Descubre una laguna en el sistema, disfruta de 1.095 comidas gratis en dos años y la empresa pierde 21.000 euros en el asunto
"No pude parar después de cosechar los frutos de mi estafa", confiesa.

Dos años, más de mil comidas y un fraude que dejó al descubierto las grietas de una de las mayores plataformas de reparto de Japón. Takuya Higashimoto, un hombre de 38 años residente en Nagoya, prefectura de Aichi, fue arrestado tras haber recibido 1.095 comidas sin pagar aprovechando un fallo en el sistema de la aplicación Demae-can, informa el Japan Times.
Su método era tan simple como efectivo. Pedía comida a domicilio y, tras recibirla mediante el sistema de entrega sin contacto, alegaba que el pedido nunca había llegado. La plataforma, confiando en la buena fe del cliente, reembolsaba el importe. Lo hizo una vez, luego otra, y después no pudo detenerse. "Al principio, simplemente probé este truco. No pude parar después de cosechar los frutos de mi estafa", confiesa en declaraciones recogidas por South China Morning Post.
Desempleado y sin ingresos estables, Higashimoto convirtió el fraude en una rutina. En dos años, perfeccionó su método hasta lograr engañar al sistema en más de mil ocasiones, obteniendo comidas valoradas en más de 21.000 euros. Para ocultar su rastro, llegó a crear 124 cuentas distintas, registradas con tarjetas telefónicas prepago e identidades falsas. Activaba cada cuenta durante unos días, hacía varios pedidos y la cancelaba antes de ser detectado.
El fraude solo salió a la luz cuando Demae-can detectó un patrón inusual en las solicitudes de reembolso. La empresa, tras investigar internamente, descubrió la magnitud del engaño. Higashimoto fue detenido en Nagoya y reconoció los hechos sin oponer resistencia.
El punto débil de las plataformas digitales
La compañía de reparto, que opera en todo Japón, admitió fallas en su sistema de verificación y anunció medidas de refuerzo, como nuevas verificaciones de identidad y un algoritmo de detección de patrones fraudulentos. Según el Jerusalem Post, la empresa implementará alertas automáticas para detectar transacciones sospechosas o solicitudes de reembolso repetitivas.
El caso ha reabierto el debate sobre la vulnerabilidad de las políticas de devolución en plataformas digitales. Lo que comenzó como una excepción pensada para proteger al consumidor se ha convertido en un terreno fértil para la estafa.
Un problema global
La "estafa del reembolso" no es exclusiva de Japón. Grandes marcas internacionales, entre ellas Amazon o Decathlon, han tenido que reforzar sus controles ante la oleada de fraudes digitales.
En España, entre 2017 y 2019, tres jóvenes de Mallorca protagonizaron una de las mayores estafas a Amazon en Europa. Vendían productos de la plataforma en Wallapop y, tras enviarlos al comprador, simulaban una devolución a Amazon, recoge Genbeta. En lugar del artículo original, devolvían cajas con canicas, bolígrafos o cualquier objeto de peso similar. La estafa ascendió a 350.000 euros, y los tres fueron condenados a un año de prisión y a devolver el dinero.
Otro caso, en Francia, involucró a un usuario habitual de Decathlon que llegó a jactarse en redes sociales: "Me he equipado completamente en ropa deportiva y todo lo ha pagado Decathlon". En plataformas como Telegram o TikTok, grupos organizados enseñan a otros cómo estafar a grandes empresas a cambio de una comisión del 20%.
Para muchos, estas acciones son picarescas, pero el artículo 248 del Código Penal es contundente con quienes las cometen: "Cometen estafa los que, con ánimo de lucro, utilizaren engaño bastante para producir error en otro, induciéndolo a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno".
La pena por esta acción puede variar entre seis meses y tres años de prisión, dependiendo del importe defraudado y de la gravedad del perjuicio causado. Si la cantidad no supera los 400 euros, la sanción se reduce a una multa de uno a tres meses.
