Arranca el plan de pasear al perro sin perro: "El mundo se está volviendo más loco"
El único requisito es una correa y mucha imaginación.
Primero fue el hobby horsing, la moda escandinava en la que adultos y jóvenes “montan” caballitos de juguete en competiciones de salto. Ahora, desde Alemania, llega una tendencia aún más sorprendente: el “hobby dogging”, una actividad en la que los participantes pasean y adiestran perros imaginarios. Aunque a muchos les suene a broma, este peculiar pasatiempo se ha convertido en un fenómeno real con seguidores y vídeos virales en redes sociales.
Según informó el medio alemán Stern, esta práctica nació en Bad Friedrichshall, cerca de Heilbronn, donde la adiestradora Barbara Gerlinger, de 65 años, ofrece clases de entrenamiento… sin perros. “¡Salta! ¡Salta! ¡Muy bien!”, grita Gerlinger mientras los participantes levantan las rodillas, sostienen una correa vacía y simulan premiar a su can invisible con golosinas imaginarias. A primera vista, parece una parodia, pero la entrenadora insiste: “Es una locura, pero ¿qué no lo es? Vivimos en un mundo loco”.
Un entrenamiento sin ladridos (ni pelos en la alfombra)
Las ventajas del hobby dogging son evidentes para sus defensores: no hay que pagar impuestos caninos, ni veterinarios, ni preocuparse por los pelos o los destrozos domésticos. Tampoco hay ladridos ni que recoger excrementos. El único requisito es una correa y mucha imaginación.
Gerlinger, que lleva años trabajando como educadora canina, concibió esta idea como un ejercicio de concentración y entrenamiento mental. “El problema nunca es el perro, sino la persona al otro extremo de la correa”, explica. En sus clases, los participantes practican su postura, tono de voz y coordinación sin distracciones, algo que considera un “ensayo general” antes de enfrentarse a un perro real.
“Es bastante agotador concentrarse durante 20 minutos en algo que no está ahí”, admite entre risas. Pero precisamente esa concentración ayuda a los futuros adiestradores a mejorar su comunicación no verbal y su manejo corporal.
De broma local a fenómeno internacional
Lo que comenzó como una broma entre socios de un club acabó convirtiéndose en una tendencia viral. Los vídeos de Gerlinger junto a su hijo, mostrando sesiones de entrenamiento sin perros, acumulan millones de visualizaciones. “Están todos completamente desorganizados”, comenta divertida antes de repartir correas vacías entre los asistentes. “Si tienes un rottweiler, usa un arnés más grande”, bromea durante las clases.
La idea ha cruzado fronteras y ya ha despertado curiosidad en Estados Unidos y Japón. En Alemania, las opiniones están divididas: algunos se burlan del concepto (“El mundo se está volviendo cada vez más loco”, comentaba un usuario), mientras otros lo ven como una forma ingeniosa de aprender autocontrol y disciplina.
Un vínculo invisible pero real
Para Anette Hilkert, una participante de 61 años, el hobby dogging tiene además un valor emocional. “No solo le hablo a la correa. El perro invisible debería tener un nombre”, explica. La “perra” a la que pasea se llama Chantal, como su mascota fallecida. “Así puedo practicar antes de ponerle la correa a Mottchen, mi perro de verdad. Sin errores, sin estrés: solo la correa y un poco de imaginación”.
Puede que no haya ladridos ni colas que mover, pero para sus seguidores, el hobby dogging ofrece algo igual de real: la sensación de conexión, concentración y alegría que solo un paseo —aunque sea imaginario— puede dar.