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¿De verdad la decisión de Junts cambia en algo la situación del Gobierno? ¿Afectará en algo al devenir de la legislatura?

¿De verdad la decisión de Junts cambia en algo la situación del Gobierno? ¿Afectará en algo al devenir de la legislatura?

Carles Puigdemont ha oficializado una postura que en realidad ya se conocía: no hay una mayoría progresista en el Congreso, donde Junts ha rechazado políticas clave del Ejecutivo con los votos de Partido Popular y Vox.

El presidente de JxCat, Carles Puigdemont, este lunes.EFE/David Borrat

La pregunta es oportuna. Cuando el líder de Junts, Carles Puigdemont, dijo este lunes aquello de que, si su militancia ratifica la ruptura con el PSOE, "el Gobierno español no podrá recurrir a la mayoría de la investidura", uno se plantea si de verdad hasta ahora podía hacerlo. Más allá de la amnistía, ¿cuándo los siete votos de Junts han servido para sacar adelante alguna de las medidas que el Gobierno llevó al Congreso? Hace unos días, sin ir más lejos, los votos de Junts se sumaron a los de Partido Popular y Vox para tumbar la reducción de la jornada laboral, uno de los grandes proyectos del Ejecutivo, al menos del Ministerio de Trabajo. Y, como en esta, otras tantas. Quizás lo primero sea asumir que en el Congreso no existe, ni existió desde el principio de la legislatura, una mayoría progresista, aunque sí de investidura.

La de Pedro Sánchez y Carles Puigdemont es una relación que siempre estuvo basada en intereses particulares, nunca en políticas compartidas. Sánchez necesitaba los votos de Junts para ser presidente del Gobierno, y Puigdemont hizo de la necesidad, virtud. Si Sánchez quería el apoyo de sus diputados para la investidura, debía comprometerse a aprobar, sobre todo y en primer lugar, la ley de Amnistía. Una vez superado este aspecto, ni PSOE ni Junts tenían demasiado interés en entenderse. La ruptura oficial entre ambas formaciones es la crónica de una muerte anunciada.

Ahora, la gran pregunta: ¿de verdad cambia algo la decisión de Junts? Este lunes, Puigdemont quiso incidir en que, sin sus votos, el Gobierno "no tendrá Presupuestos ni capacidad para gobernar". ¿Pero acaso tuvo algo de eso antes de ayer? A comienzos de septiembre, Pedro Sánchez avanzó en una entrevista en TVE que presentaría las cuentas anuales para 2026 pero sin temor a que fueran rechazados. De no salir, prorrogaría una vez más los de 2023. Es más, los Presupuestos de 2025 tampoco salieron adelante porque Junts rechazó a finales de 2024, de nuevo junto al Partido Popular y Vox, la senda de gasto propuesta por el Ejecutivo.

La decisión de Junts solo supondría un varapalo real para el Gobierno si estuvieran en disposición de apoyar una hipotética moción de censura de los de Alberto Núñez Feijóo, pero Puigdemont no está dispuesto a ello. Es consciente de que, si bien su electorado tiene aversión al PSOE, la hostilidad es mayor si al otro lado de la mesa está sentado el Partido Popular, que cada vez se ajusta más a las posiciones extremistas de la ultraderecha de Vox. Junts prefiere por ahora dejar todo en manos de Sánchez, como ya hizo cuando hace unos meses presionó con una cuestión de confianza.

¿Pero entonces por qué Junts ha hecho esto, si apenas cambiará nada? La respuesta está, en parte, en la propia pregunta. Luego, Junts considera, y no sin razón, que ha logrado todo lo que podía conseguir, pero no es suficiente para recuperar fuerza en Cataluña. Las negociaciones en Suiza con un mediador internacional han quedado relegadas a un plano intrascendente. Puigdemont necesita algún giro que vuelva a ponerle en el plano que cree merecer, sobre todo en un momento en el que la ultraderecha de Aliança Catalana tiene cada vez más adeptos. La líder de la extrema derecha independentista e islamófoba, Sílvia Orriols, ironizó de hecho el otro día sobre su papel indirecto en la crisis. "¿Es posible hacer caer el Gobierno de Madrid desde la capital del Ripollès? Yo creo que sí", escribió en su cuenta en la red social X.

