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¿Y si dejamos de exagerar?
Opinión

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¿Y si dejamos de exagerar?

El lenguaje es la droga más potente. Y las drogas producen habituación y dependencia. Mediante la habituación, cada vez necesitamos más cantidad de la sustancia para sentir sus efectos.

Vista general del Congreso de los Diputados.SOPA Images

No exageremos. Es muy sencillo. No exageremos. Cuando se tiene razón no hace falta exagerar. ¿"Fascista"? ¿Seguro? ¿"Amigo de los terroristas"? ¿De verdad? ¿"Supremacista", "aliada de los violadores y los pederastas", "racista", "homófoba", "infiltrado y traidor enemigo de España que busca acabar con su milenaria tradición cristiana para entregar nuestra patria a Hamás"? ¿"Nazi"? ¿"Franquista"? ¿Me está usted diciendo en serio que está usted pagando las perversiones sexuales y las orgías de los miembros del Gobierno de España? ¿"Amigo de la internacional ultraderechista"? ¿"Socialcomunista"? ¿"Golpista"? ¿De verdad en España hay un 15% de fascistas y un 30% de proetarras encantados porque por fin la banda terrorista vasca ha llegado al poder en el Estado?

El lenguaje es la droga más potente. Y las drogas producen habituación y dependencia. Mediante la habituación, cada vez necesitamos más cantidad de la sustancia para sentir sus efectos. Pasamos de "negociar con partidos que no condenan la violencia de ETA" a "pactar con grupos supremacistas" como el que pasa de una caña a cinco gintonics cada fin de semana. Pasamos de "pactar con grupos supremacista" a "entregar el gobierno de España a la ETA" como el que pasa de tomar cinco gintonics a la semana a bajarse una botella de Jack Daniels al día. Y mediante la dependencia, necesitamos el consumo de la sustancia para poder respirar, ponernos de pie, dar un paso. ¿Cuántos políticos españoles necesitan decir cien veces "fascista" para poder levantarse de la cama?

Así que no tema, ha llegado el momento de iniciar la desintoxicación. Respire profundamente. Repita conmigo en voz alta y clara. Vamos allá. "El Partido Popular no es un partido fascista". Más fuerte. "El Gobierno de España no es socialcomunista". Con más seguridad. "Irene Montero no apoya a violadores ni quiere legalizar la pederastia". ¿Ya ha acudido su familia corriendo, asustada por lo que le está oyendo decir? Pues míreles directamente a los ojos sin parpadear. "Vox no es un partido nazi". ¿Se extrañan? Pues apúnteles con un dedo índice enfático. "El PSOE no tiene el plan secreto de romper España para hacer de Puigdemont el primer presidente de la república de Catalunya". ¿Su cónyuge y sus hijos le miran aterrados? Remátelo: "ETA no gobierna España".

Llegados a este punto en el que oímos el tope de descalificaciones que permite la lengua española como quien oye llover, nos enfrentamos a un terrible dilema: ¿qué términos usaremos cuando se descubra lo verdaderamente gordo de Ábalos, cuándo sepamos dónde estuvo Mazón en las cinco horas más desastrosas de su vida, cuando Vox suba su apuesta en el tema de la inmigración? ¿Inventamos nuevas palabras o hacemos un ayuno pascual de exageraciones para conseguir que "fascista" vuelva a significar "simpatizante con los movimientos totalitarios europeos de los años 30" y "filoetarra" vuelva a significar "que apoya los casi mil asesinatos cometidos por ETA"? ¿Llamamos "psicópata asesino" a Sánchez y "ultrafascista diabólico" a Feijoo, o simplemente dejamos de exagerar?

El HuffPost recuerda a sus lectores que no asume como propias las opiniones o posiciones ideológicas que sus colaboradores publican o promueven a través de sus artículos.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.