Un español señala "tres diferencias muy claras" del día a día entre Nueva York y España: “La tercera es a la que más me ha costado adaptarme”
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Un español señala "tres diferencias muy claras" del día a día entre Nueva York y España: “La tercera es a la que más me ha costado adaptarme”

Por qué vivir en la Gran Manzana no es apto para gente que busquen la paz (ni carteras que quieran llegar a fin de mes).

Juanpe Marín, un español que sabe lo que es patearse la Gran ManzanaTikTOk

Nueva York es la ciudad que nunca duerme, la capital de los sueños, de las películas de Woody Allen y de los rascacielos que te dejan el cuello tieso. Pero cuando te bajas del taxi amarillo y dejas de flipar con las luces de Times Squa re, la realidad te pega un bofetón de los que hacen época. Juanpe Marín, un español que sabe lo que es patearse la Gran Manzana, ha soltado en TikTok las tres verdades del barquero que separan a España del "sueño americano" y ojo, que la última es para hacérselo mirar.

La primera diferencia es la que más duele: la cartera. En Nueva York, si te descuidas, te cobran hasta por respirar. Marín lo resume con una comparativa que deja a los neoyorquinos a la altura del betún: “Allí en Nueva York por 50 euros desayunas dos personas, mientras que en España con esos 50 euros comes dos personas, te tomas el café de después y te vas al supermercado y te compras la cena”. Vamos, que en Manhattan te tomas una tostada con aguacate y ya tienes que pedir una hipoteca, mientras que aquí, con ese dinero, te pegas un homenaje digno de un marqués y todavía te sobra para los yogures.

En España, muchos no bajan ni a por el pan sin las llaves del coche. En Nueva York, en cambio, tener coche es como tener un tercer brazo: no sabes dónde meterlo. “No necesitas el coche para nada, allí con el transporte público, con el metro, te mueves a todos lados, mientras que en España la gente ve difícil su día a día sin coche”, confiesa el tiktoker. Eso sí, lo de que el metro de Nueva York huele a una mezcla de alcantarilla y aventura extrema, se lo ha guardado para él.

Pero el verdadero "shock" no es el dinero ni el metro, sino ese ritmo que te deja las pulsaciones por las nubes. Marín admite que es lo que peor lleva: “La tercera es a la que más me ha costado adaptarme, es el ritmo que tiene la ciudad. En Nueva York estás constantemente con estímulos, haciendo cosas nuevas... llegas a España y es como que las pulsaciones se te bajan”.

En la Gran Manzana si no estás haciendo tres cosas a la vez mientras corres por la acera, parece que eres un fracasado. En cambio, cruzas el charco y descubres que la vida no era una maratón de obstáculos. Al final, como bien dice él, “dependiendo del tipo de persona que tú seas, te gustará más una u otra”. Pero seamos sinceros: entre vivir al borde del infarto o vivir al borde del aperitivo, nosotros lo tenemos clarísimo.

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