Ahí, en Aliança Catalana, reside otra gran incógnita. Junts, como el Partido Popular con Vox, puede caer en la tentación de aproximarse tanto a sus postulados que ya no haya manera de diferenciarlos, y está de sobra estudiado que imitar las tesis ultraderechistas solo beneficia a la propia ultraderecha. Que se lo pregunten a Feijóo.

Pese a que la ruptura oficial de Junts con el PSOE no varía en gran medida el devenir de la legislatura, Pedro Sánchez y sus socios tampoco pueden actuar como si nada hubiera pasado. Si el Gobierno venía de atravesar una situación de extrema debilidad, ahora esta es, si cabe, mayor. Antes todavía podía fingirse una suerte de negociación con Junts para aprobar, aunque fuera, alguna medida mínima. Ahora, se han roto los puentes negociadores. Ya es oficial que el Gobierno está en minoría en el Congreso. Si Puigdemont decide que ya nada le sirve, puede apostar todo a una última baza: apoyar una moción del Partido Popular. Y, entonces sí, habrá elecciones.

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Me llamó Héctor Juanatey, aunque como dice Xoan Tallón, eso no importa, todo el mundo tiene un nombre. Me gusta escribir y contar cosas. En El HuffPost escribo de política, y como política lo es todo, decirles esto es como decir todo y decir nada.

 

Sobre qué temas escribo

En El HuffPost escribo, como ya les dije, de política, que es todo. Si quisieran entrar más en detalle, les cuento: por gustar, me gusta escribir de todo aquello que me preocupa dentro y fuera de la redacción. En los últimos años, por ejemplo, he estado investigando el ascenso de la extrema derecha, una suerte de virus invisible que crece cada día más. Un crecimiento, sin embargo, que también tiene responsables, y en ellos me gusta fijarme, ya sea Elon Musk, Mark Zuckerberg o influencers de ultraderecha con cada vez más adeptos. Pero también la política es causa de la desafección de la que beben los ultras. De ahí que no haya que olvidarse nunca de temas fundamentales como la vivienda; en definitiva, de las condiciones materiales de la ciudadanía. Por ese motivo, también, y desde la cobertura que hice para Público durante el 15M en la Puerta del Sol, en Madrid, he centrado gran parte de mi trabajo en las diferentes reivindicaciones de la movilización social. Sospechen siempre de aquellos periodistas que acostumbran a agobiar con la cantinela de la objetividad. Al final, solo buscan desprestigiar el sentido mismo de la profesión.

 

Mi trayectoria

Pese a todas las advertencias, desde que me decanté por estudiar periodismo (Licenciatura y Máster en Periodismo de Investigación), a excepción de un parón en el que trabajé en discurso y comunicación política, he tenido la suerte de dedicarme a escribir. Empecé en La Voz de Galicia y, tras dejar la terruña (Galicia) y mudarme a la capital en busca de oportunidades laborales, pasé por Público, La Sexta, fui redactor fundacional de eldiario.es, y he escrito para un buen número de medios como Praza.com, la revista Luzes, Playground Magazine, La Marea, Vanity Fair o CTXT. En una ocasión estuve en el campamento de refugiados de Dajla, en el Sahara, y de allí me traje unas breves anotaciones que fueron publicadas como libro, ‘Dajla. Apuntes desde o Sahara’, editado por Praza. En otra, entrevisté a Txema Guijarro, una de las personas que trabajó en el asilo de Julian Assange y Edward Snowden, y esos diálogos se transformaron también en libro, ‘El analista. Un espía accidental en los casos Assange y Snowden’, de Libros del KO. En otro lapso de tiempo, creé junto a los cómicos Facu Díaz y Miguel Maldonado un programa de humor, La Tuerka News, porque tengan claro que sin risas nos vamos a la m*****.

 


 

Cómo contactar conmigo:

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