Así fue el derrocamiento de Pablo Casado

Así fue el derrocamiento de Pablo Casado

Del miércoles 16 de febrero al miércoles 23. Negociaciones, filtraciones y traiciones que acabaron con el entonces presidente del PP.

Pablo Casado, en una rueda de prensa en la sede del PP, en julio de 2021.Europa Press via Getty Images

Pareciera que ha pasado una década, pero sólo hace un año desde que, a mediados de febrero de 2022, comenzó el inicio del fin de Pablo Casado como presidente del PP. 

Tras una crisis interna durísima, el líder de los ‘populares’ se veía forzado a dejar su cargo al ver cómo la mayoría de su partido le daba la espalda.

Todo después del enconado enfrentamiento público de la dirección nacional de la formación con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que acabó imponiéndose en la guerra que mantenía desde hacía meses con Casado.

El HuffPost recrea jornada a jornada, del 16 al 23 de febrero, los siete días que acabaron con la cúpula del PP. Un relato repleto de negociaciones, filtraciones y traiciones.

Miércoles 16 de febrero

Comienza el día con la resaca aún de las elecciones en Castilla y León. Alfonso Fernández Mañueco se prepara para negociar con Vox después de ganar por minoría. Prácticamente nadie puede presagiar el cisma que está por llegar.

Ya bien entrada la tarde, los diarios El Mundo y El Confidencial aseguran que Génova espió a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, por los contratos sanitarios adjudicados a su hermano. El Ayuntamiento de Madrid también es salpicado.

A las 22:00 horas, el PP desmiente “tajantemente” esas informaciones y anuncia medidas judiciales. La guerra soterrada entre la dirección del partido y Ayuso se hace pública. Las reuniones en Génova y en Sol se multiplican. Empieza la cuenta atrás para el derrocamiento.

Jueves 17 de febrero

Todo el foco mediático está puesto ya en la guerra del PP, con filtraciones de unos y otros. La inquietud en las estructuras es enorme. Ayuso convoca a los medios, da por seguro el espionaje y, por primera vez, carga públicamente contra Casado.

“Nunca pude imaginar que la dirección nacional de mi partido iba a actuar de manera tan cruel y tan injusta contra mí. (...) Las declaraciones que están publicando los medios provienen del entorno de Pablo Casado, y que él no desmiente, son lo peor que se puede esperar de los políticos. Y además, lo hacen desde el anonimato”, dijo Ayuso, que lo más suave que soltó aquella mañana fueron los “buenos días”.

En paralelo, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, asegura que no tiene nada que ver con el tema y poco después deja caer a Ángel Carromero, su hombre fuerte en el consistorio. La respuesta de Génova a Ayuso es contundente. Comparece García Egea, secretario general del PP, y anuncia que le abren expediente informativo.

El partido empieza a posicionarse por la tarde. La dirección del PP, que se reúne con Casado, sale en su defensa a través de la redes sociales como también algunos diputados y senadores. Los barones más destacados guardan silencio así como sus estructuras. Hablan entre ellos. Empiezan a sugerir que el secretario general tiene que dimitir. Poco antes de las 23:00 horas, Génova anuncia que Casado será entrevistado en COPE a la mañana siguiente.

Viernes 18 de febrero

Todo el PP está pendiente de la entrevista. Casado habla con claridad. Cree que Ayuso no ha actuado correctamente y se reivindica. “Estoy muy sorprendido y muy decepcionado pero con la conciencia muy tranquila. Lamento mucho lo que está pasando y soy consciente del daño que esto hace a la imagen del partido”, dice. Su comité de dirección le vuelve a trasladar su apoyo.

Ayuso entra en COPE para decir que no hubo nada ilegal y sus consejeros dan a media mañana una rueda de prensa para corroborar su versión. Se niega a participar en esa comparecencia Enrique López, que entonces era también el responsable de Justicia de Casado.

