El infante español que casi se convirtió en Emperador de México con el apoyo de Londres y Napoleón

El infante español que casi se convirtió en Emperador de México con el apoyo de Londres y Napoleón

Te contamos un curioso episodio dentro de la insistencia de España por reconquistar tierras americanas.

Representación libre de un oficialDall-E

Seguro que al menos en algún momento de tu vida has jugado al juego mental de "¿Qué pasaría si...?". Por ejemplo: ¿qué pasaría si pudieses elegir al gobernante de un país? Pues bien, en 1827, en ciertos círculos políticos de Francia, decidieron jugar a este juego. En concreto, durante un tiempo se especuló sobre la posibilidad de coronar a cierto infante español como Emperador de México. Te resumimos este curioso episodio.

Francisco de Paula, el casi Emperador de Nueva España

La independencia del Virreinato de la Nueva España de la metrópoli española se consolidó en otoño de 1821, marcando el comienzo de una era política definida por la búsqueda de un equilibrio interno. Sin embargo, los distintos regímenes de España, tanto liberales como conservadores, se resistieron a aceptar este cambio, manteniendo la esperanza de reconquistar estas tierras.

En 1827, algunos sectores políticos en Francia contemplaron la idea de designar a Francisco de Paula, hermano menor del Rey Fernando VII, como Emperador de México. Este, junto con su esposa, la infanta Luisa Carlota, estuvo dispuesto a asumir tal responsabilidad, siempre que contara con el respaldo de los gobiernos francés (con Napoleón destacando en el apoyo) y británico. A pesar de que Monsieur de Villele y el conde de Croy-Channel propusieron el plan a Fernando VII, no consiguieron su apoyo, lo que llevó a que el Rey de Francia, Carlos X, también se desentendiera del proyecto.

Se activa el plan B

A pesar de ello, Francisco de Paula autorizó al conde de Croy para negociar con los monárquicos en América y el gobierno mexicano una posible transición que aseguraría la validez de los actos gubernamentales previos, el mantenimiento de los funcionarios, la declaración de una amnistía general y la adopción de una constitución imperial. El infante también le permitió a Croy conceder títulos nobiliarios y negociar un préstamo de un millón de libras esterlinas, aunque requería la cooperación del primer ministro británico Canning a cambio de beneficios comerciales para el Reino Unido.

El plan tenía bases realistas, especialmente considerando el éxito del Imperio brasileño bajo Pedro I de Braganza desde 1822 y su reconocimiento por parte de Gran Bretaña y otros estados europeos en 1825 a cambio de ventajas comerciales. Esto ofrecía un precedente para un imperio mexicano, que ya había experimentado brevemente con un régimen imperial bajo Agustín I.

Para 1828, el agente del infante había empezado a actuar, nombrando a varios europeos en puestos clave para el apoyo de la instalación de un príncipe español en México. Sin embargo, el plan se desmoronó cuando Fernando VII, informado de los esfuerzos de su hermano, le ordenó abandonar el proyecto, justo cuando España preparaba una expedición para reconquistar el virreinato, expedición que terminaría en fracaso bajo el mando de Isidro Barradas.

De Paula abandona el proyecto

La invasión española desde Cuba en 1829 intentó incitar una rebelión monárquica en México, pero enfrentó la fuerte oposición del gobierno mexicano y culminó en la derrota de Barradas por las fuerzas de Antonio López de Santa Ana en la batalla de Pueblo Viejo, Veracruz.

Finalmente, Francisco de Paula intentó desvincularse del proyecto, aunque los fondos ya habían sido empleados en buscar apoyo y favores, llevando a complejas reclamaciones por parte de los financiadores franceses. La situación se complicó hasta que un representante francés viajó a Madrid en 1830 para solicitar el reembolso, momento en el cual la policía española expuso el asunto, llevando al rey a cerrar definitivamente el caso. Este episodio concluyó los esfuerzos por establecer una monarquía fuerte en México frente a la expansión estadounidense, un sueño que solo se materializaría brevemente durante el reinado de Napoleón III con Maximiliano I como emperador.