El pueblo de Galicia que luchó contra la crisis volviendo a la peseta y a los precios del 2002: les funcionó
La iniciativa reactivó ventas y atrajo a clientes de la comarca.
En enero de 2002, España dio un giro histórico al despedirse de la peseta, la moneda que había acompañado generaciones enteras, para adoptar el euro como símbolo de integración europea. Aquella transición, cargada de expectativas de estabilidad y modernización, dejó también una huella emocional y, con el tiempo, la peseta pasó de ser un simple recuerdo a convertirse en un símbolo de un poder adquisitivo que muchos consideran perdido.
No obstante, lejos de dejar de utilizarse en 2002, la peseta recuperó protagonismo en un enclave gallego hace poco más de una década. En pleno contexto de crisis económica, Salvaterra de Miño encontró una solución poco ortodoxa y muy eficaz: devolver a la calle la moneda de siempre. En 2011, la asociación de comerciantes de Salvaterra organizó una campaña que permitió pagar en pesetas y, durante semanas, la iniciativa reactivó ventas y atrajo a clientes de la comarca.
La idea partió de los propios comerciantes de este pequeño municipio, situado en la provincia de Pontevedra, como respuesta a la parálisis del consumo. Según recoge COPE, los residentes que aún guardaban pesetas en cajas o huchas las pudieron utilizar en tiendas, bares y servicios del municipio gracias a que los comercios aceptaron la moneda antigua y aplicaron la conversión fijada históricamente: 166,386 pesetas por euro.
Más de un millón de pesetas
La medida no pretendía cuestionar la moneda única, sino reactivar el pequeño comercio local con los propios recursos de los ciudadanos. Dicha campaña, que se fue extendiendo por cerca de cincuenta comercios, multiplicó el flujo de clientes y ayudó a convertir billetes y monedas guardadas en consumo real con un efecto inmediato en la caja diaria. El impacto fue lo suficientemente notable como para llamar la atención de medios nacionales e internacionales.
En cuanto a cifras, La Voz de Galicia registró que la recogida superó las 500.000 pesetas a finales de noviembre de 2011; otras estimaciones posteriores sitúan la recaudación total en torno a la cifra del millón de pesetas a lo largo de los meses que siguieron. Más allá de los números, los comerciantes destacaron una ventaja práctica común: la peseta liberó poder de compra latente y sirvió para promocionar el comercio de proximidad.
La campaña contó con un procedimiento sencillo: los establecimientos calculaban los precios en pesetas con la equivalencia oficial y, cuando era necesario, gestionaban la conversión para entregar el cambio en euros. Esto fue posible ya que en aquel momento todavía existía la posibilidad de canjear pesetas en organismos oficiales, algo que facilitaba la operativa de los comerciantes. Por su parte, el Banco de España mantuvo la posibilidad de canjear pesetas por euros hasta el 30 de junio de 2021.