Bellas musas son los principios que dicen defender nuestra diplomacia y nuestra política exterior europea. Principios, no obstante, ultrajados cuando la realidad acaba matizando el significado de las palabras.
Uno de los principales usos que está haciendo China de sus drones es el de la vigilancia en zonas conflictivas, como en la región de Xinjang, donde hay un conflicto con grupos uigures. O en las islas Senkaku/Diaoyu, donde Japón ha denunciado en diversas ocasiones que aparatos no tripulados han violado su espacio aéreo.
Admito que las soluciones de Pablo Iglesias son siempre atractivas: indoloras, baratas y con resultados milagrosos garantizados en un plazo adecuado. Me recuerda a los médicos o curanderos a los que uno recurre cuando ya lo ha perdido casi todo, incluida la esperanza.
Si el futuro pasa por la UE no tiene sentido que aún cinco países miembros no hayan reconocido Kosovo. España, Grecia, Eslovaquia, Rumanía y Chipre, cada uno de ellos por sus propios motivos internos, siguen aparcados en su decisión de no reconocer como tal al pequeño Estado balcánico.
Ojalá que una de las consecuencias de la actual crisis económica sea terminar con el tradicional aislamiento internacional de España. Como demuestra el empuje de las exportaciones, el exterior ofrece un sinfín de posibilidades que los españoles se habían mostrado reacios a explorar.
Parece que los expertos han dejado de quejarse de la no existente política exterior europea. Incluso la falta de consenso en el voto para reconocer el estatus de Estado observador de Palestina en la ONU ha suscitado menos críticas esta vez que en septiembre de 2011, cuando la propuesta fue rechazada inicialmente.
Es el momento de repensar la relación iberoamericana, pero no para tirar por la borda todo el trabajo realizado en estos más de 20 años, sino para sentar unas nuevas bases. Aunque la presencia de los mandatarios tenga un valor simbólico, Cádiz ofrece una nueva oportunidad para volver a empezar
Un 83 % de los españoles tiene una opinión positiva de Obama, mientras sólo un 29 % la tiene de Romney. El candidato republicano sigue siendo un gran desconocido y algunos de sus principales rasgos -su riqueza, el enorme éxito de su carrera corporativa, incluso su filiación religiosa- no generan demasiadas simpatías.
El mundo diplomático está perdiendo glamour. La muerte en directo de Christopher Stevens, el embajador norteamericano en Libia, nos ha recordado que la diplomacia es en ocasiones un ejercicio de alto riesgo.
Las inversiones de Estados Unidos en salud mundial hacen que estemos más seguros y promueven nuestros valores. Todas las naciones deben invertir en salud. Es una de las formas más claras de construir ese mundo más seguro y justo que todos queremos.
La lucha por la supervivencia del euro ha fagocitado cualquier afán de protagonismo de la política exterior europea, si es que lo tuvo realmente alguna vez. No es cierto que a los ciudadanos no les atraiga el proyecto europeo, lo que hace falta es involucrarles más.