Dos años del 23J: Pedro Sánchez llega al ecuador con la impresión de derrumbe pero la certeza de continuar hasta 2027
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Dos años del 23J: Pedro Sánchez llega al ecuador con la impresión de derrumbe pero la certeza de continuar hasta 2027

Después de unas elecciones cuyo resultado nadie esperaba, el presidente del Gobierno logró sacar adelante una coalición que le ha exigido muchas cesiones. Llega a la mitad del mandato seguro de continuar a pesar de la corrupción que señala a sus dos últimos secretarios de Organización.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.Pablo Blazquez Dominguez/Getty Images

Apenas un día antes de entrar en París, los nazis de la Gestapo daban instrucciones a sus habitantes sobre cómo actuar y cerca, desde la ventana de un bistró, un Rick que ni papa tenía de alemán preguntaba con cierta indiferencia qué pasaba. La respuesta se la daba Elsa, quien dejó para la posteridad una de las más icónicas frases del cine: "El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos". En una analogía improbable, cumplida la mitad de la legislatura, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, bien podría salir al balcón de La Moncloa y, como una Elsa inquieta por la crisis circundante, decirse a sí mismo: "El mundo se derrumba y seguimos gobernando".

Este miércoles se cumplen dos años de las elecciones del 23 de julio de 2023. 730 días desde aquel día en el que casi nadie acertó. La sorpresa azotó tanto la sede del PSOE en Ferraz como la del PP en Génova. Mientras en la primera esperaban que la decisión del adelanto electoral tras el batacazo en autonómicas y municipales no fuera errónea, en la segunda estaban seguros de una mayoría absoluta, incluso sin Vox. Feijóo ganó las elecciones, sí, pero lejos de la mayoría al superar Sánchez las expectativas. "Hemos obtenido más votos, más escaños y más porcentaje de voto que en las últimas elecciones", celebró el presidente del Gobierno desde un andamio levantado a las puertas de la sede socialista. Eran cuatro las personas que le acompañaban. Una de ellas duerme hoy en la cárcel de Soto del Real. Además de Cristina Narbona, María Jesús Montero y la mujer de Sánchez, Begoña Gómez, al lado del jefe del Ejecutivo estaba Santos Cerdán.

Si, como cantaba Gardel, veinte años no es nada, estos dos años de legislatura parecen una eternidad. Las novedades políticas y judiciales se han multiplicado a tal velocidad que la noticia del día casi hace olvidar la de la jornada previa. Y si este Gobierno existe, de hecho, es gracias al olvido, a la amnesia hecha norma. Cuando el voto exterior dio al Partido Popular un escaño que el PSOE había ganado el 23J, a los socialistas no les servía ya la abstención de Junts. Necesitaban su voto a favor y, para obtener la aquiescencia de Carles Puigdemont, tendrían no solo que aceptar sino legislar sobre lo que llevaban tiempo negando: la amnistía del procés.

Esa dependencia, ya no de Junts sino del conjunto de socios de investidura, ha marcado los dos primeros cursos políticos. El tercer Gobierno de Pedro Sánchez ha perdido más de 100 votaciones en el Congreso, muchas de ellas por los votos de Junts sumados a los de Partido Popular y Vox. Pero no solo. La última gran derrota ha llegado esta misma semana, después de que Podemos y BNG, además de Junts, votaran en contra del conocido como decreto antiapagones.

Pero si algo ha marcado estos dos años ha sido la acción de la judicatura, dividida entre casos rigurosos y otros basados en casi la mera especulación, pero con consecuencias políticas similares. El cerco judicial al presidente del Gobierno le llevó a tomarse incluso cinco días de reflexión en los que, alejado de la vida pública, nadie sabía muy bien qué pasaría, ni siquiera el PSOE. "Soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también", escribió Sánchez en una carta a la ciudadanía. Las piruetas judiciales lograron incluso que un caso que había comenzado con el supuesto fraude fiscal de la pareja de Isabel Díaz Ayuso terminase con el fiscal general del Estado imputado por revelación de secretos.

Pese a los casos abiertos contra su mujer y contra su hermano, David Sánchez, que desde el PSOE achacan al fango judicial y político, sin duda a Pedro Sánchez le ha pasado más factura la corrupción que, desde hace un año, señala al núcleo del Partido Socialista. Los dos últimos secretarios de Organización del PSOE, José Luis Ábalos y Santos Cerdán, están señalados por montar una trama corrupta para obtener mordidas a cambio de amañar adjudicaciones de obra pública. Y no es que fueran solamente dos figuras clave en la estructura socialista, sino que ambos acompañaron a Sánchez desde aquellas primarias en las, aislado, recorrió España en coche para regresar a la Secretaría General de su partido. El golpe fue tal que el presidente del Gobierno no tuvo más remedio que dirigirse de nuevo a la ciudadanía, esta vez para pedir perdón. Si la relación con sus socios ya era complicada, el caso generó un nuevo cisma. La confianza es mínima, pero el miedo a la llegada de la derecha y la ultraderecha es todavía mayor.

