Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
Trump aprovecha el cierre de Gobierno en Estados Unidos para lanzar su última purga

Trump aprovecha el cierre de Gobierno en Estados Unidos para lanzar su última purga

El bloqueo presupuestario de Washington, primero en 7 años, paralizará aeropuertos y servicios públicos, con el presidente amenazando con el despido a unos 750.000 funcionarios. Los demócratas pelean por renovar los subsidios del Obamacare.

El Capitolio de Estados Unidos iluminada de noche, vista tras las rejas, antes del cierre de Gobierno en Washington.
El Capitolio de Estados Unidos iluminado en la noche de Washington, horas antes del inminente cierre de Gobierno tras el bloqueo en el Senado.Elizabeth Frantz

Washington vuelve a escenificar su particular teatro del desastre. A pocas horas de que sea medianoche en la capital de EEUU, las manillas del reloj avanzan hacia el primer cierre de Gobierno en siete años. El Senado, incapaz de lograr un acuerdo, ha tumbado esta noche la prórroga presupuestaria y todo apunta a que, salvo un milagro parlamentario, el país entrará de nuevo en modo shutdown. El resultado inmediato: el puesto de trabajo de unos 750.000 funcionarios federales en el alambre, aeropuertos y servicios públicos paralizados y un presidente que habla abiertamente de purga.

Las consecuencias del cierre de Gobierno están sobre la mesa. Las agencias federales ya tienen listos sus planes de emergencia para detener en cuestión de horas toda actividad "no esencial": parques nacionales, oficinas de atención ciudadana, préstamos, proyectos científicos. Los militares, los controladores aéreos y los agentes de seguridad fronteriza sí seguirán trabajando, aunque sin cobrar sueldo hasta nuevo aviso. En Washington, donde se concentra buena parte de todos esos funcionarios, se aguanta la respiración: el país sigue abierto… pero con la persiana medio bajada.

Trump amenaza con una purga 

Donald Trump, que disfruta como pez en el agua con este escenario, en lugar de rebajar la tensión, ha multiplicado la tensión. “Despediremos a mucha gente. Serán demócratas”, soltaba con media sonrisa a los periodistas en la Casa Blanca, como si el despido masivo de funcionarios fuese parte de uno de los reality que tan bien conoce. La frase no ha sido tampoco un exabrupto improvisado, su equipo lleva meses engrasando la maquinaria de propaganda para culpar de todo, directamente, a la oposición.

En las últimas horas, la web oficial del Gobierno estadounidense ha publicado una cuenta atrás y un mensaje provocativo: "El cierre demócrata es inminente". Al mismo tiempo, ya se han enviado varios comunicados a las agencias federales instando a los funcionarios a “cooperar en el cierre ordenado”, señalando a los demócratas como los responsables del caos. Un gesto calculado que, por otro lado, rompe con la norma histórica de mantener a los trabajadores públicos al margen de la batalla partidista.

Con el cierre de Gobierno, segundo con Trump en la Casa Blanca, el presidente también intenta capitalizar esta crisis para ampliar una purga que arrancó cuando pudo volver al Despacho Oval. Desde enero, más de 150.000 trabajadores han abandonado sus puestos de trabajo tras aceptar un plan de jubilaciones anticipadas, provocando la mayor sangría en ocho décadas. 

También ha bloqueado la ejecución de miles de millones aprobados por el Congreso, lo que ha provocado que muchos demócratas se pregunten para qué sirve negociar unos presupuestos si el presidente luego decide no gastar ese dinero. Para ellos, el cierre no es un accidente legislativo, sino la prolongación de la motosierra presidencial contra la Administración. Y Trump, lejos de ocultarlo, lo convierte en espectáculo político.

EEUU encara su primer cierre de Gobierno en siete años

Los demócratas, por su parte, han marcado una línea roja para que no se llegue el cierre de Gobierno: la sanidad. Han exigido renovar los subsidios del Obamacare, que caducan a fin de año, y revertir los recortes a Medicaid aprobados con la reforma fiscal republicana. “Nuestro compromiso es con el pueblo estadounidense: vamos a luchar con todas nuestras fuerzas por su atención médica”, ha defendido Chuck Schumer, líder demócrata en el Senado. Según sus cálculos, 24 millones de personas verán cómo suben sus seguros si no se renuevan esas ayudas.

El último intento de pacto ha fracasado en el Senado: 55 votos a favor, 45 en contra, cinco por debajo de los 60 necesarios. Incluso con varios demócratas rompiendo filas, la prórroga presupuestaria ha quedado enterrada. En la Cámara de Representantes, los republicanos se han limitado a mirar desde la barrera: no hay sesión prevista. Así que, salvo giro improbable, a las 00:01 en Washington (las 06:01 en España), Estados Unidos sumará a su historial el que sería su 14º cierre de Gobierno desde 1980.

El recuerdo más reciente todavía ha escocido: en 2018 y 2019, el cierre más largo de la historia ha paralizado la Administración durante 35 días. Ha provocado colas en los aeropuertos, parques cerrados y un coste de 3.000 millones de dólares para la economía. Esta vez el guion se parece demasiado: bloqueo político, funcionarios sacrificados y un presidente usando el caos como arma.

Lo único distinto ha sido el telón de fondo. Trump no ha escondido que quiere usar el shutdown como excusa para recortar de forma permanente a la plantilla pública. Lo que para millones de ciudadanos es incertidumbre sobre su sueldo o su vuelo, para él es la oportunidad de seguir con su purga. Washington, mientras tanto, ha vuelto a representar la fábula de Pedro y el lobo: ha pasado meses avisando del desastre y el lobo ha llegado.