EEUU chapa: la falta de acuerdo en el Congreso activa un cierre parcial del Gobierno
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EEUU chapa: la falta de acuerdo en el Congreso activa un cierre parcial del Gobierno

Las discrepancias sobre gasto en sanidad aboca al ‘shutdown’, casi siete años después del último. Trump promete ordenar miles de despidos y tomar decisiones "irreversibles", mientras los demócratas insisten en desafiar la agenda del presidente.

El Monumento a la Paz, en el Capitolio de los Estados Unidos, en las horas previas al cierre parcial del Gobierno, en Washington, el 30 de septiembre de 2025.Jonathan Ernst / Reuters

Al final, toca chapar. Estados Unidos está desde poco antes de las seis de la mañana (hora española) sumido en un cierre gubernamental, un nuevo ciclo de incertidumbre que se suma a la imprevisible manera de gobernar del republicano Donald Trump. El presidente y el Congreso no han logrado esta madrugada llegar a un acuerdo para mantener los programas y servicios en funcionamiento antes de la fecha límite del miércoles. Por ahora el cierre es parcial y afecta a servicios no esenciales, pero que podría comprometer otras funciones de la Administración Central si se prolonga el bloqueo legislativo. Entre 2018 y 2019, el propio Trump ya afrontó una situación así que duró 35 días. 

Ahora se espera que aproximadamente 750.000 empleados federales sean suspendidos temporalmente, pero algunos de ellos serán potencialmente despedidos por la Administración Trump, que va a aprovechar para hacer una limpia, algo que prometió en campaña y que está cumpliendo, acabando con departamentos enteros como el de USAID. Parte de los que se vayan con este bloqueo no regresarán, muchas oficinas cerrarán, quizás de forma permanente, ya que Trump promete "hacer cosas irreversibles, malas" como represalia. 

También se espera que su agenda de deportaciones avance a toda marcha, mientras que la educación, el medio ambiente y otros servicios se estancan. Las consecuencias económicas, impredecibles a esta hora, se extenderán a nivel nacional en un momento en que los datos de paro e inflación empiezan a encender alertas, en parte como respuesta a su política arancelaria. 

"No queremos que se cierre", dijo Trump en la Casa Blanca antes de la fecha límite de medianoche. Pero el presidente, que se reunió en privado con los líderes del Congreso esta semana en varias ocasiones, al final ha sido incapaz de negociar ningún acuerdo entre demócratas y republicanos para evitar ese resultado. No es, desde luego, el mayor mérito propio o de partido, el de negociar y ser flexibles. Los demócratas, por su parte, han entendido que esta es una batalla que hay que dar, pese a las consecuencias.  

Esta es la tercera vez que Trump preside un período de escasez de fondos federales y la primera desde su regreso a la Casa Blanca este año, en un récord notable que subraya la división polarizadora sobre las prioridades presupuestarias y el clima político general, que recompensa las posiciones de línea dura en lugar de los compromisos más tradicionales. Casi todos los presidentes de EEUU han tenido que afrontar una votación así, pero al final los acuerdos acababan llegando. Con los años, cada vez menos, porque la radicalización crece. 

Los demócratas han elegido esta batalla, algo inusual para un partido que prefiere mantener el Gobierno en funcionamiento, pero sus votantes están ansiosos por desafiar la agenda del presidente para su segundo mandato. Los demócratas exigen fondos para los subsidios de salud que están expirando para millones de personas bajo la Ley de Cuidado de Salud Asequible, lo que dispara el costo de las primas de seguros en todo el país, ese es su principal caballo de batalla. Los republicanos se han negado a negociar por ahora y han instado a Trump a evitar cualquier conversación con la oposición. Tras la reunión en la Casa Blanca, el presidente publicó un vídeo falso, caricaturesco, en el que se burlaba del liderazgo demócrata, ampliamente criticado: como poco, por poco serio, pero también por racista, directamente. 

Lo que ninguna de las partes ha ideado, ay, es una vía de escape fácil para evitar lo que podría convertirse en un cierre prolongado, por lo enconadas que están las posturas. Las ramificaciones seguramente se extenderán más allá del ámbito político, trastocando la vida de los estadounidenses que dependen del Gobierno para el pago de prestaciones, contratos de trabajo y los diversos servicios que se ven sumidos en la confusión.