Por la tarde, Casado convoca en secreto a Ayuso. Intenta acercar posturas. Los barones trasladan que la situación es inaceptable y critican con dureza a García Egea. La presidenta madrileña llega a Génova, a la séptima planta, para reunirse con el líder nacional. Casado le asegura que nunca ordenó espiarla y que, tras las explicaciones de los consejeros, se podía dar por resuelto el expediente informativo. Nada se traslada a la prensa ese día. En la calle, decenas de personas protestan y gritan contra Casado y a favor de Ayuso.

Sábado 19 de febrero

Génova está rodeada de periodistas. La presión interna y mediática es enorme. PP y Sol no logran consensuar un comunicado conjunto sobre la crisis y el expediente a la presidenta madrileña. 

Pasadas las 14:00 horas, Génova informa de la reunión del día anterior. En ella, según fuentes populares, Casado había trasladado a Ayuso que el comunicado que ella misma publicó sobre el contrato público por el que su hermano Tomás habría cobrado una comisión “se incorporará al expediente informativo abierto por el PP para concluirlo satisfactoriamente”.

Sin embargo, el equipo de Ayuso añade que esa reunión no fue satisfactoria. Fuentes del Gobierno regional aseguran que en dicha reunión Casado llegó a proponer a Ayuso levantarle el expediente a cambio de que “dijera en un comunicado que no había sido investigada por el PP”. El encuentro, dijeron estas mismas fuentes, terminó sin acuerdo por lo que la reunión se califica de “infructuosa”. Sol rechaza un armisticio. 

Por la tarde, Casado se reúne con su equipo más próximo, no más de diez personas, fuera de la sede. Los barones hablan entre ellos, filtran que ya no dan su apoyo a Casado y miran a Feijóo. “Ya no vale con Teodoro”, aseguran. También hay movimientos entre los teóricos leales al presidente.

Domingo 20 de febrero

Manifestación de cientos de personas frente a la sede nacional. Claman contra Casado y aplauden a Ayuso.

El Mundo y ABC piden abiertamente la dimisión del presidente nacional, que vuelve a reunirse con su núcleo duro fuera de Génova.

Se sopesan opciones como cambios en la estructura y se anuncia que habrá comité de dirección el lunes. La revuelta de los barones se consuma en paralelo. Los mensajes que llegan de Galicia, Andalucía y, por supuesto, Madrid es que no hay vuelta atrás.

A última hora del día, llega la portada de ABC, según la cual Almeida deja la portavocía nacional.

Lunes 21 de febrero

En la séptima planta de Génova 13 se desarrolla el Comité de Dirección clave para el futuro de Pablo Casado. Están todos menos Martínez-Almeida. De los que asisten, solo García Egea y Pablo Montesinos, vicesecretario de Comunicación, estuvieron con el líder del PP ese fin de semana. 

Uno a uno van tomando la palabra. Muestran su apoyo al presidente Ana Beltrán, vicesecretaria de Organización, Antonio González Terol, vicesecretario de Territorial, y Montesinos, quien deja una frase contundente: “estamos muertos”. 

Los tres portavoces parlamentarios, Cuca Gamarra, Javier Maroto y Dolors Montserrat, dan la espalda a Casado y García Egea. Varios piden la dimisión inmediata del secretario general. Hay lágrimas, muchos reproches y la reunión se llega a interrumpir unas horas.

Por la tarde, las cosas se complican. Casado constata que no tiene el apoyo de sus portavoces parlamentarios ni tampoco de la mayoría del Comité. Andrea Levy, presidenta del Comité de Derechos y Garantías, amaga con dimitir. 

Finalmente, tras una jornada muy larga y tensa, acuerdan por unanimidad convocar para la semana siguiente la Junta Directiva Nacional, máximo órgano entre congresos. 

Oficialmente, Génova desmiente que Casado vaya a dimitir. García Egea también concluye el día como secretario general.

