Una mujer de 50 años tiene reuniones durante 7 horas al día y gana 11.000 euros al mes sin contar la paga extra
Su equipo ha creado un chatbot fiscal con IA capaz de adaptarse a las leyes tributarias de más de 200 países

Se levanta antes de las siete de la mañana, desayuna con su hijo y media hora después ya está conectada para asistir a la primera reunión del día. Tiene 50 años, es asesora fiscal en una multinacional con presencia en 200 países, teletrabaja desde hace años, tiene a su cargo un equipo de ocho personas y, si esto fuera poco, es la responsable de digitalizar el área tributaria de la compañía. Un trabajo que, sin embargo, conlleva una penitencia: un calendario de reuniones que apenas le deja respiro. Aun así, gana 11.600 euros brutos al mes, a los que se pueden sumar hasta 45.000 euros más al año en concepto de bonus, según relata el medio alemán Die Zeit Online.
No hace declaraciones de la renta, no rellena modelos ni revisa facturas. Lo que hace esta mujer, y lo que justifica su sueldo, es gestionar el impacto fiscal de la tecnología dentro de una empresa con operaciones en todo el planeta. Su equipo ha desarrollado, por ejemplo, un chatbot que utiliza inteligencia artificial para responder dudas sobre impuestos a empleados repartidos por medio mundo. Pero su trabajo real no es técnico, es estratégico. Se encarga de que cada nueva herramienta, cada cambio en el sistema o cada mejora en el software de gestión no acabe generando un problema legal o una multa de miles, o incluso millones, de euros.
El reto no es menor. Cada país tiene sus propias reglas sobre IVA, aduanas, retenciones y beneficios fiscales, y esas reglas cambian cada año, incluso varias veces al año. Lo que funciona en España puede ser ilegal en India. Lo que sirve en Brasil no sirve en Japón. Por eso está siempre en reuniones. Porque antes de aplicar cualquier cambio, alguien tiene que saber si eso afectará a la contabilidad de la compañía, y esa persona es ella. “Mucho de mi trabajo es analizar propuestas y decidir si algo se puede aplicar sin que salte una alarma fiscal”, explica. Y añade: “Después de todo eso, me queda lo pendiente: responder correos, hacer presentaciones, escribir documentos…”.
Va tres veces al mes a la oficina. El resto lo hace desde su casa. Aunque su contrato marca 40 horas semanales, la realidad supera fácilmente las 50. A veces llega a 60. No le sobra tiempo, pero le gusta lo que hace. “Los impuestos me divierten. No siempre tienen lógica, pero sí sentido. Son como poner la lavadora, si sigues los pasos, el resultado es previsible”.
Cobra bien, pero no gratis
Cree que cobra bien, y no se esconde. Su salario neto ronda los 6.700 euros al mes, sin contar el bonus. No cotiza en la Seguridad Social, sino que aporta más de 1.400 euros mensuales a un fondo de previsión profesional. En 2024, su bonus fue de unos 15.000 euros limpios. A eso se suma el alquiler de un piso que compraron como inversión hace una década, 900 euros mensuales más. Pero no se trata solo de ingresos, se trata de lo que hay detrás. “Me paso la vida decidiendo cosas que no pueden fallar, no es un trabajo barato”, dice sin rodeos.
Antes trabajó en una de las Big Four, las grandes firmas de consultoría, donde se dio cuenta de que podía estar 12 horas en la oficina y solo cobrar siete. “Si explicaba algo a un compañero, esa hora no se facturaba. Era como si no valiera”, cuenta. Ahora, en cambio, siente que su esfuerzo tiene retorno. Y aunque cree que su sueldo es justo, lanza un matiz: “Si fuera un hombre, seguramente ganaría más”.
Vive en una ciudad alemana, en una vivienda amplia y céntrica que ya está pagada. Su marido, también consultor, cobra unos 6.000 euros mensuales y comparten ingresos y gastos. Hacen juntos la declaración de la renta, aunque mantienen una tradición: ver quién ha ganado más cada año. “Lo convertimos en un juego”, cuenta. Además del trabajo, dedica tiempo a su familia: nada una vez por semana con su hijo, se escapan al menos cuatro semanas al año de vacaciones y gastan hasta 700 euros al mes en cultura, ocio y libros.
Han conseguido ahorrar más de 70.000 euros en fondos de inversión. Viven tranquilos, con margen para gastar y para planificar. Y aunque el ritmo sigue siendo exigente, empieza a pensar en otra etapa. “Me gustaría reducir jornada, tener más vida”. De momento, no lo ha hecho. Sigue desde su escritorio en casa, cámara encendida, reuniones en bucle. Pero lo tiene claro: el día que dé el paso, no será por dinero. Será porque, después de poner orden fiscal en medio planeta, también querrá un poco más de orden en su vida.