"Aquello en lo que el Gobierno gasta dinero es una demostración de las prioridades de nuestro país", dijo a Associated Press Rachel Snyderman, exfuncionaria de presupuesto de la Casa Blanca y directora general de política económica del Bipartisan Policy Center, un grupo de expertos en Washington. Los cierres, dijo, "sólo provocan costos económicos, miedo y confusión en todo el país".

Las oleadas económicas de esta decisión, de esta división, podrían sentirse en cuestión de días. Se espera que el Gobierno publique el viernes su informe mensual de empleo, pero podría entregarse o no. Los mercados financieros en general se han encogido de hombros durante los cierres anteriores, según un análisis de Goldman Sachs, este podría ser diferente en parte porque no hay señales de negociaciones más amplias. “También hay pocas buenas analogías con el posible cierre de esta semana”, señala el análisis, difundido por la misma agencia. 

En todo el Gobierno, los preparativos han estado en marcha desde hace días. La Oficina de Administración y Presupuesto de Trump ordenó a las agencias ejecutar planes no sólo para licencias temporales, como son habituales durante un corte de fondos federales, sino también para despidos masivos de empleados federales. Reducir el tamaño del gobierno federal forma parte de la misión de la Administración Trump, incluyendo su Departamento de Eficiencia Gubernamental.

¿Qué cierra y qué no?

Se espera que los programas de atención médica Medicare y Medicaid continúen, aunque la escasez de personal público podría ocasionar retrasos en algunos servicios, avisa la CNN. El Pentágono seguiría funcionando. Y la mayoría de los empleados permanecerán en sus puestos en el Departamento de Seguridad Nacional.

Pero Trump advirtió que la Administración podría centrarse en programas que son importantes para los demócratas, "eliminando a un gran número de personas, eliminando cosas que les gustan, eliminando programas que les gustan".

Mientras las agencias determinan con urgencia qué trabajadores son esenciales, se espera que los museos del Smithsonian permanezcan abiertos al menos hasta el lunes, no más. Un grupo de exsuperintendentes de parques nacionales instó a la Administración Trump a cerrar los parques a los visitantes, argumentando que, durante un cierre, los parques con personal insuficiente representan un peligro para el público y ponen en riesgo los recursos del parque.

El problema no es sólo lo inmediato, sino que no hay fácil solución. Antes del inicio del año fiscal, hoy miércoles, los republicanos de la Cámara de Representantes habían aprobado un proyecto de ley de financiación temporal, a pesar de la oposición de los demócratas, para mantener al gobierno funcionando hasta mediados de noviembre mientras continúan las negociaciones más amplias.

Pero ese proyecto de ley ha fracasado repetidamente en el Senado, incluso a última hora del martes. Se requiere un umbral de 60 votos para su aprobación, lo que exige la cooperación entre ambos partidos. Un proyecto de ley demócrata también fracasó. Con una mayoría republicana de 53-47, los demócratas están utilizando sus votos para exigir la negociación.

El líder de la mayoría del Senado, John Thune, ha declarado que los republicanos están dispuestos a discutir el tema de la atención médica con los demócratas, pero no como parte de las negociaciones para mantener el gobierno abierto. Se esperan más votaciones el miércoles. El enfrentamiento es una prueba política para el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, quien ha recibido el desprecio de una base inquieta de votantes de izquierda que presionan al partido para que se mantenga firme en sus demandas de financiación de la atención sanitaria. “Los estadounidenses están sufriendo los costos más altos”, dijo Schumer después de la votación fallida del martes.

El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, envió a los legisladores a casa hace casi dos semanas después de haber aprobado el proyecto de ley republicano, culpando a los demócratas por el cierre. "Quieren luchar contra Trump", dijo Johnson el martes en la CNBC. "Mucha gente buena saldrá perjudicada por esto".

Trump, durante su reunión con los líderes del Congreso, expresó su sorpresa por el alcance del aumento de los costos de la atención médica, pero los demócratas se quedaron sin camino hacia las conversaciones.

Durante el primer mandato de Trump, el país sufrió su cierre más largo de la historia, 35 días, debido a sus demandas de fondos que el Congreso se negó a proporcionar para construir su prometido muro fronterizo entre Estados Unidos y México.

En 2013, el gobierno cerró durante 16 días durante la presidencia de Obama debido a las exigencias del Partido Republicano de derogar y reemplazar la Ley de Atención Médica Asequible, también conocida como Obamacare. Otros cierres datan de décadas atrás. El país tiene experiencia y esto no es el fin del mundo, pero sí un dolor de cabeza importante y, quizá, duradero. 

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Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

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Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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