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Los demócratas, en la encrucijada: el reto de oponerse a Trump, redefinirse y lograr un líder

Los demócratas, en la encrucijada: el reto de oponerse a Trump, redefinirse y lograr un líder

Tras el paso al lado de Biden y la derrota de Harris, el partido pasa por una travesía del desierto que va de los rostros a las ideas. Confían en que el republicano se haga daño solo y se impongan en las legislativas de 2026. Pero queda mucho para eso... 

Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, en un mitin de su campaña Fighting Oligarchy, el 12 de abril de 2025, en Los Ángeles.Carlin Stiehl / Reuters

El Partido Demócrata de Estados Unidos está aún en fase de duelo. La derrota de Kamala Harris, su candidata a las elecciones presidenciales el pasado noviembre, tras el polémico paso al lado del expresidente Joe Biden, lo dejó sonado. Pero se acerca al KO cuando la derrota la inflige alguien como Donald Trump, el republicano que está reventando la Administración desde dentro con una capacidad tan brutal de hacer daño que sobrepasa las posibilidades de respuesta de una formación que parece hibernar en la caverna, esperando a decidir su estrategia, redefinir sus propios principios y valores y elegir un líder que levante el puño y anime a la lucha. 

No es fácil. Los más optimistas defienden que este es un periodo habitual de zozobra en quien sale de la Casa Blanca. Los más pesimistas, que se les está yendo el tren de la respuesta a un antisistema que tiene al país al borde del precipicio. 

La popularidad de Trump se ha hundido al 41%, el 59% de los estadounidenses lo desaprueban y el 45% dicen que les desagrada profundamente, según una encuesta de la CNN hecha coincidiendo con sus primeros 100 días de mandato, que se cumplieron el miércoles. La clave de la bajada son sus decisiones arancelarias, la guerra comercial en general y las tensiones geopolíticas que genera, pero pese a ello aún hoy su partido, el republicano, cuenta con un 44% de apoyos y sería el más votado, frente al 41% que iría con los demócratas; son datos de otro sondeo de Fox que pregunta expresamente por las elecciones de mitad de mandato, que se deben celebrar en el otoño de 2026. Esos son los números. Hoy siguen sin ser alternativa. 

El americanista Sebastián Moreno indica que los progresistas tienen la vista puesta en esos comicios, las midterms, para "intentar recuperar algo de su fuerza perdida", una cita en la que se renuevan todos los asientos de la Cámara de Representantes, hasta 435 congresistas, y un tercio de los cien miembros del Senado. "Es muy posible que para entonces Trump haya cometido suficientes errores como para crucificarse solo, sin ayuda, y quién sabe si entonces no tendremos hasta un juicio político en su contra, vistas sus agresiones al estado de derecho, pero los demócratas no pueden confiar solamente en el radicalismo del presidente o en sus malas decisiones para escalar", avisa. 

Hoy no tienen "ni liderazgo ni altavoces ni identidad" que los definan frente al "vendaval" Trump, pero Moreno empieza a detectar movimientos "interesantes" de miembros que lo intentan o quieren intentarlo, políticos que podría acabar siendo candidatos a la Presidencia de EEUU en 2028 o, sencillamente, jóvenes cansados que buscan un cambio generacional en todos los niveles de la formación. "Necesitan firmeza y claridad", eso sí. 

En marzo pasado se produjo una especie de retiro espiritual demócrata en Leesburg (Virginia) y se allí salió una conclusión clara: hay que cambiar de estrategia, no sólo por vencer a Trump y a sus correligionarios sino, sobre todo, para convencer a los ciudadanos de que el Partido Demócrata está en condiciones de dar respuestas a sus necesidades. También surgió del encuentro una incómoda certeza: un aire de guerracivilismo que evidencia que el partido menos conservador de los que tienen posibilidad de mandar en EEUU tiene varias almas en un mismo cuerpo. Están los liberales y los izquierdistas, los centristas y los socialistas, los conservadores y los rupturistas.

Un manifestante sostiene una pancarta ante el lugar donde Donald Trump celebraba un mitin por sus 100 días como presidente, el 29 de abril de 2025, en Warren, Michigan.REUTERS

Con la gente

La congresista Andrea Salinas, conciliadora, dijo a EFE: "Nuestros valores son correctos. Estamos con el pueblo, solo debemos comunicarlo y encontrar los canales adecuados". Esa debe ser la base sobre la que trabajar. Luego están las grandes líneas de trabajo. "Está claro que las preocupaciones sociales -dice el historiador sevillano- pasan por la estabilidad económica, que hoy no hay por la incertidumbre que ha imprimido Trump. La gente tiene miedo de una subida de precios, de no llegar, que es justo lo que le reprochaban a Biden y una de las razones clave por las que Harris perdió. De forma importante pero secundaria, preocupan los ataques al estado de derecho. Por esas vías debe ir la tarea de oposición". 

