Novatadas universitarias: ¿de verdad son una broma?

Novatadas universitarias: ¿de verdad son una broma?

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Cuando un río está sucio, lleno de basura y contaminado, tirar un envase de plástico o un papel o una lata de refresco al agua no se nota ni cambia mucho su apariencia. Pero cuando el agua de ese mismo río corre clara y transparente, cualquier pequeño desperdicio llama la atención. La sociedad (y las personas que la componemos) es como esa agua: cuanto más limpia esté, cuanto más consciente sea de lo que es la violencia, mejor sabrá detectar las conductas tóxicas, a las que, de otra manera, tan fácilmente se acostumbra... Las víctimas, al final, creen que los golpes y los insultos son normales.

Hace poco más de diez años, la violencia contra la mujer estaba silenciada y oculta. A las conductas de este tipo se les daba la espalda. Se encubrían, se justificaban e, incluso, se bromeaba con ellas. El célebre humorista Millán, de Martes y Trece, mostraba valiente su arrepentimiento en un programa de televisión hace pocos meses: si la parodia de una mujer maltratada hacía reír a España en la Nochevieja de 1991 (con el célebre "mi marido me pegaaaa...") hoy, veinticinco años después, el público la censuraría duramente, a los famosos cómicos no se les habría ocurrido mofarse de un problema que deja más de cincuenta asesinadas al año y ningún medio de comunicación toleraría proyectarla. Porque la violencia de género produce mucho dolor y, ahora, afortunadamente, lo vamos sabiendo.

En esa misma frecuencia de bromear sobre el mal nos encontramos en pleno inicio del siglo XXI con otras conductas violentas que también pasan desapercibidas socialmente y constituyen una causa para la risa, en un retorcimiento cruel de la realidad que confunde a las víctimas y perpetúa la violencia como forma de relación entre las personas. Estamos hablando de las novatadas en los colegios mayores y las residencias universitarias.

Las novatadas son supuestos ritos iniciáticos que, bajo la apariencia de una broma, en muchas ocasiones resultan agresivos y dañinos para quienes los sufren. No son exclusivos de nuestro país y hay ejemplos interminables a los que el ingenio no deja de añadir otros nuevos. Son frecuentes en la vida universitaria, con la cadencia anual del curso académico, y pueden vulnerar bienes jurídicos protegidos por el Código Penal como la libertad, la integridad física, la integrad moral o la indemnidad sexual. Por todas estas razones, la comunidad académica y las instituciones han comenzado a alzar la voz alta y clara para que desaparezcan.

Cualquier violencia presenta siempre una cara específica para las mujeres y, una vez más, ellas se llevan la misma peor parte en lo que a su libertad e indemnidad sexual respecta.

Las novatadas no son ajenas al mundo en el que viven. Los datos nos dicen que la población más joven está educada en la violencia y que el sexismo se perpetúa y reaparece en este segmento de la sociedad. Según los estudios más recientes, ocho de cada diez jóvenes han escuchado el consejo de personas adultas cercanas de que "si alguien te pega, tú tienes que responder pegando también" y cinco de cada diez chicos y una de cada cuatro chicas justifican el pegar a alguien que te ha ofendido. Además, la población joven y adolescente repite roles sexistas: un 20% de chicos han escuchado a personas adultas cercanas la afirmación de que "las mujeres deben evitar llevar la contraria al hombre al que quieren", más del 30% opina que "el hombre que parece más agresivo es más atractivo" y más del 30% de los chicos piensa que "está bien que los chicos salgan con muchas chicas", pero "las chicas no pueden salir con muchos chicos" o que "un buen padre debe hacer saber al resto de su familia quién es el que manda". A ello se une la baja percepción de la desigualdad entre hombres y mujeres, hasta diez puntos por debajo respecto a la de los adultos, como si en esa creencia falsa de que la igualdad estaba ya conquistada se hubiera rebajado la alerta frente a la discriminación.

Violencia y machismo están presentes también en las novatadas: novatas obligadas a desnudarse, novatas en el regazo de los veteranos, novatas que deben seducir a colegiales, novatas que simulan felaciones... Cualquier violencia presenta siempre una cara específica para las mujeres y, una vez más, ellas se llevan la misma peor parte en lo que a su libertad e indemnidad sexual respecta.

Ser personas más humanas pasa por ser personas más conscientes. Gran parte del éxito de las conductas violentas está en que pasan despercibidas, aceptadas por una sociedad bombardeada con ellas en las películas, los comentarios o las expresiones de calle. Crear una sociedad más humana requiere darse cuenta de lo que está contaminado, alejarse de la violencia y apostar por una convivencia pacífica y respetuosa con los derechos fundamentales. También en la comunidad universitaria.