Una exempleada doméstica gana una batalla judicial de 48,8 millones de euros por la fortuna del rey de los mercadillos
La mujer ha ganado una dura batalla judicial contra el hijo del empresario.

Una antigua limpiadora ha ganado una batalla judicial multimillonaria contra su hijastro por la herencia de su difunto esposo, el empresario británico Richard Scott, fallecido en 2018 a los 81 años. El Tribunal Superior del Reino Unido ha dictaminado que Jennifer Scott, su viuda y 28 años menor, conservará la herencia valorada en 43 millones de libras esterlinas, poniendo fin a un largo y turbulento conflicto familiar.
Richard Scott amasó su fortuna dirigiendo la segunda feria de mercadillos de segunda mano más grande del país desde su "enorme granja en Cheshire", escenario del popular programa televisivo 'Car Boot Challenge de ITV'. Tras su muerte, la disputa sobre su patrimonio reveló una historia marcada por resentimientos, viejas promesas incumplidas y acusaciones de manipulación.
Richard Scott tuvo 19 hijos: seis con su primera esposa, seis más nacidos fuera del matrimonio y otros siete con Jennifer, con quien mantuvo una relación desde 1994. Pero fue Adam Scott, de 62 años, era el mayor y "favorito" quien llevó el caso a los tribunales, recoge The Telegraph. Alegó ante el tribunal que dedicó 40 años de su vida a trabajar en la granja familiar, desde los nueve años, confiando en las promesas de su padre de que algún día heredaría la totalidad del patrimonio.
Según su versión, esas promesas se formalizaron en un testamento de 1995 que incluía "la oportunidad de asegurar un alquiler de 40 años de ciertas granjas y el derecho a comprarlas a su valor de sucesión". Adam sostuvo que renunció a su vida personal y "sacrificó todo por una vida de trabajo físico duro e implacable", esperando la recompensa de la herencia.
Sin embargo, el panorama cambió radicalmente tras la muerte de la primera esposa de Richard y su posterior matrimonio en 2016 con Jennifer, su antigua limpiadora. El multimillonario, que ya sufría demencia frontotemporal (DFT) diagnosticada en 2011, modificó sus testamentos en 2003 y 2007, excluyendo por completo a Adam.
Un matrimonio impugnado y una guerra familiar
Adam trató de impedir el matrimonio de su padre con Jennifer, alegando que Richard no tenía capacidad mental para casarse. Llegó incluso a acudir al registro civil y solicitar su internamiento en un centro psiquiátrico. La relación entre ambos "se rompió por completo" en aquel momento, según los abogados de Jennifer.
Durante el juicio, el hijo mayor argumentó que los dos últimos testamentos de su padre carecían de validez, ya que "no estaba en sus cabales cuando los firmó". Afirmó que, para entonces, Richard apenas podía comunicarse y había perdido el control sobre sus decisiones.
Los abogados de Adam también subrayaron que su cliente fue "la pieza clave en el funcionamiento de la granja" y que su exclusión respondía a una "influencia indebida" ejercida por Jennifer, a quien describieron como una figura dominante que había ganado terreno a medida que empeoraba la salud del patriarca.
Pero la defensa de Jennifer fue tajante: Richard sabía perfectamente lo que hacía. Afirmaron que el magnate había decidido desheredar a su primogénito por voluntad propia, en respuesta a los intentos de su hijo de incapacitarlo. Además, señalaron que Adam ya había recibido propiedades y terrenos por valor de más de 10 millones de libras antes del fallecimiento de su padre.
La decisión judicial: "No eran decisiones bondadosas, pero tampoco producto de su demencia"
El juez Jonathan Richards, encargado del caso, desestimó las reclamaciones de Adam Scott y dio la razón a Jennifer. En su fallo, reconoció que Richard sufría demencia cuando modificó su testamento, pero precisó que la enfermedad no anulaba su capacidad para tomar decisiones personales.
"No considero que sus decisiones fueran producto de su DFT. Más bien, fueron producto de un tipo de personalidad que no soportaba ser frustrada y que se dedicaba a medir cuidadosamente cuánto 'merecían' sus familiares en función de si habían intentado frustrarlo o no", declaró el magistrado.
"Ese tipo de personalidad no siempre propiciaba decisiones bondadosas, como he concluido a lo largo de esta sentencia. Sin embargo, no era un aspecto de la DFT de Richard ni de ningún otro trastorno mental", añadió.
También rechazó la demanda basada en las promesas que Richard había hecho a su hijo. Según Richards, Adam sabía desde 2003 que su padre tenía intención de incumplirlas y, aun así, continuó trabajando en la granja, lo que implicaba que no había sufrido un perjuicio real.
La decisión deja a Jennifer Scott, de 60 años, como única heredera del vasto patrimonio. Ella conservará la finca y la granja familiar, una "enorme cantidad de terreno" valorada oficialmente en 7 millones de libras (8 millones de euros), aunque fuentes judiciales estiman que el total del legado asciende a 43 millones (48,8 millones de euros).
Impugnar un testamento en España: cuándo es posible y cuáles son los plazos
Impugnar un testamento en España es un procedimiento legal que permite solicitar la nulidad total o parcial de un documento de últimas voluntades cuando se considera que no cumple los requisitos legales o presenta irregularidades. Aunque no cualquier desacuerdo entre herederos justifica esta acción, el Código Civil contempla varios motivos por los que un testamento puede ser declarado inválido.
Entre las causas más habituales se encuentran la incapacidad del testador en el momento de redactarlo; los vicios en el consentimiento, como coacciones o engaños; los defectos de forma en su elaboración; y la lesión de la legítima de los herederos forzosos, es decir, la parte de la herencia que por ley corresponde a hijos, cónyuges o ascendientes.
En el caso de la incapacidad, el testamento puede impugnarse si el otorgante padecía enfermedades que afectaban a su capacidad mental, como la demencia o el Alzheimer. También puede anularse si se demuestra que fue manipulado o presionado para cambiar la distribución de sus bienes. En cuanto a los defectos de forma, los tribunales suelen invalidar documentos que carecen de firma, fecha o testigos cuando la ley los exige.
El plazo para impugnar un testamento varía según la causa:
- Por incapacidad o vicios en el consentimiento, la ley fija un máximo de cuatro años desde que se conoce el hecho.
- Si el problema son defectos formales, el plazo se amplía hasta quince años.
- Los casos de lesión de la legítima deben presentarse en un máximo de cinco años desde la aceptación de la herencia.
Los abogados especializados en derecho sucesorio recomiendan actuar con rapidez y asesorarse antes de iniciar el proceso. La impugnación requiere pruebas médicas, testimonios o documentos que acrediten las irregularidades.
En muchos casos, las partes optan por la mediación para evitar un largo proceso judicial. Si no hay acuerdo, será un juez quien determine si el testamento es nulo o debe modificarse para respetar los derechos de los herederos.
