Lo que prometía ser una inocente aventura al aire libre acabó convirtiéndose en una noche para no olvidar —y no por buenas razones— para seis niños que acamparon junto a un lago en las afueras de Pusztavám, en Hungría. Lo relató el padre de una de las menores, János Galló, a través de una publicación en redes sociales que ha generado conmoción en la comunidad local.

El grupo, que incluía a seis menores —una de ellas, hija del propio Galló— y un joven de 19 años que los acompañaba como responsable, había decidido pasar la noche del 25 de junio junto al lago de pesca próximo a Kristálydomb. Todo transcurría con normalidad hasta que, alrededor de la 1 de la madrugada, al regresar a su tienda tras un paseo nocturno por la zona, se toparon con una escena inquietante.

Según el testimonio del padre, tres hombres con el rostro cubierto —como con máscaras de carnaval— esperaban cerca de las tiendas sin pronunciar palabra. Uno de ellos sostenía lo que parecía un arma o un objeto brillante similar. Sin dudarlo, los chicos salieron corriendo aterrados y lograron llegar hasta el centro de Pusztavám, donde encontraron ayuda en una vivienda.

Durante la huida, algunos sufrieron pequeñas heridas físicas, además del evidente impacto emocional. Galló subraya que la acampada fue iniciativa de los propios niños y que los padres no estaban al tanto ni dieron su consentimiento, aunque el objetivo ahora no es juzgar eso, sino entender quién está detrás de un acto que ha dejado a varios menores traumatizados.

La policía fue alertada y acudió al lugar esa misma noche. Desde la Jefatura del Condado de Fejér han confirmado que agentes del destacamento de Mór acudieron al lugar de los hechos, hablaron con los jóvenes y tomaron declaración. No obstante, según el comunicado oficial, los agentes no encontraron elementos que constituyeran una infracción legal en ese momento.

Galló, por su parte, lamenta que el caso no se esté investigando más a fondo. Asegura que, tras compartir lo ocurrido en Facebook, ha recibido numerosos mensajes de personas de la zona tratando de identificar a los encapuchados. Insiste en que los menores no fueron robados ni agredidos directamente, pero subraya que los responsables de causar ese miedo deben rendir cuentas.

“No es una cuestión de daños materiales, queremos respuestas”, escribe el padre. sino de responsabilidad emocional. Queremos saber quién está detrás de esto y por qué alguien se dedica a aterrorizar a niños”.

Lo ocurrido ha servido de advertencia a otras familias del área. La acampada libre, habitual en muchas regiones rurales, puede parecer una experiencia formativa para los más pequeños, pero también entraña riesgos cuando no se toman las debidas precauciones. Para estos seis niños, lo que debía ser una noche de historias y risas bajo las estrellas se transformó en una vivencia que no olvidarán fácilmente.