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El día antes de un desahucio: "Sólo quiero un techo. Algo digno para mis hijos. No merecen pasar por esto"
Política

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El día antes de un desahucio: "Sólo quiero un techo. Algo digno para mis hijos. No merecen pasar por esto"

Selene vive junto a su marido y sus dos hijos menores de edad desde 2018 en un piso del barrio de Moratalaz. Este martes se enfrenta a su segundo desahucio sin alternativa habitacional y a la incertidumbre de no saber qué va a ser de ella y su familia.

Selene, su marido y sus dos hijos menores de edad serán desahuciados este martes en el barrio madrileño de Moratalaz.

Una mañana puede cambiar una vida. La sensación angustiante de que todo se acaba y que un hogar puede llegar a su fin. Tener un techo donde poder buscar cobijo es algo que muchos dan por hecho, pero para otros es la espada de Damocles que les persigue día tras día. Sabiendo que una noche puede ser la última y que la mañana siguiente te enfrentas a la calle. Esta es la historia de Selene y su familia, la historia también de tantos otros.

"Llevo toda la vida aquí, me conocen todos los vecinos desde pequeñita", relata Selene con voz entrecortada. Este martes se producirá el intento de desahucio junto a su familia de la vivienda en la que residen desde 2018. Su historia, marcada por la precariedad y la enfermedad, refleja el drama silencioso que se sucede semana tras semana por todo el país. "Yo nací en este barrio. He jugado, corrido y me he caído en estas calles. Aquí he vivido toda mi vida", narra.

Selene es madre de dos hijos menores -de 11 y 6 años- y vive con su marido -que padece una enfermedad crónica- en el barrio madrileño de Moratalaz. "Cualquier cosita es un mundo para él. Su sistema se vuelve loco y ataca su propio cuerpo", explica. La situación médica de su pareja ha deteriorado profundamente el ánimo familiar. "Está en manos de psicólogos y psiquiatras, porque todo esto le ha afectado muchísimo", añade.

Desde 2018 ocupa la vivienda que, asegura, lleva vacía desde hace tiempo. "La chica que vivía aquí se fue. Tenía problemas, no sé exactamente cuáles. Me entregó una copia de las llaves y me dijo que me quedara", explica. En ese momento, Selene tenía un hijo pequeño y literalmente se quedaba en la calle. "No era por gusto, era eso o dormir con mi niño en la calle. No tenía otra salida".

Ya es el segundo intento de desahucio que enfrenta. "La primera vez me echaron, pero me volví a meter. No tenía a dónde ir", reconoce con resignación. Su marido no puede trabajar, ella está agotada emocionalmente, y los niños sufren las consecuencias. "Estamos fatal. Los niños están mal en el colegio por la situación. Yo tuve que ir al ambulatorio a pincharme del dolor de cabeza. No me podía mantener en pie".

El desamparo institucional es una constante en su testimonio. "Desde la Comunidad de Madrid no me han dado ninguna alternativa habitacional. Me ofrecieron un hotel, pero no voy a meterme con desconocidos, y mucho menos mi marido, con su enfermedad. Mis hijos no conocen otra cosa que este barrio, sus amigos del colegio y la vida aquí", comenta.

Selene recuerda que pidió ayuda. "He ido al Ayuntamiento, al ambulatorio... No me han dado nada. Me dicen que me buscan algo, pero luego no hacen nada. Te dejan sola", dice con impotencia. Las palabras se atropellan cuando habla de sus hijos: "A lo mejor se van con mi cuñado. Es mejor que no estén aquí cuando pase todo".

Pese a todo, no pierde la capacidad de empatizar. "Las personas que vienen a echarte, los de los servicios sociales… no es culpa suya. Pero se quedan callados, como si no pasara nada. Y no entienden que una familia como la mía no puede vivir en un hotel. Necesitamos una casa, estabilidad, seguridad... lo mínimo", denuncia.

El dolor familiar se extiende más allá del núcleo que vive con ella. "Mi padre también está mal. Tiene ansiedad, ataques, y todo esto lo agrava. Vivir esta situación te rompe por dentro. Ya no sabes ni qué pensar", explica con cansancio sabiendo que en cuanto salga el sol tendrá que volver a enfrentarse a otro infierno en el que desconoce que será de ella y su familia si ponen un pie fuera de su casa.

En caso de que ocurra lo peor, Selene lo tiene caro: "Iré a casa de mis padres, aunque allí también hay problemas. Después, ya no sé. No tengo alternativa. No tengo nada más", sentencia. Ni un plan B ni un colchón social la esperan.

Desde el Sindicato de Vivienda de Moratalaz, aseguran a este periódico que han intentado poner todos los recursos legales posibles, el informe de vulnerabilidad presentado -que ha sido rechazado- y varios años solicitando una vivienda social que no tiene respuesta. "La AVS se niega a negociar con nosotros un alquiler social después de haberlo solicitado varias veces y mañana pretenden dejar a una familia con dos menores en la calle", señalan fuentes del sindicato. 

"No me han ofrecido ni un alquiler social, nada. Les da igual. Esta casa estaba vacía desde 2018, ¿qué costaba regularizar la situación?", se pregunta Selene. Y concluye, como quien lanza un clamor en el desierto: "Sólo quiero un techo. Algo digno para mis hijos. No merecen pasar por esto".

Mañana, a las diez, Selene estará en la puerta de su casa, esperando. Sin certezas. Sin soluciones. Sólo con la esperanza de que, tal vez, alguien la escuche antes de que, de nuevo, se tenga que enfrentar a lo que significa perderlo todo.