Doñana: el grifo lleva abierto más de una década y ya te habían avisado

Doñana: el grifo lleva abierto más de una década y ya te habían avisado 

Informes sobre la caída continuada de niveles de agua de los acuíferos o la desaparición de la mitad de las lagunas dibujan un futuro crítico para la supervivencia del parque natural considerado como la mayor reserva ecológica de toda Europa.

Ejemplo de laguna temporal desaparecida en Doñana. Actualmente, la Laguna del Moral se encuentra invadida por monte blanco, matorral típico de zonas secas.EBD-CSIC

Se ha convertido en uno de los epicentros del tablero político en el momento más (in)oportuno. Con una ola de calor a la vuelta de la esquina que resucita todos los temores de lo vivido el año pasado, con la amenaza de la sequía muy presente y con los últimos datos de una Organización Meteorológica Mundial que certifica que los últimos 8 años han sido los más calurosos de la historia. La aprobación de la polémica ley autonómica de PP y Vox que legaliza regadíos en el área de Doñana ha hecho que todas las miradas se fijen en la situación de un parque nacional del que distintos informes apuntan a lo mismo. Sí, se está secando.

En medio del cruce de acusaciones entre el principal partido de la oposición, que desoye las repetidas advertencias de la Comisión Europea, y el Gobierno, que reclama una marcha atrás para evitar a toda costa un "punto de no retorno" medioambiental y futuras sanciones económicas, surge la gran pregunta: ¿Desde cuándo hay un problema en Doñana? La respuesta, al igual que este escenario, se encuentra en los distintos informes científicos e hídricos de organismos, instituciones y organizaciones que llevan alertando años de esta suerte de crónica de muerte anunciada escrita con tinta seca.

Doñana ya tiene peligrosas fotografías del antes y el después. Literalmente -como muestra de ello, la imagen que encabeza esta información- y a través de los datos de estudios que, como el más reciente, se califica de "estado crítico" la situación en la considerada como la mayor reserva ecológica de toda Europa. Datos que han sido recogidos directamente por la Estación Biológica de Doñana y que conforman el grueso del trabajo publicado en la revista científica Science of the Total Environment.

El CSIC advierte: "Han desaparecido más de la mitad de las lagunas"

En el mencionado estudio que se nutre de datos de la propia estación biológica se aporta un dato estremecedor. Más de la mitad de las lagunas de Doñana han desaparecido, si bien hay que destacar que la gran mayoría de estas son temporales, es decir, se secan de forma habitual en verano. En este sentido, el 59% de las lagunas de mayor tamaño de Doñana no se han inundado al menos desde 2013. 

“En sistemas mediterráneos, las sequías son recurrentes, pero cuando la sucesión de años sin inundación supera esta recurrencia, la vegetación propia de las lagunas desaparece y son colonizadas por vegetación terrestre, lo que termina con la desaparición completa de las lagunas y la pérdida de los hábitats catalogados por la Directiva”, detallaba el director de dicha Estación Biológica de Doñana, Eloy Revilla, en el pasado pleno extraordinario del Consejo de Participación de Doñana.

Con todo, en el comunicado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) recuerdan que dichos cambios están significativamente relacionados con la temperatura y la precipitación registrada en cada ejercicio, pero ponen el foco en que también entran en juego otros factores, como la extensión de áreas cultivadas, la superficie construida en Matalascañas, la distancia a las estaciones de bombeo de la urbanización y el funcionamiento del campo de golf.

A tenor de los datos recabados, desde el CSIC señalan que "el 80% de estas lagunas se secaron antes de lo esperado por la precipitación y la temperatura observadas y el 84% tuvo un área de inundación menor de lo que se había previsto en función de los mismos parámetros". En otras palabras, ha pesado la acción del ser humano más allá del impacto de la situación meteorológica.

Así, el 19% de las lagunas analizadas en este caso han desaparecido por completo. Otro 19% lo conforman las que están parcialmente invadidas por matorrales y pinos. Solo el 10% se mantienen en buen estado. Sin embargo, la situación también es mala en lo referente a las tres grandes lagunas permanentes. Se trata de casos como el de El Sopetón y la Dulce, que han pasado de secarse ocasionalmente a hacerlo periódicamente.

"[La laguna permanente de ] Santa Olalla está mostrando valores mínimos de superficie inundada desde 2012, a pesar de que tanto 2010 como 2011 fueron años lluviosos"
Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana

No obstante, han saltado las alarmas en la mayor laguna permanente de Doñana, la de Santa Olalla, que se secó por completo en el verano de 2022 -año en el que se batieron récords de temperaturas máximas en toda Europa-. El director de la Estación Biológica ilustraba con datos que el problema va más allá de la sequía.

“Esta laguna se secó parcialmente también en 1983 y 1995, en ambas ocasiones, tras cuatro años seguidos de sequía. Actualmente estamos también en un periodo seco, pero Santa Olalla está mostrando valores mínimos de superficie inundada desde 2012, a pesar de que tanto 2010 como 2011 fueron años lluviosos”, explicaba Eloy Revilla.

