Perico, piloto: "Al minuto de vuelo más o menos, entre 300 y 500 metros del suelo, retrasamos la potencia”
Esto ocurre por razones de eficiencia, ruido y conservación del motor.

Seguro que más de un pasajero ha sentido alguna vez ese pequeño vuelco en el estómago justo después del despegue, cuando parece que el avión deja de subir o incluso se “frena” en el aire. Es un instante breve pero tan desconcertante que muchos lo interpretan como un problema en los motores. Esa sensación tan común tiene una explicación técnica muy sencilla y forma parte del procedimiento normal de cualquier vuelo comercial.
El piloto Perico Durán, que acumula miles de seguidores en redes por sus explicaciones didácticas sobre aviación, ha querido aclarar a qué se debe esa sensación de pérdida de altura tras despegar. En una publicación en su cuenta de TikTok lo resume con una frase sencilla: “Al minuto de vuelo más o menos, entre 300 y 500 metros del suelo, retrasamos la potencia”. Ese ajuste forma parte del procedimiento estándar para proteger los motores y optimizar el ascenso.
Según el comandante, la reducción de la potencia de despegue hasta un régimen de ascenso (climb thrust) forma parte de los procedimientos normales de las aerolíneas. Los motores entregan un empuje extra en la carrera y los primeros instantes del vuelo para garantizar separación segura del suelo y margen ante cualquier fallo. Una vez superada esa fase crítica, se reduce la potencia por razones de eficiencia, ruido y conservación del motor.
¿A qué se debe ese “parón”?
La explicación técnica es doble: al disminuir la potencia los pilotos aplican a la vez un leve ajuste de morro para pasar de una tendencia a subir con fuerza a una ascensión más sostenida y eficiente. “Esa mezcla de esos dos movimientos puede ser lo que cree la sensación física de que el avión ha dejado de subir, los motores han dejado de funcionar o incluso empieza a bajar”, relata Durán en el vídeo.
Pero nada más lejos de la realidad, el avión continúa ganando altura y velocidad dentro de los parámetros de seguridad. La altura y el momento exacto de esa reducción de la potencia varían según la aerolínea, la aeronave, la pista y las restricciones de ruido o de obstáculos, aunque Durán lo sitúa entre los 300 y 500 metros. En cualquier caso, es una maniobra planificada, no un síntoma de fallo.
Además de preservar la vida útil de los motores, reducir la potencia ayuda a minimizar el ruido en zonas urbanas cercanas a los aeropuertos y a ahorrar combustible en la fase inicial del ascenso. En definitiva, ese sobresalto breve y algo desconcertante que experimentan tantos viajeros pocas veces está ligado a una emergencia. Es, más bien, el resultado de una maniobra calculada y diseñada para proteger los motores.
