reactivo, estamos legitimando otras posiciones morales para que intenten implementar su cosmovisión al resto de las personas, es decir, si aceptamos reflexiones morales como normas sociales por parte de las doncellas de hierro, no estaremos legitimados para rechazar, formalmente, las posiciones de la iglesia católica en cuestiones como el aborto o el matrimonio igualitario, que de igual modo son cuestiones morales, de igual modo son cuestiones personales que quieren imponer.

En este punto, la ciencia ha sido extremadamente clara: la OMS reconoce la gestación subrogada como una Técnica de Reproducción Humana Asistida más, con el revestimiento legal que ese conlleva; la profesora de Psicología de la Salud en la Universidad de Londres, Olga Akker, realizó un estudio longitudinal, empíricamente validado, en el que demostró que, con una regulación garantista, no hay ningún daño psicológico para la mujer. Como veis, la ciencia, una vez más, gana la partida a las morales individuales: lo hizo en el matrimonio igualitario, o en el aborto y lo ha vuelto a hacer en la gestación subrogada. La ciencia al servicio del progreso. Segunda dicotomía: moral excluyente vs. ciencia inclusiva.

No considero a la mujer como un ser débil, que es en lo que incurren las doncellas de hierro con la gestación subrogada.

Apoyándome en el punto anterior, es sorprendente que ninguna de las doncellas de hierro haya hecho alusión al daño psicológico que para la mujer pueda tener el aborto. Yo defiendo el aborto como un derecho de la mujer, a pesar de que muchas veces pueda tener consecuencias psicológicas negativas y transitorias; y lo defiendo precisamente por eso: la mujer es libre, siendo consciente de los riesgos psicofisiológicos, de elegir si quiere abortar o no. No considero a la mujer como un ser débil, que es en lo que incurren las doncellas de hierro con la gestación subrogada.

Otro tema recurrente es el de que las mujeres que quieran ser gestantes para otros serán siempre pobres y, por tanto, explotadas. Aquí, a las doncellas de hierro les encanta el ejemplo de la India. Yo también estoy en contra de la gestación subrogada en la India, y defiendo el modelo de gestación subrogada en California, en el que las mujeres que deciden ser gestantes no son explotadas en ningún caso. Pero a las doncellas de hierro, este tema no les interesa, siguen diciendo que son explotadas por otros motivos; siguen, por tanto, considerando a la mujer como un ser débil al que proteger, incluso, cuando es un ser libre. Algo muy parecido a lo que ocurre en la Iglesia Católica cuando se empeña en considerar a la mujer como algo débil, que proteger, porque contiene en su seno la posibilidad de traer vida al mundo. Como veis, la ortodoxia es la ortodoxia, da igual de donde provenga, si de las doncellas de hierro o de la Santísima Iglesia Católica. Tercera dicotomía: ortodoxia vs. heterodoxia.

Otro tema estrella: la adopción. Suelen decir las doncellas de hierro que no niegan el derecho a ser padres o madres de nadie, que la adopción es una solución. Aquí directamente ellas rompen el concepto de igualdad. Primero habría que decir: si tan concienciada o concienciado estás de la adopción, adopta tú primero y, por supuesto, aunque puedas concebir, no tengas hijos biológicos, porque incurrirías en una contrasentido preocupante. Las doncellas de hierro tampoco hablan de que la adopción cuesta entre 20.000 y 70.000 euros, pero por lo visto, para ellas aquí, no se compran niños, y es un proceso altruista; ellas siguen erre que erre con que la gestación subrogada es alquilar un vientre, sin darse cuenta, de que para alquilar algo tiene que haber una contraprestación onerosa, hecho que está más cerca de darse en la adopción que en la gestación subrogada. Y un argumento definitivo: si una persona quiere tener hijos biológicos y una mujer en libertad está dispuesta a donar su capacidad de gestación, ¿qué problema hay? No existe aquí una dicotomía entre adopción y gestación subrogada, son procedimientos diferentes, sencillamente.

Una doncella de hierro era un instrumento de tortura empleado por la Santa Inquisición, que era una especie de ataúd con clavos dentro. Este sector del feminismo, que ahoga y aprieta, intenta adoctrinar y establecer el pensamiento único, intenta, no que no sean vasijas, sino que  las mujeres estén dentro del ataúd de hierro, que sean doncellas de hierro, a merced de lo que este sector entienda por libertad.

Yo también soy feminista; me he formado en violencia de género. Y no voy a consentir que haya nadie que reparta carnés de quién es más o menos feminista; del mismo modo que tampoco voy a consentir que se nos llame explotadores de mujeres, sobre todo, porque eso es insultar a las propias mujeres libres, que es precisamente lo que hace el heteropatriarcado. En este momento, No Somos Vasijas, se comporta como una pata más que sustenta al heteropatriarcado proteccionista; y los que somos feministas no lo podemos consentir. No queremos doncellas de hierro, queremos mujeres libres, a pesar de que otras mujeres quieran hacerlas prisioneras.

"Hay mucha tiranía disfrazada de protección" Crystal Eastman. Feminista.