El bar de Salamanca donde trabajan tres parejas de gemelos como camareros: "Al final es un clon de lo que ya tengo"
Un local donde los clientes tienen la percepción de ver doble.

En un mercado tan saturado de bares y restaurantes, sobresalir en la oferta deja de ser una opción y pasa a ser una necesidad. Algunos locales destacan por su ubicación, por un nombre memorable o por la historia que cuentan sus paredes. Sin embargo, hay otros que brillan gracias al equipo que está detrás de la barra: profesionales cuya complicidad, oficio y carácter transforman cualquier consumición en una experiencia.
Este es el caso de un bar salamantino donde los clientes tienen la percepción de ver doble. En la céntrica Rúa Mayor hay un local que ha convertido la casualidad en su carta más curiosa: tres parejas de gemelos trabajan juntas en la plantilla del gastrobar, y la confusión entre todos los visitantes se ha vuelto parte del encanto del sitio. En apenas 50 metros cuadrados una sincronía sorprendente convierte cada servicio en una experiencia doblemente memorable.
Todo empezó hace años cuando Basilio Rivas Sánchez, uno de los propietarios, se hizo con el restaurante La Lula junto con la ayuda de su hermano gemelo Luis. “Yo soy el mandón, él es más tranquilo”, comenta Basilio entre risas en declaraciones recogidas por La Gaceta, explicando que él se puso al frente de la sala y su hermano a los fogones. Con el tiempo llegaron otros trabajadores que, por sorpresa, tenían un doble.
Una seña de identidad
Al poco después de abrir el negocio contrató a Rui Miguel Marques Martins, quien recomendó a su hermano gemelo Bruno que buscaba trabajo. Tras conocerle y hacerle una breve entrevista, Basilio decidió contratarle. “Al final es un clon de lo que ya tengo”, comenta en el programa ‘El tiempo justo’. Más tarde, se incorporó Ángela a la plantilla, quien se quedó sorprendida cuando descubrió que sus compañeros eran clones y confesó que ella también tenía una hermana gemela.
“Le dije al momento: entonces hay que traerla, ¿Cómo nos vamos a quedar con una sola?”, cuenta Basilio sobre la contratación de Angélica. Los responsables del bar reconocen que la convivencia de tantos gemelos provoca anécdotas casi diarias: clientes que creen estar hablando con la misma persona o que piden la misma orden a dos trabajadores distintos. El gastrobar ha aprovechado esa singularidad como reclamo y conversación entre quienes pasan por la barra.
Más allá de la anécdota, La Lula destaca por la profesionalidad de su equipo y por mantener actividad habitual como gastrobar: desayunos, tapas y terraza según la época del año, lo que garantiza un flujo constante de público que alimenta las historias sobre confusiones y dobles encuentros. Al final, lo que empezó como una simple coincidencia se ha terminado por convertir en seña de identidad.
