Jonathan y Magalie, propietarios del mayor yacimiento de amatistas de Europa: "Ambos ya éramos apasionados de las piedras preciosas"
“Nunca pensé que hubiera un tesoro tan cerca de casa”.
Jonathan y Magalie Plasse, una pareja francesa originaria del departamento de Puy-de-Dôme, son hoy los propietarios del mayor yacimiento de amatistas del continente, un lugar que atrae cada año a miles de visitantes fascinados por el brillo violeta de estas piedras preciosas.
El yacimiento se encuentra en Champagnat-le-Jeune, en plena región volcánica de Auvernia, un territorio conocido por su riqueza mineral. Allí, visitantes como Anne, una jubilada de la zona, descubren con asombro que no hace falta viajar lejos para contemplar auténticos tesoros naturales.
“Nunca pensé que hubiera un tesoro tan cerca de casa”, confesaba a un medio local tras su visita. La amatista, apreciada desde la época romana y utilizada en la Edad Media para la joyería clerical, sigue emergiendo del subsuelo gracias a una geología moldeada por el magma volcánico.
Una pasión que nació en el instituto
Jonathan y Magalie se conocieron en el instituto y compartían desde entonces un profundo interés por la geología y las piedras preciosas. “Ambos ya éramos apasionados de las piedras preciosas”, resume Jonathan, al recordar el origen de esta historia poco común.
A principios de los años 2000, armados con poco más que curiosidad y un viejo libro sobre minerales de Auvernia que Jonathan había recibido de sus padres, comenzaron a buscar un posible yacimiento. Durante escapadas por la región, exploraron antiguas minas y galerías hasta dar con trincheras olvidadas en un bosque, donde encontraron amatistas de una pureza excepcional.
La oportunidad de comprar el yacimiento
Aunque el terreno tenía propietario, la suerte jugó a su favor. Al acudir al ayuntamiento para informarse sobre los derechos de excavación, se encontraron con la propuesta de comprar el yacimiento. "Vieron que éramos jóvenes y apasionados, y nos ofrecieron venderlo”, recuerda Jonathan. La venta se concretó en 2006. El terreno, repartido en una decena de municipios, resultó ser el mayor yacimiento de amatistas de Europa.
Durante años, el proyecto fue estrictamente personal. Excavaban a mano, primero en superficie y luego en túneles, sin grandes medios ni prisas. “La idea era disfrutar y descubrir”, explica Jonathan. El camino no estuvo exento de dificultades, como actos de vandalismo que obligaron a instalar sistemas de videovigilancia, pero la pasión nunca se apagó.
Un yacimiento abierto al público y al conocimiento
En 2012, ante el creciente interés de aficionados y especialistas, Magalie decidió abrir las minas al público con un enfoque pedagógico. Desde entonces, miles de personas, incluidos numerosos estudiantes, visitan el lugar cada año. Los visitantes pueden participar en la excavación y llevarse las piedras que encuentran, una experiencia que combina divulgación, contacto con la naturaleza y asombro científico.
“El objetivo nunca fue hacer de esto un gran negocio”, concluye Jonathan. Aunque venden algunas piezas para coleccionistas y elaboran joyas de forma artesanal, el proyecto sigue siendo el mismo: compartir una pasión nacida hace más de 20 años.