El impacto en la biodiversidad

Por otra parte, el estudio antes mencionado también contempla el impacto de la desaparición de lagunas en la biodiversidad. No en una biodiversidad cualquiera, sino en la de un entorno declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco -desde 1994- y cuya marisma es el punto de reunión al que acuden cerca de 50 especies distintas de aves acuáticas para reproducirse. O en el que habitan una inmensa lista de reptiles y anfibios.

Precisamente, de estos últimos hay un apartado específico en el informe científico. Al acortarse el periodo de inundación de las lagunas temporales, los anfibios han perdido gran parte de sus lugares de reproducción. La comparación temporal permite una mayor comprensión de la magnitud. La riqueza de especies de anfibios se ha reducido de una media de 4,3 especies por km2 en 2003 a 2,5 por km2 en 2021.

En Doñana viven también las dos únicas especies de galápagos autóctonas de la Península Ibérica. Su situación ha sido calificada de preocupante al igual que la de insectos como las libélulas y los caballitos del diablo -damiselas, de la familia de las anteriores-. Si en 1959 fueron descritas 43 especies de estas, en la última década la cifra se redujo a 26. El año pasado solo se registró una docena. El escenario no es mejor para algunas especies de peces, sobre todo para especies amenazadas como la colmejilla o la anguila. Cuando en 2022 se secó la mayor laguna permanente, la de Santa Olalla, lógicamente no quedó ni una sola anguila viva.

Pero el agua de los acuíferos no solo garantiza la supervivencia de la fauna y el equilibrio para que puedan habitar animales el peligro de extinción como el lince ibérico. También es vital para la flora. Y en ese punto uno de los mayores damnificados es el ecosistema del monte negro, que ve cómo va perdiendo terreno de sus icónicas variedades, como la joya que simbolizan los alcornoques multicentenarios. Si se echa la vista atrás más de dos décadas, a la última revisión realizada en 2010, han muerto el 8,3% de los alcornoques y un 10% se encuentra en muy mal estado. 

La Confederación Hidrográfica también dio la voz de alerta en 2022

Si a lo anteriormente expuesto se le suman las repetidas advertencias de la Comisión Europea o la condena del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) a España por no proteger adecuadamente los acuíferos, puede resultar difícil de creer que hayan podido ser ignorados estos síntomas durante tanto tiempo. Mas no hace falta tener que recurrir a un informe tan reciente. La Junta de Andalucía sabía perfectamente lo que pasó el último verano. 

En junio de 2022, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir dio a conocer las conclusiones del Informe sobre el estado de los acuíferos del entorno de Doñana (2021-2022), en el que se recoge que el acuífero de Doñana muestra una tendencia negativa y la mayoría de sus zonas se encuentran en situación de “alerta”. Concretamente, detallaba que ,de los 16 sectores en los que se divide el acuífero, solo uno estaba en situación de normalidad; dos en estado de ‘prealerta’, diez en ‘alerta’ y otros tres en ‘alarma’; o que 10 de ellos presentan una situación peor a la que sería la lógica. Todo ello teniendo en cuenta la lluvia caída en el último año.

En dicho informe se destacan los malos registros de precipitaciones, con una marca  del año hidrológico 2020-21 que fue de 412 mm -en el período de octubre de 2020 a  septiembre de 2021-, lo que supuso un 20% por debajo de la media. No obstante, y más allá de que se trató de una época excepcionalmente seca, los técnicos del organismo aportaron un dato especialmente importante:

El actual grado y modo de explotación de los recursos subterráneos del acuífero, de mantenerse, comprometería su buen estado y el de los ecosistemas terrestres que de él dependen, lo que se refleja en el hecho de que tres de las cinco masas de aguas subterráneas que forman el sistema no alcanzan el buen estado cuantitativo”. Efectivamente, venían a decir que en Doñana ya no había suficiente agua. Sí, antes de la aprobación de la ley de regadíos andaluza. 

Desde este organismo también hicieron una serie de recomendaciones encaminadas a poder recuperar niveles del 2000 en un horizonte temporal, como mínimo, fijado en 2027. Para ello, entre los principales punto de la estrategia se defendía el “incremento cero” de la superficie susceptible de obtener concesión para riego, la aplicación rigurosa de la legalidad, el cierre de captaciones ilegales o la eliminación de regadíos no legalizables, así como el el trasvase de 19,99 hm3 acordado en la Ley 10/2018 -las actuaciones en materia de infraestructura hidráulica que el PP reclama al Gobierno y constituyen el grueso de su argumentario sobre la situación en Doñana-.

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Antón Parada es redactor de actualidad en El HuffPost. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Antes de llegar aquí trabajó cinco años en La Voz de Galicia y pasó por los micrófonos de Radio Voz.

Puedes contactar con él escribiendo a: anton.parada@huffpost.es