Este no es el primer ataque a los cooperantes de Siria, pero debe ser el último
Black Friday
Todas las ofertas en: Patrocinado por Amazon

Este no es el primer ataque a los cooperantes de Siria, pero debe ser el último

Los arquitectos cualificados no están reconstruyendo Siria, sino conduciendo ambulancias. Los dentistas están en las calles sacando a gente de los escombros y proporcionándoles primeros auxilios. Estos voluntarios no son un daño colateral. No deben ser el objetivo de los ataques. Haya o no alto el fuego, las normas del Derecho internacional humanitario siguen aplicándose.

ALEPPO, SYRIA - SEPTEMBER 20 : Wreckage of Syrian Red Crescent aid trucks are seen aid trucks were hit by airstrikes at Urum al-Kubra region in Aleppo, Syria on September 20,2 (Photo by Ahmad Hasan/Anadolu Agency/Getty Images)Anadolu Agency via Getty Images

La tarde del 19 de septiembre, los voluntarios de la Media Luna Roja Árabe Siria (SARC), junto con sus homólogos de la ONU, estaban felices. Habían traspasado la línea crucial para llevar un convoy de 31 camiones a Orem, una zona rural del oeste de Alepo que necesita ayuda de forma desesperada.

Omar Barakat, el jefe de la rama local de SARC, llevaba un tiempo trabajando con colaboradores para hacer posible esta entrega. El convoy había obtenido los permisos y el acceso para poder llevar suministros médicos, comida, sábanas y ropa de invierno.

Horas más tarde, el depósito y el convoy se convirtieron en el escenario de una masacre. Veinte civiles -la mayoría de los cuales estaban ayudando a descargar la ayuda- fueron asesinados. De los camiones, 18 acabaron reducidos a chatarra fundida. Barakat resultó gravemente herido. El ataque fue tan brutal que los rescatadores no pudieron salvarle. Al final murió por las heridas.

En estas circunstancias, ser trabajador humanitario requiere una inmensa valentía.

Desde el comienzo del conflicto se ha atacado a los cooperantes y se han burlado leyes humanitarias internacionales. Se ha disparado a voluntarios cuyo único objetivo es ayudar a los sirios, a otros se les ha retenido contra su voluntad. Se ha disparado con mortero tanto a convoyes de ayuda como a las instalaciones de la Media Luna Roja.

En estas circunstancias, ser trabajador humanitario requiere una inmensa valentía. Muchos de los voluntarios son jóvenes, que todavía están estudiando o que acaban de salir de la universidad, y que ahora dedican su vida a ayudar a su comunidad en vez de a perseguir su carrera laboral. Los arquitectos cualificados no están reconstruyendo Siria, sino conduciendo ambulancias. Los dentistas están en las calles sacando a gente de los escombros y proporcionándoles primeros auxilios. Muchos de estos voluntarios también se han visto afectados por el conflicto; algunos se han convertido en desplazados. Los que han perdido a sus seres queridos apoyan a quienes experimentan la misma pérdida.

Estos voluntarios no son un daño colateral. No deben ser el objetivo de los ataques. Haya o no alto el fuego, las normas del Derecho internacional humanitario siguen aplicándose. Un acceso seguro debe significar acceso seguro. Las promesas de las partes del conflicto deben respetarse.

Este reciente ataque ha horrorizado a gente de todo el mundo. También ha negado la ayuda a 78.000 personas que la necesitan urgentemente. Los ataques no pueden ni deben continuar. Exigimos que se respete y se proteja a los cooperantes. Tristemente, esta no es la primera vez que se les ataca. Pero debería -debe- ser la última.

Este post fue publicado originalmente en la edición británica de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano