Traduciendo a Rajoy

Traduciendo a Rajoy

Mariano Rajoy nos debe una explicación. Si no la tiene, y si no es capaz de ceñirse a su propio compromiso -"no me temblará la mano si tengo conocimiento de irregularidades o conductas impropias que afectan a nuestro partido"- difícilmente podrá evitar la caída en picado de su gobierno, porque el escándalo Bárcenas ha sembrado el desconcierto y la indignación entre multitud de votantes y dirigentes populares. A estas alturas, su honradez personal ya no es suficiente para avalar a todo el partido.

No consigo imaginar de qué manera le explicará este lunes Mariano Rajoy a Angela Merkel el terremoto político que, con epicentro en Génova 13, amenaza con destruir a su partido y a su gobierno.

No sé cómo va a explicarle quién es Luis Bárcenas, por qué el partido le confió su caja durante 20 años, y cómo paralelamente el extesorero del PP consiguió amasar una fortuna personal de 22 millones de euros en Suiza: no parece compatible ser un honrado tesorero por la mañana, y un evasor fiscal por la tarde.

No sé cómo va a explicarle que Bárcenas ha conseguido lavar parte de su fortuna gracias a la amnistía fiscal decretada por su propio Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y cómo éste asegura ahora que no se enteró de nada.

No sé cómo va Rajoy a convencer a Merkel de que las cuentas secretas de Bárcenas publicadas por El País son falsas, cuando tantos asientos están demostrando ser ciertos.

No tengo ni idea de cómo va a justificar por qué el Partido Popular no se ha querellado aún contra Bárcenas.

No sé cómo va Rajoy a explicarle a Merkel que el sábado pasado, en vez cesar de manera fulminante a su ministra de Sanidad y ex jefa de campaña, Ana Mato, decidió apoyarla a pesar del informe policial que confirma su impúdica conducta permitiendo que la red Gürtel le costeara viajes turísticos, cumpleaños y comuniones. Como dice Manuel Jabois en El Mundo, "una de las cosas más extravagantes de España es que los políticos piensen que para dimitir tienen que cometer un delito".

No sé cómo el intérprete va traducir al alemán la frase de Ana Mato "siempre he pagado todos los gastos familiares de los que me hacía cargo" sin que parezca lo que es: una burla insoportable e intolerable en una ministra que tiene que gestionar el precario presupuesto de la sanidad española.

No sé cómo el presidente de gobierno de un país en serios aprietos financieros va a convencer a la canciller alemana, el poder fáctico indiscutible en la UE, de que él, su gobierno y el partido que lo sustenta son creíbles, honestos y transparentes. Tampoco sé si a Angela Merkel le parecerá una prueba suficiente de ello las declaraciones de la renta y del patrimonio de Rajoy.

No sé si Rajoy se animará a desvelarle a Merkel qué fuerzas están instigando estos ataques "que no sólo pretenden desacreditar nuestro partido y al Gobierno de España, sino crear una situación de zozobra e inestabilidad en un momento particularmente delicado desde el punto de vista económico y social".

Y tampoco sé cómo le explicará a Merkel que en Berlín si contestará a las preguntas de los periodistas que no responde en su país.

Pero convenza o no a Merkel, a su vuelta a España, Mariano Rajoy nos debe una explicación. Si no la tiene, y si no es capaz de ceñirse a su propio compromiso -"no me temblará la mano si tengo conocimiento de irregularidades o conductas impropias que afectan a nuestro partido"- difícilmente podrá evitar la caída en picado de su gobierno, porque el escándalo Bárcenas ha sembrado el desconcierto y la indignación entre muchos votantes y dirigentes populares. A estas alturas, su honradez personal ya no es suficiente para avalar a todo el partido.