Estupefacción de los investigadores ante el hormigón milagroso que duró 2.000 años y "se reparó solo"
"Este material puede repararse a sí mismo durante miles de años, es reactivo y altamente dinámico".

Durante siglos nos hemos preguntado cómo era posible que las construcciones romanas desafiaran terremotos, erupciones y dos milenios de erosión. Ahora, nuevas evidencias halladas en Pompeya han permitido aclarar por fin ese misterio. Según detalla el medio finlandés Tekniikka & Talous, un equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts ha encontrado pruebas directas de cómo se elaboraba realmente el famoso hormigón romano, confirmando una teoría que ya habían planteado en 2023.
El hallazgo se produjo en un área de obra antigua sepultada por el Vesubio. Allí, los investigadores localizaron pilas de materiales secos ya mezclados y un muro a medio levantar, indicios que coinciden con el método descrito por el profesor adjunto del MIT Admir Masic. En su trabajo previo, él y su equipo defendían que los romanos utilizaban una técnica de “mezcla en caliente”: combinaban cal viva y ceniza volcánica en seco, y solo después añadían agua, lo que generaba una reacción térmica intensa.
La mezcla obtenida no era homogénea. Al endurecer, atrapaba pequeños fragmentos de cal no totalmente apagada. Esa heterogeneidad, lejos de ser un fallo, era la clave de su resistencia. Cuando el hormigón desarrollaba microgrietas, el agua de lluvia se filtraba y disolvía esos pequeños núcleos de cal. Así, las grietas se rellenaban de forma natural. En palabras del propio Masic: "Este material puede repararse a sí mismo durante miles de años, es reactivo y altamente dinámico". De hecho, muchas estructuras romanas siguen hoy en pie tras soportar catástrofes, mareas y cambios de temperatura extremos.
El hallazgo en Pompeya resulta especialmente importante porque contradice abiertamente la descripción del arquitecto romano Vitruvio, quien aseguraba que el agua debía mezclarse primero con la cal antes de añadir los otros ingredientes. "Los escritos de Vitruvio despertaron mi interés por la arquitectura romana antigua, y los resultados de mi investigación contradecían estos importantes textos históricos", explica Masic. La excavación demuestra ahora que su hipótesis era correcta: la receta real estaba más cerca de la práctica de los constructores que de la teoría clásica.
Además, el análisis de la ceniza volcánica empleada en Pompeya revela una composición rica en minerales reactivos, que potenciaban las capacidades de autorreparación del material. Ese equilibrio entre recursos naturales locales y técnica depurada permitió crear un hormigón prácticamente imposible de reproducir hasta hoy.
Impulsado por estos resultados, Masic ha fundado la empresa DMAT, que busca adaptar las enseñanzas del hormigón romano a la construcción moderna. Su objetivo: desarrollar materiales más duraderos, sostenibles y reparables por sí mismos. Los detalles completos del estudio se publicarán próximamente en la revista Nature Communications.