A su entender, hace falta un programa, hacen falta propuestas alternativas "ante cada idea incendiaria de Trump", hace falta "exponer en público sus errores y mentiras" pero con eso no basta si no hay una "conexión" real con los norteamericanos. "El desapego ha sido importante. Los demócratas no han frenado la consolidación de una imagen elitista, cuando el 70% de la población no tiene un título universitario. Hay quien los ve como el partido de la casta, si se me permite el guiño, frente al populismo de un millonario, que ya tiene su aquel", dice Moreno. "Si no se les siente cercanos y realistas, no se les vota", zanja. 

El magnate irrumpió en 2016 en la vida política de EEUU para darle la vuelta a todo, de las alianzas internacionales de décadas al trabajo diario de los funcionarios, por lo que el punto de partida de los opositores es "especialmente complejo, insólito", pero si se hace un buen diagnóstico de la sociedad y sus problemas, se piensan propuestas y se saben transmitir, los demócratas pueden avanzar. Insiste Moreno en que la comunicación es clave, porque "por ejemplo Biden no tuvo un mal mandato, hizo muchas cosas, pero lo que hizo no caló en la población, que nunca le dio el mérito". 

Aunque no hay fórmulas mágicas, para una recuperación demócrata recomienda "principios, claridad, ideas, alternativas, solidez, carisma... y un poco de ayuda exterior. Por ejemplo, si Trump se equivoca mucho puede haber republicanos más templados que le den la espalda o lo critiquen y no se puede perder la vista la posibilidad de que pase algo muy grave y haya cierto levantamiento popular", enumera. 

Oligarcas 'out'

Tras la salida de escena de Harris, que nadie sabe aún si tendrá tentaciones presidenciales para 2028, y con Biden jubilado, no hay una cabeza visible que comande a los demócratas. Eso también genera orfandad y alienta las guerras internas por el poder. Nadie sabe quién estará en la próxima papeleta, cuando Trump insiste en que buscará un tercer mandato, por más que sea ilegal. 

En mitad de ese páramo de líderes, en las últimas semanas ha surgido una iniciativa que está resultando ilusionante para los electores y simpatizantes demócratas: el Fighting Oligarchy Tour (la campaña Peleando contra la oligarquía), impulsada por el senador por Vermont Bernie Sanders y la representante por el 14º distrito congresual de Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez. 83 años uno, 35 años la otra. Ambos son parte de la corriente más a la izquierda de la formación y han sido críticos con el "abandono de la clase trabajadora", que ha acabado en brazos de Trump, con el olvido de los derechos sociales, la atención a las minorías o el compromiso con los derechos humanos, empezando por el apoyo ciego a Israel en sus ataques a Palestina. 

Se rodean de artistas como Neil Young o Joan Baez, recuperan canciones de lucha racial (sesenteras) y antibelicistas (setenteras), eso hace que los republicanos se rían de ellos y los llamen "nuevos hippies woke". Sin embargo, sus intenciones van justo en la línea acertada que el experto señalaba: conectar con la gente y ofrecerse como alternativa de la "América (sic) real". Acuden a hablar con trabajadores que se sienten desatendidos tanto por los republicanos como por los demócratas, a ciudades donde se ha manoseado a la clase media "con la promesa de que los ricos, los republicanos, van a ser quienes los salven", en palabras de la neoyorquina. 

Lo complicado es que ellos, marcados ideológicamente en el partido y que no representan al sentir mayoritario de su casa, sean capaces de hacer que crezca una ola demócrata, hasta pasar el 51% de los votos y ser opción de Gobierno. 

Doug Sosnik, politólogo que fue asesor del expresidente demócrata Bill Clinton y de varios senadores de la misma formación, asume que sus correligionarios tienen una tarea "difícil" para encontrar el camino de regreso al Despacho Oval y a las dos Cámaras norteamericanas (hoy el Senado y la Cámara de Representantes tienen mayoría republicana también, facilitando el rodillo de Trump). Pero justo es de los más optimistas ante la iniciativa Sanders-AOC. "Es hora de que los demócratas sigan el ejemplo de la izquierda progresista", afirma quien se tiene a sí mismo por centrista. 

Lo que para la derecha es "populismo económico", para él es un "elemento importante" para el futuro del partido. Obvio que tienen que "refinar" el mensaje de cara a los comicios de 2026 y 2028, pero es el camino: el ojo, en la gente. "Estamos fuera del poder. No podemos lograr nada, pero al menos tenemos que ser capaces de articular una narrativa coherente sobre el futuro, que sea atractiva a la clase media", expone en un podcast de POLITICO que es la comidilla del partido estos días, por el peso de su opinión y por el respaldo que hace a una visión menos centrada. 

