El larguísimo evento, pasado por el agua del río y del cielo, alternó un desfile olímpico por el Sena, con música, muestras de folclore francés y detalles de inclusión social hasta acabar recibiendo numerosas críticas por el nulo protagonismo concedido a los deportistas. Todo cambió al surgir Rafa Nadal con la antorcha y con el cierre de la reaparecida Céline Dion.