Para el Gobierno, sin embargo, toda la presión que la oposición arroja contra la coalición progresista entre PSOE y Sumar busca esconder una buena gestión. "¿Por qué las buenas noticias para España son malas para la derecha?", se preguntó Sánchez en enero de este año, donde presumió de haber llevado al país a convertirse en una de las mejores economías del mundo, si no la mejor. "España crece y es la economía mejor del mundo, tenemos más empleo que nunca y la paz social y la convivencia son hoy una realidad en nuestro país", dijo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé, además, más crecimiento económico para este año.

Como en Casablanca, uno puede enamorarse mientras el mundo se impone. Y pasa también con España. Más allá de la situación política nacional, el planeta continúa con sus giros en una suerte de derrumbe internacional. A la guerra estancada en Ucrania tras la invasión rusa se ha sumado el genocidio en Gaza. Además, Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca y, a excepción de muy pocos países, la extrema derecha avanza cada vez más en Europa. En este contexto, Pedro Sánchez trata de superar los asuntos de casa para erigirse como una especie de líder internacional de la resistencia progresista. Lo hizo, por ejemplo, tras la última cumbre de la OTAN, en la que aseguró que España no llegará al 5% del PIB en gasto militar, como así firmaron los países aliados. La negativa provocó la ira y las habituales amenazas del presidente estadounidense, quien en su día situó a España entre los BRICS.

Pedro Sánchez tiene la intención, así lo dice siempre que puede, de agotar la legislatura. No habrá elecciones hasta 2027. Cuenta con la ventaja de que el Partido Popular, que pide comicios anticipados desde casi el día siguiente de anunciarse el nuevo Gobierno, sigue sin tener los apoyos necesarios para sacar adelante una hipotética moción de censura. Desde el PSOE confían, además, en que a partir del verano comenzarán a conocerse las sentencias de diferentes casos de corrupción que implican a los de Feijóo, algo que, creen, tapará sus propias vergüenzas. Como anticipo, y para rebajar las ansias del Partido Popular, estos días se ha conocido ya una supuesta trama corrupta que señala al exministro de Hacienda Cristóbal Montoro. No obstante, Sánchez necesita a sus socios. Con un Junts impredecible, Sumar le ha pedido un “giro social” de la investidura y estos días anunció una nueva ley de Secretos Oficiales, como así reclamaba un PNV que ve al presidente "no completamente desnudo", pero sí con "una hoja de parra".

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Me llamó Héctor Juanatey, aunque como dice Xoan Tallón, eso no importa, todo el mundo tiene un nombre. Me gusta escribir y contar cosas. En El HuffPost escribo de política, y como política lo es todo, decirles esto es como decir todo y decir nada.

 

Sobre qué temas escribo

En El HuffPost escribo, como ya les dije, de política, que es todo. Si quisieran entrar más en detalle, les cuento: por gustar, me gusta escribir de todo aquello que me preocupa dentro y fuera de la redacción. En los últimos años, por ejemplo, he estado investigando el ascenso de la extrema derecha, una suerte de virus invisible que crece cada día más. Un crecimiento, sin embargo, que también tiene responsables, y en ellos me gusta fijarme, ya sea Elon Musk, Mark Zuckerberg o influencers de ultraderecha con cada vez más adeptos. Pero también la política es causa de la desafección de la que beben los ultras. De ahí que no haya que olvidarse nunca de temas fundamentales como la vivienda; en definitiva, de las condiciones materiales de la ciudadanía. Por ese motivo, también, y desde la cobertura que hice para Público durante el 15M en la Puerta del Sol, en Madrid, he centrado gran parte de mi trabajo en las diferentes reivindicaciones de la movilización social. Sospechen siempre de aquellos periodistas que acostumbran a agobiar con la cantinela de la objetividad. Al final, solo buscan desprestigiar el sentido mismo de la profesión.

 

Mi trayectoria

Pese a todas las advertencias, desde que me decanté por estudiar periodismo (Licenciatura y Máster en Periodismo de Investigación), a excepción de un parón en el que trabajé en discurso y comunicación política, he tenido la suerte de dedicarme a escribir. Empecé en La Voz de Galicia y, tras dejar la terruña (Galicia) y mudarme a la capital en busca de oportunidades laborales, pasé por Público, La Sexta, fui redactor fundacional de eldiario.es, y he escrito para un buen número de medios como Praza.com, la revista Luzes, Playground Magazine, La Marea, Vanity Fair o CTXT. En una ocasión estuve en el campamento de refugiados de Dajla, en el Sahara, y de allí me traje unas breves anotaciones que fueron publicadas como libro, ‘Dajla. Apuntes desde o Sahara’, editado por Praza. En otra, entrevisté a Txema Guijarro, una de las personas que trabajó en el asilo de Julian Assange y Edward Snowden, y esos diálogos se transformaron también en libro, ‘El analista. Un espía accidental en los casos Assange y Snowden’, de Libros del KO. En otro lapso de tiempo, creé junto a los cómicos Facu Díaz y Miguel Maldonado un programa de humor, La Tuerka News, porque tengan claro que sin risas nos vamos a la m*****.

 


 

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