Comparte con Moreno que la economía ha de ser la clave de la apuesta de vuelta a la acción y, también, defiende que hay que buscar ideas y talento fuera de las instituciones de Washington, entre gobernadores y alcaldes, más pegados al terreno y a los problemas de la ciudadanía. En un contexto de transición, de declive de la clase media y de distanciamiento general de políticos e instituciones, hace falta frescura y conocimiento, defiende. 

El problema del liderazgo

Es muy gráfico cuando dice que en EEUU hoy hay "un partido y medio": el republicano, a pleno rendimiento en el poder, y el demócrata, a medio gas en la oposición. Así que hay que ser "multitarea" y pelear en todos los frentes. "El trabajo, en última instancia, es no hacer que la marca del Partido Demócrata sea tan tóxica que arruine al candidato del 28", defiende. ¿Es mejor replicar en todo a Trump? ¿Hay que desgastarse en cada orden ejecutiva que firme? ¿O es mejor una guerra global, de contexto, de fondo? Los progresistas, responde, tienen la "obligación moral de denunciar todo lo manifiestamente incorrecto", pero entiende que es más inteligente, por encima de todo, "centrarse en el coste de la vida y la economía". Y, a partir de ahí, con un mensaje y con un mensajero, sabiéndose de nuevo alternativa, ir a por todas. 

Las divisiones en este punto son diarias. Chris Van Hollen, senador por Maryland, se deja la garganta hablando de las deportaciones ilegales de Trump, mientras Gavin Newson, el  gobernador de California, se pone de perfil y busca el acercamiento al centro e, incluso, a los republicanos descontentos, hasta el punto de reunirse con Steve Bannon, ideólogo del primer mandato de Trump. Más aún: el líder de la minoría del Senado, Charles E. Schumer, enfureció a gran parte de su partido al votar con los republicanos para evitar el cierre del Gobierno. Sin coordinación, sin unidad. 

El historiador Moreno dice que hay que "acallar ese caos", que va más allá de la pluralidad sana de un partido. Podría parecer que hay intereses personales de liderazgo o de territorio en según qué apuesta, denuncia. "Hacen falta estrategias, no tácticas", resume. Insiste por eso en un "marco global de acción, individualidades aparte", al que acogerse, con mensajes contra los ricos y los oligarcas y una agenda de clase media, "por ejemplo, hablando del salario mínimo federal". Estaría bien tener un "alguien" o "varios, pero no muchos", que fueran el referente de esos mensajes. "La polifonía es hermosa pero a veces roza el ruido", dice. 

David Hogg, sobreviviente del tiroteo en la escuela de Parkland, habla con estudiantes de la Universidad Estatal de Michigan, el 20 de febrero de 2023.Emily Elconin / Reuters

Doug Sosnik recuerda que en el último cuarto de siglo el Partido Demócrata no ha tenido muchas posibilidades de salirse del camino marcado: los Clinton, Obama y Biden han dominado la formación, por lo que hay "toda una generación de cargos electos que nunca han tenido la oportunidad de dar un paso adelante para ver quién tiene lo que se necesita". Ahora las cosas han cambiado y eso es, para él, estimulante, más que dificultoso. "En los últimos nueve años, el principio organizador del partido no ha sido qué es y qué quiere", sino oponerse a Trump, y eso ha hecho que se pierda "autenticidad". "No han definido lo que son, en lo que creen, en qué personas ponen su esperanza. Ahora se le ven más las costuras que nunca", remarca también el experto español. 

Moreno señala que hay ya no pocos jóvenes que están plantando cara "desde la lealtad a las ideas del partido" a vacas sagradas que, entienden, ya deben dejar pista libre a otra generación. David Hogg, superviviente del tiroteo escolar de Parkland, voz clara por el control de armas y con apenas 25 años, anunció que se va a gastar hasta 20 millones de dólares para ayudar a elegir líderes más jóvenes. Ya hay casos como el del activista Saikat Chakrabarti, de 39 años, que quiere que Nancy Pelosi (que fuera presidenta de la Cámara de Representantes, 85 años) no cumpla su misma edad delegada de San Francisco, o el de Kat Abughazaleh, exreportera de investigación de apenas 26 años, que quiere hacer lo mismo en Illinois contra Jan Schakowsky, de 80.

Cuando se acaba la luna de miel de cien días con el nuevo presidente, llega la hora de la verdad. De desperezarse. Si los demócratas siguen débiles y los republicanos siguen mansos, Trump se crecerá ante los doblegados de uno y otro lado. "Está desgastando las estructuras necesarias para una oposición organizada. Cuanto más fragmentado está el país, menos puede su gente oponer una resistencia significativa, y cuanto menos pueden los ciudadanos lograr que sus líderes respondan a su voluntad, menos se convierten en agentes de su destino colectivo", dice el americanista. Es un plan de toma del poder total. La respuesta empieza por el principal partido de la oposición, que no puede olvidar que contó hace seis meses con el voto de 75 millones de norteamericanos. 

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MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.