Martes 22 de febrero

El principio del fin de Casado en el PP. En el Congreso y en el Senado comienza la revuelta contra el líder del partido. De forma coordinada, diputados y senadores de Andalucía y Galicia exigen un congreso extraordinario y la dimisión de García Egea. 

Los parlamentarios populares hacen público un escrito contra Génova. Un texto que llega a rubricar Pablo Hispán, quien fuera jefe de gabinete de Casado. 

Los portavoces parlamentarios también presionan a través de las redes sociales y exigen un cambio de etapa. Hay incluso quienes conceden entrevistas a los medios como Andrea Levy y la diputada gallega Ana Belén Vázquez. "Cuando el rey va desnudo, hay obligación de decírselo", llega a expresar la primera sobre Casado. 

Sólo algunos leales se acercan a Génova 13, atestada de cámaras de televisión y fotógrafos. Allí Casado constata que la gran mayoría le ha dado la espalda, que no tiene apoyos relevantes. Es más, algunos de los que le respaldaban tan solo días antes ahora exigen dimisiones. 

Para colmo, los barones empiezan a filtrar que se tiene que ir ya, sin pasar por un congreso. García Egea concede una entrevista a Ana Pastor en LaSexta. Allí, en prime time, anuncia su dimisión como secretario general.  

Poco antes, Montesinos acude a votar al Congreso y es la única voz que ese martes se escucha en apoyo a Casado. 

Pero la sensación de abatimiento es absoluta en el partido. Pasadas las 18:00 horas, Génova confirma que la Junta Directiva será para convocar un Congreso extraordinario.

Miércoles 23 de febrero

El último día de una semana que pasará a la historia en el PP. El último día de Pablo Casado. 

A primerísima hora, Génova informa que Casado acudirá a la sesión de control en el Congreso. “Por obligación como jefe de la oposición y respeto a la sede de la soberanía nacional”, indican. 

El todavía líder del PP acude a su despacho en la primera planta del palacio de la Carrera de San Jerónimo. Allí se ven los aún leales y quienes horas antes habían exigido un congreso extraordinario, como Gamarra o Ana Pastor, vicesecretaria de Política Social. 

Había dudas sobre cómo respondería el grupo parlamentario. La tensión es enorme. Casado hace una intervención que suena a despedida y los diputados del PP le aplauden. 

Después, se marcha. 

Detrás salen del hemiciclo Montesinos, Beltrán y Terol, los únicos que todavía le siguen apoyando. 

De ahí, Casado vuelve de nuevo a su despacho y acaba marchándose en el ascensor con María Pelayo, su directora de comunicación, y Montesinos.

Ya por la tarde, Casado se ve con los barones. Primero, se reúne a solas con Feijóo. Después, con todos. 

Una mayoría de presidentes autonómicos quiere que Casado se marche de inmediato, esa misma noche si es posible. Pero el aún presidente se revuelve, dice que él no ha hecho nada malo, que llegó a través de un congreso y se marchará de la misma forma. El andaluz Juanma Moreno le apoya en esto.

La reunión se alarga durante horas, hay filtraciones, muchos nervios y enfados. Feijóo da los nombres de Gamarra y del eurodiputado Esteban González Pons para que dirijan la transición hasta el congreso extraordinario.

Finalmente, se logra consensuar un comunicado con los barones que redactan los equipos de Casado y Feijóo y que se hace público cerca de la una y media de la mañana. 

En él, se informa de que el aún presidente no optará a la reelección en el congreso, que se celebraría los días 2 y 3 de abril. Hasta entonces, Casado seguirá siendo formalmente presidente. Éste le pide al líder gallego que se presente como candidato.

Casado ya sólo tomaría la palabra públicamente dos veces más. En la Junta Directiva Nacional del uno de marzo y en el congreso de Sevilla, un mes después, cuando anunció que dejaba la vida política. 

Desde entonces, silencio.