Revelan el universo "sin ley" de las jornadas de los trabajadores de los cruceros: "Nos tratan como máquinas"
Detrás del lujo miles de personas trabajan para garantizar la comodidad de los pasajeros, y lo hacen bajo una dura rutina laboral.

Cada verano, miles de viajeros cambian la arena de la playa por la cubierta de un gran crucero, buscando combinar varios destinos en un solo itinerario. Pero detrás del lujo miles de personas trabajan para garantizar la comodidad de los pasajeros, y lo hacen bajo una dura rutina laboral.
A bordo de estos gigantes del mar, que navegan principalmente por el Caribe y el Mediterráneo, turistas de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y Francia se codean con personal proveniente, en su mayoría, de países emergentes: Filipinas, India, Indonesia, Honduras, Perú, etc. Los capitanes, oficiales y jefes de departamento son casi todos occidentales, según ha publicado el periódico Le Monde en un reportaje.
En uno de estos cruceros, el Costa Smeralda, con capacidad para 6.500 pasajeros, los 1.530 tripulantes pueblan las cubiertas inferiores. Allí, las alfombras dan paso al metal y las ventanas son prácticamente inexistentes. Además de camarotes estrechos y sin ventanas con dos literas, hay múltiples servicios ocultos: restaurantes, bar, gimnasio, jacuzzi, sauna, sala de oración, peluquería... La tripulación cuenta con su propio personal para gestionarlos.
Trabajan siete días a la semana, de diez a doce horas diarias, con muy poca protección social. Cocineros, camareras, camareros y guardias de seguridad ganan entre 767 y 937 euros. Al finalizar sus contratos (de duración determinada, de cinco a nueve meses), regresan a casa para disfrutar de dos o tres meses de vacaciones, pero sin sueldo.
Los sindicatos a bordo son inexistentes y el derecho de huelga no está garantizado. Los armadores solo están obligados a cumplir con el Convenio sobre el Trabajo Marítimo, un texto internacional que exige la emisión de contratos de trabajo, el pago de horas extras, el acceso a un médico y seis horas consecutivas de sueño. Este convenio, adoptado en 2013 en la mayoría de los países, ha mejorado la situación, pero es muy poco vinculante.
A bordo, el personal debe alojar, alimentar y entretener a miles de clientes en un espacio reducido, con estrictas medidas de seguridad. Algunos empleados hablan de disciplina militar. "Nos tratan como máquinas. Y luego, algunos jefes de equipo, sobre todo los indios, piensan que, como mujer, hay que hacerles la vista gorda", declaró al periódico francés Helena (nombre ficticio), de 29 años, empleada colombiana en una tienda de cruceros.
Además, esta mujer ha asegurado que recibió una advertencia por llegar a trabajar con el pelo mojado y añade que si denuncias abusos por parte de un superior, "puedes estar segura de que nunca te volverán a contratar, [y por lo tanto] todos lo dejan pasar " .
