Tres monólogos, tres actrices, tres directores, tres tipos de público

Tres monólogos, tres actrices, tres directores, tres tipos de público

Hay opciones para todas aquellas personas que quieran superar la stand-up comedy.

Clara Sanchis, Esther F. Carrodeguas y Lolita

Hay monólogos o solos teatrales más allá de la muy popular stand-up comedy de La Chocita del Loro y del Club de la Comedia. Monólogos que se caracterizan por tener una puesta en escena y una dirección. Muy diferente de los espectáculos en los que la puesta en escena consiste en un cómico o cómica delante de un micrófono encadenando chistes sobre las vicisitudes de la vida diaria del común de los mortales buscando la risa del respetable y a poder ser la carcajada.

En la cartelera madrileña coinciden en este momento tres de esos monólogos teatrales. Poncia con Lolita Flores dirigido por Luis Luque en el Teatro Español. Miércoles que parecen jueves con Clara Sanchis dirigido por Mario Gas en el Teatro Quique San Francisco. Y Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada con Esther F. Carrodeguas, que también la escribió, dirigida por Xavier Castiñeira en el Teatro Fernán Gómez del Centro Cultural de la Villa.

El primero es un dramón, ya que está basado en La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca, que está arrasando en taquilla llenando un teatro tan grande como el Español. Y es que Lolita tiene una legión de fans. Sin embargo, la obra no acaba de funcionar. Hay algo que parece frenar esa naturalidad que tiene ella para ocupar un escenario y que, quizás, impide que encuentre en la conocidísima criada lorquiana una verdad escénica. Como lo hizo en Fedra o en La Plaza del Diamante.

Por eso, esta Poncia se queda en un ejercicio más de estilo que otra cosa. En el que la escenografía de Mónica Boromello es el signo más evidente. Pues se usa seda tempesta blanca para representar las paredes encaladas de una casa andaluza llena de mujeres cosiendo su ajuar. Un ajuar que no usarán porque están condenadas a la soltería para siempre por el luto impuesto por su madre tras la muerte de su padre y, luego, tras el suicidio de una hermana que pierde a Pepe el Romano, a su hombre. Todo sobre una moqueta naranja de Agatha Ruíz de la Prada, sí, han leído bien.

  Lolita en 'Poncia'Javier Naval

Todo muy distinto de Miércoles que parecen jueves. En el que la escenografía tiende al mínimo y es completamente funcional, para permitir la acción suceda en el escenario. En la que Clara Sanchis nada como pez en el agua, y es que cada vez es mejor actriz. Lo hace de una manera tan consustancial a ella, tan orgánica, que apenas se nota la mano de Mario Gas, el director. Forma que le sirve para colar el texto como los cómicos de la stand-up comedy citada al principio.

Curiosamente, también para hablar de la cotidianeidad. Una cotidianeidad surrealista que Juan José Millas cuenta en sus columnas de los viernes en El País y sus novelas. Paradojas en las que con la lógica del lenguaje se rompe toda lógica de la vida. Un monólogo en el que la protagonista suplanta, a mano de pistola, al autor de la obra, para dar una conferencia que le ha pedido una AMPA de un instituto. Provocando una risa basada en la extrañeza y la reflexión.

  Clara Sanchis en 'Miércoles que parecen jueves'Teatro Quique San Francisco

Al lado de estas dos actrices se coloca Esther F. Carrodeguas. Una fuerza de la naturaleza teatral que en Madrid fue descubierta como autora gracias a la comedia Supernormales. A la que se añadió su descubrimiento como actriz, gracias a otra obra suya, Iribarne, que acaba de pasar por el Centro Dramático Nacional.

Esta vez llega al Teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa con una obra que pasó fugazmente por el Teatro del Barrio. Un proyecto muy personal pues parte de su condición de niña, adolescente y joven gorda a la que, según el contexto social, su exceso de peso la iba a privar de los placeres que la vida le dará a las mujeres delgadas por el simple hecho de serlo. 

Propuesta cercana al arte povera , en el sentido de desarrollarse sobre una montaña de basura compuesta por latas, botellas de plástico y envoltorios de todo aquello que una obesa no puede ni tomar ni comer si quiere dejar de serlo. Y también, cercana a la stand-up comedy. Sobre todo, su parte final, en la que se sienta en una butaca pegada a la pared, con su micrófono y luz de foco.

Una producción que, a diferencia de las dos anteriores, es más cercana a los jóvenes y a lo contemporáneo. Lo es por las formas de hacer. Con un DJ en la pista que samplea música, distorsiona la voz de Esther y hace loopings con las frases más icónicas del espectáculo. Alguien que desaparece cuando la cosa se pone seria, que, a pesar del humor que siempre despliega esta autora en sus textos, también tiene momentos de seriedad.

  Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgadaAna Barceló/Centro Dramático Nacional

E incluso, despliega maneras como la Liddell, hablando de su trauma y de lo que le importan los traumas de los demás. Algo que hace sin faltar y explicando su objetivo. Y que, a parte de la explicitud, se entienda mejor por ser más una propuesta y proposición más concreta. Incluso, como la artista, expone su deseo de ser delgada que nunca de estar delgada. Un deseo inducido por un contexto que le niega explícitamente a los gordos si quiera pensar que pueden tener una vida normal en este mundo.

Por tanto, hay partido. Es decir, hay opciones para todas aquellas personas que quieran superar la stand-up comedy o ese no sea su tipo de monólogo teatral y prefiera los solo. Está Poncia, la opción para aquellos públicos que se mueren por ver a una celebrity como Lolita Flores, incluyendo a aquellos que quieren hacerlo pero necesitan una coartada cultural para ir.

Está la opción de Miércoles que parecen jueves. Para aquellos públicos que necesitan un espectáculo se podría calificar de qualité. Una calidad que tiene el texto y que ha encontrado en Clara Sanchis la actriz que es capaz de accionarlo en escena, evitando el riesgo de que sonase a tinta, a un texto escrito.

Y, está la opción de Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada. Más gamberra. Más trash. Más juvenil. Con un lenguaje más directo. Las más teatral de las tres porque es la que está más claramente pensada y fue creada para ser representada. Para ser puesta en escena por una mujer que de seguir así está llamada a ser una grande del teatro, además de ser ya una mujer grande, pero ¡qué grande!, como le diría su madre.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.