Un hombre tiene una serpiente de 3 metros en su casa y está deseando deshacerse de ella: "Nunca me han interesado"
El reptil ocupa una habitación que sueña con despejar desde hace años.

Un simple y amable gesto hacia un familiar o amigo puede terminar convirtiéndose en una gran responsabilidad. Así lo revelan los testimonios recogidos por Me Naisten, donde más de 70 lectores compartieron sus experiencias cuidando mascotas que no son suyas, muchas veces más allá de lo que desearían.
Según la encuesta, más de la mitad de los encuestados ha cuidado animales de sus propios hijos, parejas u otros familiares. El resto ha prestado ayuda a amigos, vecinos o conocidos. Aunque la mayoría de estas situaciones son temporales, por vacaciones o viajes de trabajo, algunos casos se han prolongado indefinidamente, hasta el punto de acoger al animal como un nuevo miembro del hogar.
Entre los ejemplos más llamativos se encuentra el de Petri Mutikainen, de 53 años, quien terminó a cargo de Jäbä, una boa constrictor de tres metros. La serpiente, que fue adquirida por sus hijos hace una década, vive ahora permanentemente con Petri, después de que su hijo menor se mudara a las Azores, donde están prohibidas las serpientes, y el mayor no pudiera hacerse cargo.
"Nunca me han interesado especialmente las serpientes. Ahora Jäbä es tan grande que sería fantástico que pudiera encontrar un nuevo hogar, por ejemplo, con algún aficionado", confiesa Petri.
Aunque la serpiente come solo cada tres meses y el terrario se limpia dos veces al año, su tamaño y fuerza imponen respeto. "Nunca se la manipula sola", advierte. Jäbä ocupa una habitación entera, un estudio que Petri llevaba tiempo soñando con liberar.
Casos como este pone de relieve la importancia de adquirir una mascota, preferiblemente adopatada, solo si podemos permitirnos su mantenimiento. Los animales requieren un gran cuidado y hay que estar comprometidos para que no tengan que acabar siendo cuidados por terceros o abandonados.
