Un nuevo estudio apunta que los excrementos de los animales pueden acelerar 100 años la regeneración de los suelos áridos
"Es muy interesante".
En las cumbres frías y áridas de los Andes, donde el hielo retrocede ante el calentamiento global, está ocurriendo algo inesperado. En lugar de un paisaje desnudo y estéril tras el derretimiento de los glaciares, pqueños parches verdes comienzan a aparecer, décadas antes de lo previsto. Y el responsable de esto no es el ser humano, sino un animal silvestre: la vicuña.
Allegada de las llamas y las alpacas, la vicuña (Vicugna vicugna) no solo es conocida por su valiosa lana ni por su elegante silueta en las alturas andinas. Los científicos la señalan como una auténtica ingeniera del ecosistema, capaz de transformar terrenos inhóspitos en viveros naturales mediante una costumbre tan simple como natural: el uso de "letrinas comunales".
Una investigación publicada en diciembre del año pasado en Scientific Reports ha revelado que estos animales, que habitan zonas superiores a los 4.000 metros de altitud en países como Perú, Bolivia, Chile y Argentina, defecan en lugares específicos que comparten entre varios individuos.
En colaboración con la ecóloga animal Kelsey Reider, de la Universidad James Madison, un equipo de investigación recorrió distintas áreas de los Andes peruanos a altitudes de hasta 5.500 metros, en regiones que hasta hace poco estaban cubiertas por glaciares.
Allí, recogieron muestras de suelo en las zonas donde las vicuñas depositan sus excrementos en letrinas comunales. Al comparar esos suelos con otros ubicados a pocos metros de distancia pero sin presencia de estiércol, observaron diferencias notables: los suelos con restos de vicuña contenían niveles mucho más altos de humedad y nutrientes clave como carbono orgánico, nitrógeno y fósforo.
Un ejemplo claro de esta diferencia es el contenido de materia orgánica: mientras que el suelo en las letrinas alcanzaba un 62%, los suelos expuestos durante 85 años tras el retroceso glaciar, pero sin presencia de letrinas, apenas alcanzaban el 1,5%.
"Es interesante ver cómo el comportamiento social de estos animales puede transferir nutrientes a un nuevo ecosistema con una alta deficiencia de nutrientes", comenta en un comunicado Cliff Bueno de Mesquita, coautor principal del artículo e investigador del Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales de la Universidad de Colorado en Boulder.
Bueno, pero puede que no para todos
Gracias a esta estrategia, en las zonas recientemente liberadas por el retroceso glaciar, donde la vida vegetal tardaría más de un siglo en establecerse, comienzan a nacer plantas en apenas unos años. Las latrinas retienen humedad y crean condiciones favorables para la germinación, actuando como cápsulas de vida en medio de la desolación.
No obstante, los expertos advierten de que este hecho, aunque positivo para algunos, puede perjudicar a otros organismos, e incluso a personas que dependen en gran pedida del agua procedente de la nieve.
"Las vicuñas probablemente estén ayudando a algunos organismos alpinos, pero no podemos dar por sentado que todos estarán bien, porque en la historia de la Tierra, nunca hemos visto un cambio climático tan rápido", detalla Bueno de Mesquita. "El cambio climático antropogénico actual es probablemente la crisis más grave que nuestro planeta y todos los seres vivos han enfrentado en los últimos 65 millones de años", concluye.