Rodrigo, jubilado de 86 años, escupe y le cae una multa de 285 euros: "Todo fue innecesario y desproporcionado"
“Estaba sentado allí, cuando un vendaval me metió una caña enorme en la boca. La escupí y justo cuando me levantaba para irme, dos agentes se me acercaron”.

Un gesto casi involuntario terminó convirtiéndose en una multa que ha reabierto el debate sobre cómo se aplican las sanciones por tirar basura en Reino Unido. La historia, recogida por la BBC, tiene como protagonista a Roy Marsh, un jubilado de 86 años que fue sancionado con 250 libras tras escupir una hoja que el viento le había metido en la boca mientras descansaba en un aparcamiento de la localidad costera de Skegness, en el condado de Lincolnshire.
El incidente ocurrió a principios de año, cuando Marsh se detuvo unos minutos en el estacionamiento de South Parade durante un paseo. Según su relato, una ráfaga de viento le introdujo una caña o hoja seca en la boca. “Estaba sentado allí, cuando un vendaval me metió una caña enorme en la boca. La escupí y justo cuando me levantaba para irme, dos agentes se me acercaron”, explicó. Los agentes de control ambiental le reprocharon haber escupido al suelo y procedieron a sancionarle en el acto.
Marsh considera que la actuación fue excesiva. “Todo fue innecesario y desproporcionado”, afirmó, tras señalar que incluso llegó a decirle a uno de los agentes que estaba comportándose como un “tonto”. La multa inicial de 250 libras (unos 290 euros) fue posteriormente reducida en apelación a 150 libras (aproximadamente 175 euros), cantidad que finalmente abonó para evitar más complicaciones.
El caso no es aislado, según denunció Adrian Findley, concejal del condado de Lincolnshire, quien aseguró haber recibido numerosas quejas de vecinos y visitantes por situaciones similares. “Están yendo demasiado lejos. Si viniera aquí de vacaciones y me pusieran una multa de 250 libras, no querría arriesgarme a volver”, señaló. A su juicio, los equipos de control deberían aplicar el sentido común: “No podemos esperar que las personas mayores persigan paquetes de patatas fritas por la calle si hay viento”.
Findley insiste en que debe existir margen para la interpretación humana. “Si parece un accidente real, hay que dar a la gente la oportunidad de disculparse y recogerlo”, añadió, subrayando que el objetivo debería ser educativo y no punitivo.
Por su parte, el Consejo de Distrito de East Lindsey defendió la actuación de los agentes. En un comunicado, explicó que los equipos de cumplimiento “solo se acercarán a personas que hayan sido vistas cometiendo delitos ambientales” y negó que las patrullas estén dirigidas a colectivos concretos. El concejal Martin Foster, responsable de servicios operativos, afirmó que el ayuntamiento supervisa de cerca estas intervenciones y recordó que “el objetivo final es generar un cambio de comportamiento y evitar que las personas cometan delitos ambientales para que residentes y visitantes puedan disfrutar de un entorno limpio y seguro”.
