Astrid, 58 años, está dando la vuelta al mundo con su marido en un velero: "Se salvaron gracias a nuestro teléfono satelital"
Han recorrido 40.000 millas cargadas de experiencias y anécdotas plasmadas en un libro.

Dar la vuelta al mundo es una experiencia enriquecedora al alcance de unos pocos. El esfuerzo económico que se tiene que hacer para vivir durante largo tiempo viajando implica que esa ilusión por conocer cosas nuevas y diferentes se desvanezca. Astrid y Hans, una pareja holandesa, también tuvieron esa duda, pero apostaron por su objetivo vital y se embarcaron en esta aventura.
Su historia se remonta a varios años atrás. Él capitán de barco y ella psicóloga decidieron un día dejar sus correspondientes trabajos para ponerse rumbo en su barco de 14 metros, bautizado como Zwerver, a recorrer el mundo. "Solo a bordo conectas de verdad contigo mismo. Lejos de obligaciones y expectativas, descubres quién eres realmente, qué puedes hacer y qué quieres", argumenta Hans, tal y como recoge el medio holandés Schuttevaer, añadiendo que "a veces chocamos, es parte de ello", pero que el amor y la confianza hacen que superen todas las adversidades que se les ponen por el camino.
Un rescate les marcó
Son 40.000 millas las que llevan recorridas, un trayecto que, a pesar de su extensión, no hace que Astrid se sienta aún "como una marinera. Soy más bien una aventurera", reconoce. Por el camino de su larga travesía se han cruzado con diferentes problemas, pero lo que más les ha marcado ha sido el rescate de dos franceses en una isla deshabitada del Pacífico.
Si bien en un principio no dieron muchas importancia al asunto, los gritos de auxilio de los marineros galos, pronunciando las coordenadas en las que se encontraban para que fueran rescatados, les hicieron saltar las alarmas. Rápidamente se comunicaron con los servicios de emergencias.
Al avión de rescate le fue imposible sacarlos de ahí ese mismo día. Les proporcionaron agua y comida para que, finalmente, al día siguiente, un barco de la Guardia Costera, consiguiera rescatarlos. "Se salvaron gracias a nuestro teléfono satelital. Es indispensable en una vuelta al mundo", sostienen.
Pandemia en plena travesía
La pandemia estalló mientras estaban en pleno vuelo a Australia después de visitar a sus hijos en Países Bajos. Tras pasar el confinamiento, su barco, que se quedó varado en un embarcadero australiano durante todo ese tiempo, estaba fuertemente dañado. De este modo, para abaratar costes, tras las correspondientes reparaciones de emergencia, se desplazaron hasta Tailandia para arreglar la cubierta y restaurar todo lo damnificado.
Un viaje al que se le pone letra
Tras todas estas vivencias, Astrid hace una lectura muy positiva de lo que está viviendo a bordo de su pequeño velero. "Navegar no está en mi ADN. Me encanta estar en el agua y la aventura. Pero esas velas de lona todavía no son lo mío", reconoce la holandesa, pero aun así ha querido plasmar toda su experiencia en un libro donde invita a los lectoras a viajar de la misma forma que ella y su marido lo han hecho: "Lo he descrito con total honestidad", concluye.
